martes, 23 de julio de 2019

INTENTO DE MATRIMONIO: CAPITULO 27




Era una noche sin luna, fría, fantasmal. La niebla envolvía a Paula como un sudario mientras subía la escalera de caracol que llevaba al apartamento situado encima del garaje. El miedo la atenazaba como una garra, quemándola por dentro. No había querido salir de la casa. Pero allí había algo, o alguien, llamándola, pidiendo ayuda...


Por eso había tenido que volver.


No. ¿En qué estaba pensando? No debería estar allí. Aquella habitación pertenecía a Mariano. La voz lo estaba llamando a él. Intentó volverse, regresar a casa, a su cama caliente. 


Pero resbaló con un escalón, y empezó a caer. 


A caer interminablemente.


—Yo te recogeré, Paula. No te preocupes.


—Pedro. Has venido.


Extendió una mano para intentar agarrarla, pero el cuerpo de Paula se escurrió entre sus dedos, golpeándose en la cabeza con los escalones de hierro.


Pedro. Por favor, ayúdame. Por favor.


En ese momento sintió sus manos, pero le estaba haciendo daño, retorciéndole un brazo y obligándola a subir de nuevo. Llevaba un cuchillo. Sintió un inmenso dolor cuando la hoja penetró en su piel. Un denso río de sangre comenzó a manar del corte. Pero no era Pedro quien le estaba haciendo eso. Era un extraño, un hombre sin rostro.


Intentó chillar, pero lo único que escapó de su garganta fue un leve gemido.


Pedro.


Se despertó de pronto y abrió los ojos. Solo había sido una pesadilla, pero tan real que todavía tenía el pulso acelerado.


De repente una sombra se cernió sobre ella. Y escuchó una respiración profunda, rápida, casi jadeante. Una respiración que no era la suya.


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