viernes, 7 de junio de 2019

AMULETO: CAPITULO 2



Para lo que me servirá. Lo que realmente quería, mis padres se lo dieron a mi hermano: la extensión más hermosa de tierra en Wicklow Mountains. Querían que él disfrutara del campo casi tanto como querían que yo dejara de follar por ahí.


—Otra ronda —dice Patricio, haciendo señas al camarero. Y esta vez es whisky. Veo sus ojos nublados. Los de Simon también. Tengo la sensación de que no van a recordar mucho de esto mañana. Por suerte mi tolerancia es superior, debe ser porque bebo más que ellos dos juntos.


—Que yo me tome un tiempo libre —dice Patricio— es más probable que ocurra, a que Pedro se asiente alguna vez. Demonios, Pedro, ni siquiera puedes estar con la misma mujer una semana. Tú nunca has tenido una relación real en tu vida.


—Tengo una Chica diferente cada noche porque quiero, no porque no pueda conservarla —le digo—. Y sea como sea, tú nunca te has tomado una semana de vacaciones.


—Estás equivocado —dice Patricio levantando un dedo, arrastrando las palabras—. De hecho, reservé mis vacaciones. Por eso quería salir esta noche, para poder presumir sobre ello.


—¿De verdad? —pregunta Simon—. Te conozco desde que eras un niño, Patricio, y no creo que hayas dejado nunca de trabajar.


—Puede que sea cierto —dice Patricio orgullosamente, sacando su itinerario de viaje en el teléfono—. Pero me tomaré unas vacaciones de un mes en Tailandia dentro de dos semanas.


—No me lo puedo creer —digo riéndome—. Eso ciertamente requiere otra ronda. —La habitación está dando vueltas, pero no me importa. 


Patricio, mi puritano hermano, usando traje de tres piezas, va a irse a Tailandia. Incluso sobrio, eso es suficiente para hacerme caer de mi taburete.


—¿Ves? —dice Patricio—. Voy a hacer que nuestros padres se sientan orgullosos.


—Querían que amaras Irlanda, no una playa en Asia —digo, encontrándome así de gracioso, pero también dándome cuenta de que tiene razón. Está haciendo que nuestros padres estén orgullosos con esa elección.


—Oye, puede que no sea perfecto, pero es un comienzo. Y es un mejor comienzo que el tuyo, Pedro.


—Tiene razón, Pedro, tú tienes mucho trabajo que hacer —dice Simon, golpeándose la rodilla como si mi forma de vida fuera una broma.


Me paso la mano por la barba, porque no me gusta que mi hermano me gane así… especialmente de una manera que no esperaba.




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