martes, 21 de mayo de 2019

DUDAS: CAPITULO 15




Paula observó alejarse el coche marrón y gris pensando que Pedro tenía prisa por deshacerse de ella. Lo cual la alegraba, desde luego. Cuanto menos tiempo pasara en su compañía, mejor. 


No quería pensar en él de otro modo que no fuera como el nuevo sheriff. Le deseaba lo mejor, aunque no quería que fuera una parte importante de su vida.


Benjamin no paró de quejarse durante todo el trayecto hasta el taller. El sheriff había amenazado su modo de ganarse la vida a menos que trabajara con él. ¿Qué otra cosa podía hacer?


Paula le dijo que lo entendía.


—No creo que Tomy lo haga —indicó al meter la grúa en el taller—. Dijo que ya había terminado de intentar que se fuera de la ciudad. Piensa solicitar que lo retiren del puesto.


—No creo que eso suceda —ella meneó la cabeza—. Lo mejor que podría hacer sería esperar y presentarse como candidato a sheriff en las elecciones dentro de dos años.


—Es lo mismo que yo le dije —asintió Benjamin—. Su padre también, pero ya conoces a Ana Chaves. No está contenta con el modo en que van las cosas.


Paula sabía cómo era la señora Chaves. La primera vez que Jose la llevó a cenar a su casa un domingo, su madre la había mirado con arrogancia, como si fuera un insecto.


—¿Así que ésta es la chica? —había preguntado, haciendo que Paula quisiera meterse bajo la silla.


Jose había pasado un brazo por los hombros de las dos.


—Voy a casarme con Paula, mamá.


La señora Chaves dejó bien claro lo que pensaba al respecto. Sin embargo, Jose se había burlado de ella, la había besado en la mejilla empolvada, y habían disfrutado de la cena como una familia. Jose era el único de los tres hijos que podía salirse con la suya. Ella no había dado su bendición al matrimonio, pero tampoco había hecho nada para interponerse en su camino.


Benjamin emitió un sonoro silbido y Paula parpadeó, regresando al presente.


—Es peor de lo que pensaba —le anunció.


—Pero, ¿puedes arreglarlo? —tenía el corazón en los pies.


—Paula, costaría más de lo que vale ese montón de chatarra. Necesitas una camioneta nueva.


Miró la hora. No tenía sentido preocuparse por el vehículo. Tenía que realizar sus entregas, o todo aquello por lo que había trabajado se vendría abajo.


Hizo unas llamadas, tratando de encontrar a alguien con una furgoneta disponible que pudiera prestarle, pero los amigos y la familia estaban ocupados o fuera de la ciudad. Se le pasó por la mente que podían estar esquivándola adrede. Después de todo, había ayudado al sheriff. Tomy se lo había advertido.


Pero eso era una tontería. Meneó la cabeza y se obligó a pensar. Debía conocer a alguien con una camioneta que pudiera llevarla a Rockford.


Tenía que haber alguna manera de lograrlo.


—¡Sheriff! —oyó que Benjamin saludaba a Pedro cuando éste entraba en el taller.


A Paula le dio un vuelco el corazón. ¿Pedro no conducía una camioneta cuando la noche anterior se había ido de su casa? Descartó de inmediato ese pensamiento. No quería ni podía pedirle que la ayudara.


«¿Ni siquiera después de que tú lo ayudaras con su coche?», le recordó mentalmente una voz taimada.


«No», pensó, aún con el teléfono en la mano.


—Pensé en pasar por aquí para ver si necesitabas que te llevara a casa —ofreció Pedro.


—Bueno —comenzó mientras la batalla continuaba en su interior—, no me vendría mal…


—Será un placer llevarte…


—A Rockford —finalizó antes de perder el valor. 


Le informó de que las hierbas estaban en su camioneta y que necesitaba llevarlas a la ciudad o perdería los contratos para la primavera siguiente.


—Terminó la guardia en diez minutos —indicó él con sencillez—. Volveremos con mi camioneta.


—¿Eso es todo? —lo miró y sintió que los muros que había intentado levantar contra él empezaban a caer—. Quiero decir, ¿lo harás?


El asintió con una ligera sonrisa.


—Tendrás que invitarme a comer.


—No hay problema —aceptó con un profundo suspiro de alivio—. Gracias.


—Ha sido un placer, señora —se llevó un dedo al sombrero y permitió que sus ojos la recorrieran de arriba abajo.


Paula también sonrió, contenta de haberse tomado un momento para lavarse y peinarse. Un jersey limpio ocultaba el corte en su camisa.



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