martes, 11 de junio de 2019

AMULETO: CAPITULO 15




A la mañana siguiente me despierto, mi cuerpo dulce pegajoso y muy desnudo. Me cubro la cara dándome cuenta de dónde estoy y lo que he hecho.


He tenido el mejor sexo de mi vida y salió de la nada.


Tal vez yo había tocado fondo. Tal vez esto fue el comienzo de algo nuevo. Una nueva versión de Paula, la chica con la peor suerte del mundo.


Dejo caer las manos y me doy cuenta de que hay una sonrisa pegada a mi cara, y no soy una persona madrugadora, así que esto significa algo.


Tal vez este va a ser el día en que todo cambie… el día en que alcance este país en primer lugar.


El día que encuentre mi arcoíris.


Miro hacia arriba y veo que la cama está vacía. 


Sentada, envuelvo la sábana alrededor de mí y trato de orientarme.


Cuando llegamos anoche, estaba oscuro y solo había una cosa en nuestras mentes: liberar la energía sexual que palpitaba entre nosotros.


Ahora que tenemos eso fuera del camino, al menos por ahora, hay algo nuevo en mi mente: conseguir comida dentro de mi estómago.


Estoy muerta de hambre. Ese pastel de carne parece que fue toda una vida atrás, y digamos que trabajé hasta abrir el apetito anoche. Ahora todo lo que quiero es llenarme con carbohidratos.


Cualquier carbohidrato servirá. Tortitas. Scones. Galletas. Una rebanada de pan de una semana antes. No soy quisquillosa con la comida.


Tal vez Pedro tenga algo aquí, de lo contrario, es un largo camino por la montaña, y aun tengo que llegar a mi cita.


Miro el reloj en mi muñeca; es temprano, solo son las ocho de la mañana. Mi excursión comienza a las diez, así que todavía tengo mucho tiempo para ducharme, vestirme, comer y llegar a donde tengo que ir.


Me levanto con la sábana enrollada alrededor de mi cuerpo desnudo, y me pregunto dónde está Pedro. Tal vez sea uno de esos hombres románticos que preparan el desayuno en la cama para sus amantes.


Nunca he tenido ese tipo de situación. Julian. Sé que tengo que dejar de pensar en ese nocivo y mentiroso agujero, pero él es ahora el barómetro por el cual mido a cada hombre.


Sé que Pedro no es como Julian. Cuando Pedro y yo tuvimos sexo anoche, él estaba como, literalmente, teniendo sexo conmigo. Julian había tenido relaciones sexuales sobre mí. En mí. Contra mí.


Nunca conmigo.


Antes de anoche, no pensé que hubiera una diferencia.


Pedro sabía qué hacer con mi cuerpo, y no solo me llevó allí, fuimos juntos.


Ya mi coño estaba mojado de nuevo, imaginando a Pedro entre mis piernas, lamiéndome y chupando, como si yo fuera la cosa más sabrosa que hubiera tenido jamás.


Me muerdo el labio inferior y miro alrededor de las estanterías que separan la cama del resto de la habitación… ¿Estudio? No lo veo por ningún lugar. Y también soy consciente de que, mientras que Pedro fue hecho para seducir a las mujeres, no tiene precisamente una casa. Esto es más como… ¿Qué es esto?


Miro a mi alrededor con más discreción. Y, um, juraría por Dios, que este lugar es un granero.


Hay un montón de imágenes que compiten de las que tengo de Pedro ahora. Está la imagen sexual de Pedro doblándome y llenándome, y luego está la imagen de Pedro como el chulo del bar… y ahora esas dos cosas encajan. ¿Pero tratar de reconciliar al morador del granero con eso?... Está resultando más difícil.



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