sábado, 20 de julio de 2019

INTENTO DE MATRIMONIO: CAPITULO 19




Paula se despertó lentamente de su siesta. Oyó sonar el teléfono, pero fue incapaz de levantar el auricular hasta el cabo de un buen rato.


—¿Diga?


—¿Paula?


La punzada de aprehensión que sintió al escuchar aquella voz terminó de despertarla.


—Soy yo. ¿Qué pasa, Pedro?


—Otro pequeño problema.


Maldijo para sus adentros.


—¿Se trata otra vez de Karen Tucker?


—Eso me temo. Tenemos la lista de llamadas telefónicas que estuvo haciendo.


—¿Y figura mi número?


—Sí.


Su sintió como si la hubieran sorprendido robando algo. Todo habría resultado mucho menos incómodo si desde el principio le hubiera contado lo de la llamada anónima. Ahora parecía como si tuviera algo que esconder.


—Puedo explicarlo.


—Tal vez no debas hacerlo, Paula. Al menos tan pronto.


—¿Qué quieres decir?


—A veces es mejor hablar antes con un abogado.


—¿Un abogado? Yo no necesito ningún abogado. No si te dignas escuchar mi explicación...


—Por mí, estupendo. ¿Podemos tomar un café en alguna parte?


—Puedo explicártelo por teléfono.


—Preferiría que nos viéramos.


—¿Cuándo?


—Ahora, si tienes unos minutos. Cuanto antes aclaremos esto, mejor para todos.


Se levantó de la cama y miró el reloj. Eran las tres menos diez. Había dormido cerca de una hora, y tan profundamente que ni siquiera había oído volver a Mariano.


—Probablemente Mariano querrá acompañarme.


—En ese caso puedo ir a tu casa, si quieres.


Paula consideró la propuesta. Pedro Alfonso sentado en el salón de su casa, con Mariano y con ella. Pedro con su fluida conversación, su risa fácil, su asombroso poder de seducción. Y cuando se marchara, el recuerdo de su estancia allí persistiría, tentándola. Entrometiéndose en los problemas conyugales que ya había empezado a padecer.


—Creo que será mejor que quedemos en una cafetería. ¿Qué tal a las cuatro?


—Muy bien.


Le dio la dirección de un café cercano, y colgó el teléfono. La casa se hallaba sumida en un completo silencio.


Mariano probablemente estaría haciendo el menor ruido posible para no despertarla, o quizá se había escapado a su pequeño estudio-taller, situado encima del garaje.




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