lunes, 25 de febrero de 2019

PAR PERFECTO: CAPITULO 48



Paula lloró en la cama durante horas, hasta que la interrumpió una llamada de teléfono de su madre, que empezó a consolarla en cuanto Paula acabó de contarle toda la historia entre hipidos. Le contó a su madre que amaba a Pedro y que lo había estropeado todo.


—Ya volverá, cariño —le contestó su madre—. Él te quiere.


—¿Qué? —preguntó ella, incrédula a pesar de la desesperación.


—Oh, Paulita... cómo si no te hubieras dado cuenta. Claro que te quiere.


Aquello le provocó a Paula un nuevo ataque de llanto y tuvo que colgar.


Al cabo de un rato, pensó en su madre, que estaría en casa preocupada por ella. Imaginó que habría ido al estudio de su padre y lo habría sacado de su trabajo llena de ansiedad. Su padre habría escuchado con atención académica mientras la frente se le arrugaba. Ella era su única hija, el eje de su mundo.


Intentó imaginar a Jonathan, su brutal y burlona mirada, su tono aterrado, y se hizo un ovillo en la cama como si fuera una niña pequeña y se le acercara un gigante listo para levantar el puño y empezar a golpear a un inocente.


Aún le palpitaba la mano que había golpeado a un inocente cuando Pedro abrió los ojos y volvió a cerrarlos casi de inmediato para encerrar los recuerdos: los golpes de su padre y el golpe que le había dado a Paula. A Pedro le ardía la mano y deseó que su piel fuera capaz de recordar únicamente la suavidad de su piel la noche anterior. Se encogió en la cama y trató de recordar, y de olvidar.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario