viernes, 11 de enero de 2019

AL CAER LA NOCHE: CAPITULO 28




Paula intentaba concentrarse en lo que Mateo le estaba diciendo, pero no era capaz de dejar de pensar en Pedro. Era innegable la atracción que había entre ellos, pero tenía la sensación de que él siempre estaba luchando contra ella. Si no hubiera aparecido Mateo, habrían terminado el uno en los brazos del otro. Pero probablemente Pedro se habría separado de ella como lo había hecho la noche anterior, dejándola frustrada y preguntándose qué le pasaba realmente a aquel hombre. Paula sospechaba que la mujer de la fotografía tenía mucho que ver con su renuencia a involucrarse en una relación.


O quizá el problema fuera la historia de su familia. Paula nunca había imaginado que pudiera haber algo peor que no tener una familia. Pero ya no estaba tan segura.


—¿Y a qué se dedica una periodista tan atractiva como tú cuando no anda detrás de una noticia? —preguntó Mateo, cuando giraron hacia la carretera que llevaba al campo de tiro.


—Últimamente me he dedicado a ordenar los armarios de la casa en la que vivo.


—Así que mucho trabajo y poca diversión. Eso no es bueno para una mujer.


—Ya lo sé. Y me hace sentirme como una periodista aburrida.


—Quizá necesitas encontrar a una persona que lleve un poco de diversión a tu vida.


—La verdad es que no la estoy buscando.


—¿Y estás saliendo con alguien especial?


—Últimamente no tengo mucho tiempo para citas.


Mateo se detuvo en la puerta del campo de tiro.


Estaba abierta, aunque el único coche que había en su interior era el de Paula.


—No estarás interesada en Pedro Alfonso, ¿verdad?


—¿Por qué lo preguntas?


—Tengo la sensación de que hay algo entre vosotros.


—¿Y qué si lo hubiera? Pedro no está casado… —se interrumpió de pronto al recordar la fotografía—. No está casado, ¿verdad?


—No, pero no creo que enamorarse de ese tipo sea una buena idea.


Era una extraña observación, procediendo además de un compañero de trabajo.


—¿Qué tiene de malo Pedro?


—Nada… Como policía.


—¿Pero no crees que sea el tipo adecuado para una cita?


—No, para ti.


Mateo paró el coche al lado del de Paula.


—No estoy pensando en tener ninguna clase de relación con Pedro. Pero, si así fuera, ¿qué te hace pensar que no es el hombre adecuado para mí?


—Nada en especial. Creo que no funcionaría.


—¿Pedro está saliendo con alguien?


—No debería haberte dicho nada. Será mejor que lo dejemos ahí, y te agradecería que no le comentaras a Pedro la conversación que hemos mantenido. Es un buen tipo. Si quieres arriesgarte, adelante.


«Dejémoslo ahí». ¿Por qué la gente siempre decía eso después de sembrar la duda?


—Si sabes algo sobre Pedro que crees que debería saber, dímelo, Mateo. No me gustan los juegos. Pierdo incluso haciendo solitarios.


—Si haces solitarios es que pasas mucho tiempo sola, Paula.


—¿Quién es Natalia?


—¿Qué sabes de ella?


—He visto su fotografía en casa de Pedro. ¿Es alguien con quien estuvo saliendo?


—Lo era. Está muerta, Paula. Murió hace siete años. Si quieres saber algo más sobre ella, deberías preguntárselo a Pedro. Y ahora, vete directamente a casa.


—¿Por qué?


—Se supone que tengo que asegurarme de que llegues a casa sana y salva. Así que te seguiré. Te lo digo para que no pienses que el que te sigue es el asesino.


—Gracias.


Paula se estremeció mientras salía del coche. Las imágenes de Pedro, cedieron paso a las de los dos cadáveres encontrados en la ciudad. Un policía de Prentice iba a seguirla hasta casa. 


Ella estaba segura aquella noche, ¿pero podían decir lo mismo las otras mujeres de la ciudad? ¿Se convertiría alguna de ellas en la víctima de un asesino aquella noche?


De un asesino al que nadie podía identificar. 


Nadie, excepto una mujer que tenía demasiado miedo para hablar.


—He cambiado de opinión, Mateo. No voy a ir directamente a casa. Pasaré antes por el hospital para ver a Tamara.




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