domingo, 30 de diciembre de 2018

EL SOLTERO MAS CODICIADO: CAPITULO 34




-¿Que te retiras del caso? ¿Te has vuelto loca?


Paula puso una mueca al oír el grito de Malena y se apartó ligeramente el teléfono de la oreja. Se había pasado toda la noche preparándose para la reacción de su hermana.


-Lo siento, Malena, pero no voy a cambiar de opinión. Nunca debí aceptar este caso.


-¿Se te ha olvidado cuánto trabajo nos pueden proporcionar Gaston y Agnes Tierney? Podría acabar siendo socia de su empresa, y me aseguraría de que todas nuestras investigaciones se te encargaran a ti. Vale la pena acabar ésta, ¿no?


-He perdido mi... imparcialidad.


-¿Tu qué?


Paula se esforzó por encontrar su voz. El sol de la mañana no había sofocado su torbellino emocional. Quería volver a ver a Pedro. Lo necesitaba más que nunca. Y rezaba porque Gaston Tierney no hubiera oído hablar a Frankie del caso de Sharon Landers.


-Paula, esto no será por Pedro Alfonso, ¿verdad?


-Sí -susurró ella.


-¿Lo has visto? ¿Has hablado con él?


-Sí. No creo que sea culpable de negligencia, y no quiero contribuir a destruir su reputación.


-¡No puedo creerlo! Has permitido que te encandile con esa sonrisa suya, y ahora...


-No quiero discutir esto, Malena. Estoy fuera del caso.


-Te das cuenta de cómo van a tomarse esto los socios, ¿verdad? Cuando les diga que tenemos que contratar a otro investigador, pensarán que no eres digna de confianza y no volverán a encargarte ningún caso importante. E incluso podrían demandarte por romper el contrato. Tendrás suerte si alguien vuelve a ofrecerte trabajo. Paula... no te habrás enamorado de él, ¿verdad? -le preguntó. Al no recibir respuesta soltó un suspiro-. Espero que no te estés buscando problemas. Te mereces encontrar a un buen hombre, pero no creo que Pedro Alfonso sea el adecuado.


-No te preocupes por mí, Malena -dijo Paula con toda la firmeza que pudo-. Ya casi lo he superado. Hoy me voy a casa, y seguramente no vuelva a verlo en años, o tal vez nunca.


Sólo de pensarlo sintió una punzada de dolor.


 ¿Cómo había podido enamorarse tan desesperadamente de él? ¿Cómo había sucumbido a algo tan superficial como su encanto?


Fuera como fuera, no podía dejar de pensar en todo lo que habían compartido.


-Está bien, hermanita -aceptó Malena-. Estás oficialmente fuera del caso. Pero, ¿te importaría pasarte por casa de los Tierney y aclarar las cosas por mí? Agnes se llevará una gran decepción. Me llamó para decirme lo mucho que le gustabas. Y a Gaston no le hará ninguna gracia el retraso. Diles que ha surgido una emergencia.


-No les mentiré, Malena. Pero les pediré disculpas y les aseguraré que encontrarás a alguien mejor.


-Gracias. Y, Paula, si me necesitas llámame, ¿de acuerdo? Puedo estar ahí en un santiamén.


Paula se despidió y, tras llamar a Agnes y concertar una visita, hizo el equipaje y llevó las maletas al coche. Pero entonces se encontró que la puerta del Mercedes estaba abierta, y cuando miró en el salpicadero, vio que su maletín había desaparecido.


Alguien le había robado todos los trapos sucios que había reunido contra Pedro Alfonso.



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