miércoles, 5 de diciembre de 2018

PASADO DE AMOR: CAPITULO 15




Paula tenía de nuevo veintiún años y estaba en su último año de universidad, tenía suficiente edad para beber y se sentía muy segura de sí misma e invencible.


Lo más importante era que estaba enamorada y, por fin, después de tantos años de soñar y de desear, ahora estaba convencida de que él también estaba enamorado de ella.


Había vuelto a Crystal Springs para pasar el fin de semana y ver a sus padres y había terminado yendo a un partido de fútbol con su hermano, su novia y Pedro.


Después del partido, se había ido con Pedro a tomar algo y había terminado haciendo el amor con él. La primera vez había sido en un coche, pero a Paula le daba exactamente igual porque le había parecido absolutamente perfecto.


Desde entonces, no dejaba de sonreír. Incluso sus amigas se habían dado cuenta y no paraban de preguntarle por los detalles.


Sin embargo, Paula no les contaba nada porque la experiencia era demasiado nueva para ella, demasiado especial, demasiado íntima y personal. Era algo que había compartido con Pedro, era algo de los dos y quería que siguiera siéndolo durante un tiempo.


Sin embargo, unos días después de la vuelta a la universidad tras aquel fin de semana, su felicidad había comenzado a evaporarse porque creía que Pedro la iba a llamar y no había sido así.


La siguiente vez que llamó a casa, habló con su hermano e intentó enterarse sutilmente de si Pedro había preguntado por ella, pero Nico no parecía saber nada y Paula no quiso que sospechara.


Así que se dijo que Pedro la llamaría tarde o temprano, pero los días fueron pasando, se convirtieron en semanas y Pedro nunca llamó.


Entonces, un día Paula comenzó a tener náuseas, pero no se extrañó porque todo el campus andaba con una gripe gastrointestinal.
Sin embargo, cuando todos sus amigos se curaron y ella no, se dio cuenta de que estaba embarazada.


Estaba embarazada de Pedro.


Aquello la dejó de piedra, por supuesto.


Solamente le quedaban unos meses de estudios, pero, ¿cómo iba a ejercer la abogacía con un recién nacido a su cargo? ¿Cómo se lo iba a contar a Pedro? ¿Qué dirían sus padres cuando se enteraran?


Sin embargo, tampoco pudo evitar preguntarse si la maternidad no sería maravillosa y si, al enterarse de que iba a ser padre, a Pedro no le parecería una idea estupenda casarse cuanto antes.


Sí, Paula comenzó a soñar despierta con la posibilidad de casarse con Pedro e irse a vivir a una casita a Crystal Springs, donde podría dar a luz a su hijo tranquilamente, terminar sus estudios y buscar trabajo en algún bufete de la zona.


Su más alta aspiración en la vida había sido siempre casarse con Pedro y formar una familia con él, así que tampoco pasaba nada por empezar antes de lo previsto.


Sí, tenía que volver a casa cuanto antes y contárselo a Pedro. Así, él tendría oportunidad de explicarle por qué no se había puesto en contacto con ella porque, por supuesto, tenía que haber una explicación lógica.


Aquella idea la animó profundamente y Paula siguió con su vida normal hasta que una mañana, mientras se estaba vistiendo para ir a clase, sintió un terrible dolor en el bajo vientre y, al pasar al baño, comprobó que estaba sangrando.


Sin importarle que sus amigas se enteraran de que estaba embarazada, salió a pedirle a su compañera de habitación que la llevara al hospital.


Demasiado tarde.


Había perdido el bebé.


Después de aquello, Paula se pasó semanas llorando, las notas empezaron a flojear porque no iba a clase y suspendía los exámenes y, aunque sus amigas intentaban consolarla, se sumió en una profunda depresión.


Entonces, comenzó a culpar a Pedro de todo lo que le estaba sucediendo por haberle arrebatado su virginidad sin inmutarse y haberla dejado sola con las consecuencias.


Se conocían de toda la vida y aquel canalla no había tenido la delicadeza de llamarla ni una sola vez por teléfono.


¿Acaso no se le había pasado por la cabeza que podía haber quedado embarazada y necesitaba su apoyo?


No, típico de los hombres, que solamente buscaban placer y huían de la responsabilidad.


Aunque no había tenido tiempo de contarle a Pedro que estaba embarazada, Paula empezó a culparlo también del aborto porque, de haber estado a su lado, habría podido llevarla al hospital y el niño se habría salvado o habría vuelto a Crystal Springs con él hacía semanas y no habría tenido que seguir soportando un horario de clases agotador.


Aunque hubiera perdido al bebé de todas maneras, se habrían dado apoyo el uno al otro y hubieran estado juntos, quizás planeando tener otro hijo en el futuro.


Pero no, Paula estaba sola y pasándolo fatal y todo era culpa de Pedro.




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