martes, 30 de abril de 2019

AMORES, ENREDOS Y UNA BODA: CAPITULO 32




Cuando Pedro decidió llevársela a Francia, Paula opuso resistencia, pero Pedro parecía tener respuestas para todo. El problema era que él tenía razón, ella necesitaba cuidados. El tocólogo la había autorizado para que viajara y, además, le había recomendado personalmente un médico de Montpellier, echándole así por tierra la última excusa que le quedaba. Por consiguiente, los preparativos del viaje empezaron en seguida.


—Parece que soy la única que hace concesiones —comentó Paula, mientras ojeaba el menú de un pequeño café en el que Pedro había insistido en detenerse—. Ni siquiera sé hablar francés.


—Algunas veces pareces tan británica… —comentó Pedro, con una leve sonrisa.


—Claro, porque lo soy. Estrecha de miras e intransigente —replicó ella, pidiendo la comida en un torpe francés.


—¿Quién soy yo para decirte lo contrario? Sin embargo, veo que no te vas a morir de hambre —dijo él mientras hacía lo propio de modo mucho más fluido.


—Encargar la comida es una cosa, pero tener un hijo mientras nadie sabe lo que estás diciendo es otra muy distinta.


—Una buena parte del personal de la clínica habla inglés. Ya hemos hablado de todo eso antes. Además, una comadrona vivirá con nosotros las dos semanas antes del parto.


—No tendré a nadie que conozca —se quejó.


—Ya te he dicho que puede venir tu madre. Además, me conoces a mí.


—Eso no me consuela, lo siento. Mi madre es la última persona a la que yo querría allí.


Lydia ya le había aconsejado a Paula que eligiera la más alta tecnología para el parto y se había encargado de explicarle lo horripilante que había sido su propia experiencia. Todas aquellas explicaciones no habían servido precisamente para aplacar sus temores.


—En ese caso, como ya te dije, te tendrás que conformar conmigo.


—¿Vas a asistir al parto?


Paula no se había esperado eso. Pedro era tan posesivo sobre la vida que crecía dentro de ella que algunas veces se sentía celosa. Sin embargo, no pudo evitar preguntarse cómo sería sentirse cobijada por él. Era tan protector… aunque sólo era porque ella llevaba dentro un niño… su hijo. Paula no quiso admitir la emoción que la embargaba.


—Claro que sí.


—Pero es muy íntimo. Me da vergüenza.


—También fue muy íntimo cuando concebimos al bebé, si recuerdo bien. ¿O necesitas que te refresque la memoria? Paula, no estoy jugando a hacer de padre. Estoy comprometido hasta el fin.


«Pero no conmigo», pensó ella. Recordar eso era la única manera en la que podía aceptar la situación en la que se encontraban. Se sonrojó al recordar todos los detalles de aquella noche.


—No creo que te gustara repetirlo en mi estado actual.


—Al contrario, pero el médico me ha dicho que, por el momento, debo abstenerme.


— ¿Por qué te lo dijo? —preguntó Paula, escandalizada.


—Porque se lo pregunté.


— ¿Qué…? —se sofocó Paula, agradecida por la llegada de la comida.


—Prueba esto. Es como un puré de castañas, una especialidad de la zona — explicó mientras se lo daba a probar con su propio tenedor—. ¿Te gusta?


—Está muy bueno —afirmó ella mientras se preparaba para tomarse el pollo que había pedido y pensaba lo íntimo que le habría parecido a todo el mundo aquel gesto. Y lo había sido. Pero no tenía que hacerse ilusiones—. Pero todavía no entiendo por qué no me podía quedar en Inglaterra. Podrías haberme visitado allí.


—Estás realmente de mal humor. ¿Te ha cansado demasiado el viaje? — Preguntó con ansiedad—. Can Dala está sólo a una hora de camino, pero podemos pasar aquí la noche si quieres.


—Estoy bien —le aseguró.


El vuelo a Toulouse había sido bueno y no se había cansado por el viaje en coche porque Pedro había parado con frecuencia para que estirara las piernas.


—Para responder a tu pregunta de antes, te diré que quiero estar comprometido con este niño desde el principio. No quiero ser un padre de fin de semana.


— ¿Qué pasa conmigo? ¿No importa lo que yo quiera? —preguntó con frustración.


—Necesitas a alguien que te…


—Que me regañe —le interrumpió Paula.


—Me parece que todo lo que habrías hecho hubiera sido volver con Hay cuando se te hubieran curado los hematomas.


—Eso es asunto mío —replicó, echando chispas por los ojos.


—Háblame de él.


—No sé qué quieres decir —respondió ella, perpleja.


— ¿Acaso tiene una serie de características ocultas que sólo se descubren en una relación más íntima? Y tú las conoces todas, ¿verdad? ¿O es que tienes una vena masoquista y te atraen los brutos? —preguntó Pedro con frialdad.


—Yo nunca te dije que tuviera una aventura con Simón. Lo dijiste tú.


—¿Me vas a decir que no era así? ¿Por qué otra razón te veías con él en el aparcamiento? Aquello no fue un encuentro casual.


—¿Qué te pasa? ¿Te hizo daño pensar que salté de tu cama a la de otro? — preguntó con dureza—. Pensé que estabas seguro de que me había acostado con todos los empleados de Mallory’s. Aunque ahora no te tendrás que preocupar de eso. Estoy tan atractiva como una ballena —añadió, acariciándose el vientre.


—¿Te enfadaste conmigo cuando te enteraste?


—¿Enfadarme?


—Tenías tu futuro cuidadosamente planeado. Un hijo no era lo que habías planeado. Lo lógico sería que me echaras la culpa.


—¿Estás intentando que te diga que no quiero tener un hijo para que te puedas hacer cargo de él?


—¡Ya sé que quieres tener el niño! —exclamó con impaciencia—. Sé que es a mí a quien no quieres, pero no es de eso de lo que estamos hablando. En circunstancias ideales, un niño no vendría a este mundo por un descuido, pero no estamos viviendo en un mundo ideal.


—¡Qué profundo! —le espetó—. ¿Dice también en tu libro de frases sabias qué se hace cuando el padre de tu hijo no existe? Pedro Alvarado nunca ha existido.Y yo pasé la noche en cuestión con él. Si lo miramos de este modo, mi hijo no tiene padre.


—Pues no fue concebido por obra del Espíritu Santo —le contestó secamente, con un brillo frío en los ojos—. Debería haberte dicho quién era, deberíamos haber tomado precauciones…


—Yo debería haberte cerrado la puerta en las narices la primera vez que te vi.


—Pero no lo hiciste… Yo no lo hice, no lo hicimos. Aunque, para ser sincero, pensé que llevarías algún tipo de protección.


—No me pareció justo pedirte responsabilidades —explicó Paula, sorprendida por la manera en que se recriminaba por lo ocurrido.


—Dios mío, ¿por qué? Es culpa mía.


—Casi somos unos completos desconocidos… tú me desprecias. ¿Cómo podía decirte que estaba embarazada y que tú eras el padre? Pensé que no me creerías.


—¿De verdad es eso lo que pensaste?


—Sí, Pedro —respondió ella suavemente.


—La verdad es que no sé cómo habría reaccionado, pero no me diste oportunidad de comprobarlo. No nos diste la oportunidad ni a ti ni a mí. Sé que no tenías buena opinión de mí, pero, ¿de verdad pensaste que no aceptaría mi responsabilidad?


—No me gusta ser una complicación en la vida de nadie. Para mí, este niño no es ninguna complicación, es una bendición —dijo Paula con voz ronca.


«No quiero que te sientas obligado hacia mí, quiero que me ames», fue lo que en realidad le quiso decir.


—¿Y tu ambición? —preguntó Pedro mientras observaba la expresión del rostro de Paula con gran interés.


—Sé que me tienes encasillada en la imagen de una fulana malvada pero, si te hubieses molestado alguna vez en preguntarme, te habría dicho que mis ambiciones no van más allá de lo normal. Nunca sacrificaría mi vida personal para conseguirlas.


—¿No fue eso lo que hiciste cuando tu novio te abandonó por una mujer más complaciente?


—Eso —respondió ella con firmeza— fue su problema, no el mío. Puedo pasar sin un marido que se siente amenazado por las habilidades de su mujer.


—Me encanta tu modestia —musitó Pedro, reclinándose más en la silla para contemplarla mejor.


—Hacía muy bien mi trabajo —protestó Paula—. Incluso tú tienes que admitir eso.


—Tu devoción para el trabajo no es fácil de encontrar —asintió Pedro—. Pero Mallory’s no es el único lugar donde se podrían utilizar tus energías. El año que viene —añadió, mientras Paula se sonrojaba pensando a qué lugares se
refería—, vamos a lanzar una nueva clase de vino. Necesitaremos a alguien para que se encargue de la promoción y marketing.


—¿Me estás ofreciendo trabajo? —preguntó ella, tratando de ocultar lo que se había estado imaginando.


—¿Qué te pasa, crees que no vas a estar a la altura? —dijo Pedro, con un brillo en los ojos que daba a entender que sabía en lo que había estado pensando —. No me asusta tu talento, si es eso lo que te preocupa.


—Ya me has despedido una vez.


—Si recuerdo bien, presentaste tú la dimisión y, cuando se te dio la oportunidad de continuar, la rechazaste.


—¿Cómo sabes todo eso?


—Octavio lo mencionó.


—¿Por casualidad?


—Puede que yo preguntara. Si quieres que admita que me causaste una gran impresión, ya lo has conseguido.


—¿Qué dices? ¿Yo? —tartamudeó Paula.


—Me sería más fácil de aceptar si creyera que me intentaste seducir deliberadamente. Pero no creo que, aquella noche, tuvieras más control de la situación que yo. ¿Qué si me causaste sensación? —añadió con voz insinuante, mientras Paula temblaba—. Eras la personificación de mis fantasías eróticas. Eras cálida y sensual, pero me devolviste a la realidad de un golpe cuando me desperté a la mañana siguiente y ya no estabas. Cometí la misma equivocación que mi padre y confundí el deseo por otra cosa.


—Tú no fuiste una víctima pasiva, Pedro —respondió Paula temblando, mientras asimilaba las palabras que acababa de pronunciar.


—Supongo que, dadas las circunstancias, piensas que tú eres la víctima.


—No merece la pena buscar culpables. Estamos esperando un hijo —dijo ella con voz muy tranquila—, y supongo que eso es lo único que importa. Si no fuera así, no estaríamos aquí, juntos.


— ¿Por qué te fuiste con Hay, y no conmigo?


—Yo no me fui con él. Simplemente estaba allí cuando…


—No importa, eso ya no cambia nada —la interrumpió bruscamente.


Paula lo miró con frustración y retiró el plato. 


Pensó que, algunas veces, actuaba como si estuviera celoso, lo que era ridículo.




2 comentarios:

  1. Por qué no le dice todo de una vez Pau a Pedro? Cuántas intrigas en esta historia. Está buenísima.

    ResponderBorrar
  2. Que manera de pelear como perro y gato estos dos!!! Jajaja

    ResponderBorrar