martes, 11 de junio de 2019

AMULETO: CAPITULO 16





Entrando en la habitación, veo que de alguna manera estas piezas encajan. Solo un hombre tan arrogante como él podrá anotar tantas veces como fuera necesario, y sólo un hombre así, que vive tan impertinentemente, podría manejar vivir en un lugar como este.


—¿Pedro? —pregunto entrando en… ¿la sala de estar?


Hay un sofá aquí, y parece que siempre ha estado en este lugar. Por, algo así como los últimos cien años. Y hay un fuego encendido. 


Buena señal, él no me habría abandonado para siempre, si encendió el fuego. O, ¿no?


La verdad es que no conozco nada sobre él aparte de su rostro. Su delicioso rostro. Su deliciosa y besable cara. Y la boca. Necesito esa boca.


—¿Pedro? —pregunto de nuevo. Saliendo de la sala de estar y de inmediato pasando a la cocina. Porque los metros cuadrados de los que estamos hablando aquí son aproximadamente ¿cómo sesenta? Es como si de repente estuviera en un vestidor de mierda de Manhattan, y no en la extensa ladera irlandesa.


Hay un destartalado horno y un hervidor de agua. Bueno, entonces debe haber algún tipo de té. Buena señal. Miro a mi alrededor, tratando de encontrar algún tipo de comida. Hay una nevera. 


Y un fregadero lleno de platos sucios. Bueno, no voy a ser demasiado crítica.


Mi propia nevera, en casa, antes de que me echasen del apartamento que tenía Julian, básicamente sólo constaba de sobras. Sacando los menús en la nevera y los contenedores en la papelera.


Siento que podría ser presuntuoso abrir su nevera y empezar a hacerme algo para comer… sin importar lo hambrienta que estoy. Decido controlarme y vestirme.


Tal vez cuando haya terminado, él regrese. Si no… supongo que saldré y trataré de no tomar su acto de desaparición como algo personal.


No es que yo vaya a salir envuelta en esta sábana y empezar a buscarlo. Aunque él mencionó retozar en el bosque. ¿Tal vez esté esperándome?


Sacudo la cabeza, no. Eso no es lo que quiso decir con eso. Deja de pensar como una mujer enloquecida por el sexo, Paula.


Entro a la puerta… eso está todo en cuatro pasos, y agarro mi mochila. La subo sobre mi hombro torpemente, y la llevo a la zona de dormitorio.


Mientras camino por el granero, me doy cuenta de que este lugar es bastante encantador. Es un lugar sin pretensiones y muy usado, pero también único. Sonrío, dejando caer la mochila en la cama, apreciando la colcha que cayó al suelo, parece cosida a mano, y la alfombra trenzada en el suelo también parece hecha a mano. Nada acerca de este lugar me recuerda a mi hogar, sin embargo, pero todavía se siente muy familiar.


Sonriendo para mí, me relajo en el momento, algo que no he hecho durante tres semanas. 


Viajar sola me ha obligado a mantener la guardia alta. Pero ahora, dejo caer la sábana al suelo y empiezo a buscar la ropa.


Necesito ropa para empezar, porque estoy segura de que recuerdo a él arrancándome la mía anoche como un hombre salvaje de la montaña.


Oh, Dios mío, ese sexo fue tan jodidamente bueno.


Céntrate, Paula. En dos horas, tengo que estar en la oficina de The Lucky Irishman Tour Company… y todavía tengo que encontrar la dirección. Solo sabía, cuando me inscribí online ayer, que estaba en algún lugar a las afueras de Dublín.





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