domingo, 18 de agosto de 2019

AMARGA VERDAD: CAPITULO 15




OLVIDALO No tenía que haberlo dicho — contestó él, que se alejó nadando.


Antes de que a Paula le diera tiempo de recuperarse del episodio, Pedro había salido de la piscina y había desaparecido por un camino que conducía a las cuadras.


Durante los días siguientes, Pedro evitó tener que tratar con ella. No le fue muy difícil puesto que tenía el despacho en la ciudad, pero, a pesar de estar muy ocupado, sacaba tiempo para vigilarla.


Una mañana, mientras cortaba las flores secas de unos rosales, Paula tuvo la sensación de que la espiaban. Miró a su alrededor y no vio a nadie en el jardín, pero, de pronto, vio a Pedro mirándola desde una ventana. «¿Creerá que me voy a llevar los mejores capullos y los voy a vender o algo?», pensó medio divertida medio molesta.


Una tarde de muchísimo calor estaba disfrutando de la piscina con Natalia, salió del agua y se dirigió corriendo hacia la sombrilla para volverse a dar crema protectora. No se dio cuenta de que Pedro estaba tumbado en una tumbona hasta que lo pisó.


—¿Te diviertes? —preguntó en un tono helado.


— Sí —contestó ella achacando la carne de gallina que se le había puesto a su tono y no a su cercanía—. ¿Te molesta?


—Cuando eso interfiere en los estudios de mi hermana, sí. Puede que tú no tengas nada mejor que hacer que correr bajo el sol, pero ella tiene que examinarse dentro de un mes porque pretende hacer en la vida algo más interesante que cortar flores.


—Natalia es una adulta —puntualizó ella sin entrar a decirle que tenía un título en horticultura ni intentar explicarle que no era la ligera de cascos que él creia—. Además, Natalia es tan hermana mía como tuya, así que será mejor que tengas claro que yo también quiero lo mejor para ella.


Pedro se quitó las gafas y la miró fríamente. Paula se preguntó cómo podía tener aquellos ojos tan maravillosos. La hacían olvidar que era su enemigo.


—Puede que engañes a los demás con eso, pero a mí, no, así que ahórratelo.


Aquello le dolió más que un bofetón, aunque sabía que debería de haber estado acostumbrada a que la tratara así.


—Tu problema es que tienes celos porque se te ha olvidado divertirte, si es que alguna vez en tu vida te has divertido, claro —le dijo sacudiéndose el pelo y mojándole su impoluto pantalón—. Y te voy a decir otra cosa. Te crees que Natalia es tuya y te fastidia que haya aparecido yo y la tengas que compartir conmigo.


—No te hagas falsas ilusiones, Paula. Eres la novedad, nada más.


Paula no pudo soportar que él se quedara tan tranquilo mientras ella sufría por sus ataques y aquello le llevó a decirle algo que, de otra manera, nunca le habría dicho.


— La novedad, ¿eh? ¿Por eso me besaste la otra noche?


Pedro se levantó lentamente y se acercó a ella.


—Te besé porque me estabas aburriendo con tu charla, pero, no te preocupes, no pienso volver a cometer el mismo error. Vuelve a tus juegos infantiles, preciosa. No tienes nada que hacer conmigo.


—¿Y qué ibas a hacer sin mí, Pedro? Si yo no estuviera aquí no tendrías pasatiempo.


—No sé de qué me hablas.


— ¡Claro que lo sabes! ¿Te crees que no me he dado cuenta de que me vigilas entre los arbustos como un espía de tercera?


— ¡Dios mío! —exclamó sonriendo —. No sabía que entre tus cualidades estuviera la paranoia. Gracias por advertírmelo.


Se volvió a ir de nuevo habiendo dicho la última palabra.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario