viernes, 7 de diciembre de 2018

PASADO DE AMOR: CAPITULO 22




El Longneck estaba bastante lleno cuando llegaron un poco después de las ocho, había algunas parejas bailando al son de la música y casi todas las mesas estaban ocupadas.


—Vaya, está bastante lleno para ser miércoles —comentó Paula acercándose a Pedro para que la oyera por encima de la música.


Pedro la había tomado de la cintura, pero Paula se dijo que no tenía ninguna importancia, que era un gesto corriente para impedir que se perdiera entre la multitud.


—Pues lo tendrías que ver los viernes y los sábados —contestó Pedro sonriéndole.


Paula sonrió también.


Era una maravilla salir en Crystal Springs, donde no tenía que ponerse tacones altos ni diamantes ni tomarse cócteles de lo más glamurosos.


Allí, en Ohio, los vaqueros eran una prenda de lo más respetable para salir a tomar una copa, que nunca era una copa sino una cerveza bien fría.


Paula llevaba mucho tiempo sin adentrarse en aquel ambiente y la sorprendió sobremanera lo cómoda que se sintió inmediatamente. Incluso la música country, que normalmente le daba dolor de cabeza, le estaba gustando.


—¿Han llegado ya tus amigas? —preguntó Pedro.


—Sí, allí veo a Jackie —contestó Paula avistando a su amiga, que estaba sentada en una mesa esperando con una cerveza y una bandeja de nachos.


—¡Hola! —exclamó Jackie lanzándose a los brazos de su amiga en cuanto la vio—. ¡Cómo me alegro de verte! ¡Cuánto te he echado de menos!


—¡Yo también te he echado mucho de menos! —contestó Paula sinceramente—. Estás maravillosa.


—¿Yo? —dijo Jackie mirándose las caderas—. Bonita, tengo cuatro hijos, así que dejé de estar estupenda hace mucho tiempo.


Era obvio que su amiga estaba de broma y que se encontraba muy bien consigo misma, así que Paula se sintió lo suficientemente cómoda como para reírse.


—No digas eso, estás estupenda, tienes cuatro hijos maravillosos y un marido increíble y eres una de las mujeres más afortunadas de este lugar.


—Sí, tienes razón —contestó Jackie sonrojándose—. Desde luego, tú sí que estás envidiable. Los Ángeles te sientan de maravilla.


—Mira, supongo que te acordarás de Pedro Alfonso —le dijo a su amiga.


—Claro que me acuerdo —contestó Jackie estrechándole la mano—. ¿Qué tal estás, Pedro?


—Muy bien, ¿y tú?


Charlaron durante un rato hasta que Paula vio a Gail en la puerta y le hizo señales con la mano para que fuera hacia ellos. A continuación, volvió a hacer las presentaciones pertinentes.


—Me voy a quedar un rato por aquí tomándome una cerveza y charlando con gente que no veo hace tiempo —comentó Pedro—. Así que, cuando me vaya a ir a casa, te lo digo y, si te quieres venir conmigo, te vienes y, si no, supongo que una de tus amigas te podrá acercar.


Paula asintió y se sintió muy extraña cuando Pedro se alejó dejándola a solas con Jackie y con Gail.


Sin embargo, se dijo que le apetecía un montón charlar con sus amigas y que no debía permitir que sus sentimientos confusos sobre Pedro le arruinaran la noche.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario