domingo, 21 de abril de 2019

AMORES ENREDOS Y UNA BODA: CAPITULO 2




Luego, dio un paso adelante cuando ella se pinchó en el dedo con el alfiler.


Una pequeña manipulación de la verdad no le hacía sentir ningún remordimiento. A pesar del desfase horario producido por el viaje en avión y la lectura del testamento al que había tenido que asistir, de repente Pedro se sintió menos cansado. Ya se había dado cuenta de que Paula debía ser una joven muy astuta. Prueba de ello eran las instrucciones que le había dejado su tío para que él le entregara su parte de la herencia personalmente. En cualquier caso, ella no era lo que había esperado.


Realmente, valdría la pena descubrir qué era lo que ella tenía para que el viejo zorro de Oliver la hubiese encontrado tan atractiva, más allá de lo que estaba a la vista, pensó mientras fruncía cínicamente los labios. En realidad, no le importaba darle el dinero, sólo quería saber cómo había engatusado a su tío.


Hasta entonces el viaje no había resultado tan fácil como había anticipado.


Había esperado encontrar a una heredera ya instalada en el trono de su tío. Pero era evidente que no era así. Le irritaba pensar que tendría que pasar más tiempo en Londres de lo que había esperado en un principio. No tenía ganas de verse envuelto en asuntos que no le interesaban.


Desde que había llegado, el mismo nombre le había asaltado constantemente, primero en el bufete del abogado y luego en Mallory’s. Era más que sospechoso que ella fuese la única persona que pareciese conocer una información esencial.


El estar cara a cara con la amiga de su tío le había causado una pequeña conmoción, pero unos ojos grandes y un halo de inocencia no le iban a engañar.


—Permíteme —se ofreció cortésmente, mientras le quitaba las flores de las manos.


Su apariencia joven e inocente debía de haberle parecido muy atractiva a un hombre ya maduro, aunque todavía fuerte. Pensó que sin duda Paula sabía cómo manejar todos sus encantos y, aunque sonreía, un sentimiento de repugnancia se fue apoderando de él. Su interés se estaba acrecentando mucho más de lo que, si era sincero, quería admitir.


¿Cómo reaccionarían sus amigos y su familia si supieran que él, Pedro Alfonso, que siempre se comportaba con una lógica fría y aplastante, estaba listo para embarcarse en aquella extraña cita a ciegas? Intentaba justificar sus actos diciéndose que descubriría mucho más sobre ella si Paula no lo consideraba un peligro.


Ella se quedó quieta mientras le colocaba el prendido de flores en la chaqueta. Era el tipo de prenda pensada para llevar sin nada debajo y, aunque el escote era discreto, su forma en pico insinuaba más de lo que cubría.


—Ya está.



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