miércoles, 22 de mayo de 2019

DUDAS: CAPITULO 19




A la semana siguiente, continuaron los planes para las celebraciones del Día de los Fundadores. El Grupo 119 de las Exploradoras trabajó en una carroza que reflejaba le fiebre del oro que llevó a los colonos a Gold Springs. Se desempolvaron recetas para preparar todo tipo de tartas.


El sheriff Alfonso y sus ayudantes estuvieron ocupados con conductores ebrios y unos pocos casos de violencia doméstica. El condado había enviado otro coche patrulla, y la vigilancia nocturna en las nuevas urbanizaciones les había granjeado la simpatía de los que vivían allí. Todo el mundo se sentía más seguro al ver a los coches en sus rutas nocturnas.


La familia Chaves echó chispas y mantuvo su distanciamiento. Tomy hizo circular una petición para que el condado destituyera al nuevo sheriff, pero sólo un puñado de sus amigos firmó la solicitud. Sus esfuerzos no estaban dando el fruto que él quería.


Paula y Manuel comieron el domingo en el elegante hogar de los Chaves. Manuel era su único nieto. A pesar de los sentimientos encontrados de Ana Chaves hacia la madre, se le caía la baba por el niño.


—¿Cómo van las cosas, Paula? —preguntó Joel Chaves mientras su esposa iba a la cocina a buscar el helado favorito de Manuel.


—Bastante bien —repuso, reclinándose en la silla. Se encontraba a gusto, ya que Tomy y el menor de los Chaves, Ricky, se habían marchado antes del almuerzo—. La cosecha ha sido buena este año. Creo que la del próximo será aún mejor.


—Me he enterado de lo que le pasó a tu camioneta —comentó Joel, tratando de ofrecer su ayuda de la forma más delicada posible. Sus ojos claros se posaron en su nuera. Sabía que Paula podía ser demasiado testaruda y orgullosa.


—Voy a comprarle otra a Benjamin. Está dispuesto a que pague a plazos una que arregló el mes pasado —aseguró—. Se arreglará.


—Estoy seguro —le sonrió con amabilidad desde el otro lado de la mesa—. Pero sabes que si podemos ayudar…


—Lo sé —respondió, agradecida—. Nos irá bien, Joel.


—Tu amigo el sheriff ha revuelto todo tal como temíamos que hiciera —manifestó Ana Chaves al regresar de la cocina.


—Oh, Ana —su marido intentó acallar el discurso, pero fue silenciado con una mirada acerada.


—No sabe cuándo retirarse y ocuparse de sus propios asuntos —continuó como si Joel no hubiera hablado.


—Creo que cumple con su trabajo, Ana —Paula miró a su hijo comer el helado—. A la mayoría de la gente parece caerle bien.


—Los chicos han celebrado carreras de coches en Downs Crossroads desde hace años… desde que yo iba al instituto. Nunca ha molestado a nadie —indicó Ana—. El fin de semana pasado se lo hizo pasar mal a algunos muchachos.


Paula se encogió de hombros y cruzó los brazos a la defensiva.


—Creo que esas carreras son ilegales. Quizá por eso pensó que era asunto suyo.


—Tomy y Jose corrieron allí —le recordó la otra—, ¿Estás diciendo que hicieron algo ilegal?


—No —Paula no deseaba discutir con la mujer—. Digo que Pedro Alfonso hace lo que cree que es correcto. Igual que hacía Jose. ¿Estás diciendo que eso estaba mal?


Si las miradas pudieran matar… Paula tembló bajo la mirada beligerante de Ana Chaves.


—Digo que a la gente de esta ciudad no le caen bien los que llegan de fuera para interferir en sus asuntos. Tu amigo el sheriff haría bien en dejar las cosas en paz o puede que se encuentre en una situación en que tenga que explicar algo de su propia vida.


Paula quiso decirle que no era «su amigo el sheriff», pero se contuvo. ¿Ana habría conseguido averiguar algo sucio del pasado del sheriff?



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