miércoles, 27 de marzo de 2019

EN APUROS: CAPITULO 29





Paula se sentó en el borde de su cama para revisar sus notas. Se había pasado el día perdiendo el tiempo, eludiendo la tarea que le había llevado hasta allí. El reportaje sería un fracaso si ella no se esforzaba para que tuviera garra, chispa; sin embargo, era incapaz de concentrarse… y todo por culpa de aquel dichoso beso.


«¡Supéralo, boba! Solo ha sido un besito de nada!». Se repitió por milésima vez que nadie en su sano juicio calificaría aquel gesto de apasionado… poco profesional en todo caso, pero en absoluto lujurioso.


Suspiró preocupada. Por mucho que se esforzara por racionalizar lo ocurrido, se sentía terriblemente avergonzada. Y no por haberle besado, sino porque después de hacerlo se quedó deseando ir un poco más lejos. Cerró los ojos para evocar aquella mínima caricia, recordar el olor de su piel. Se imaginó que su cabeza reposaba en su pecho, que él le asía con firmeza y que la besaba, la besaba de verdad… A partir de ahí su imaginación se disparó…


No, no podía seguir por ese camino. Tenía que darse cuenta de que se estaba dejando seducir por aquella seductora atmósfera familiar. Pedro era un padre maravilloso, justo el que le hubiera gustado a ella tener.


Le admiraba sobre todo como padre, no como hombre o como amante. Aquel besito no tenía la menor importancia y más le valía comportarse como si no hubiera ocurrido nunca.


Y asegurarse de que no volviera a repetirse jamás.


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