viernes, 28 de diciembre de 2018
EL SOLTERO MAS CODICIADO: CAPITULO 25
Tal y como prometió, se había marchado antes del amanecer.
Paula había estado tan agotada física y emocionalmente que apenas se dio cuenta. Se había quedado dormida entre sus fuertes brazos, y cuando sintió que su calor masculino la abandonaba había alargado los brazos en la oscuridad para intentar retenerlo. Él la había besado y le había susurrado unas palabras de despedida, y ella había vuelto a dormirse.
A la luz del día, el recuerdo de lo sucedido la mantuvo tensa y preocupada durante el desayuno en el comedor del hotel. Por suerte, nadie mencionó el incidente del merodeador y nadie pareció haber visto salir a Pedro Alfonso.
Aquella tarde, sin embargo, tendría que verlo en el picnic del Día del Trabajo.
¿Cómo reaccionarían al verse delante de toda la comunidad? ¿Podría ella mirarlo sin que su cuerpo respondiera al recuerdo de la íntima pasión compartida? ¿Significaría algo para él?
Casi se atragantó con el café. ¡Claro que no! No había significado nada para ninguno de los dos.
Sin acabar el desayuno, recogió su maletín y corrió al aparcamiento. Tenía que reunirse con Agnes aquella mañana, hablar con los demás en el picnic y encerrarse en su habitación con un buen libro hasta la reunión del martes con el personal del hospital.
Luego volvería a Tallahassee para seguir la investigación desde allí. Y no permitiría que ningún asunto personal interfiriera en su trabajo.
Al ver el Mercedes beige de su hermana en el garaje se detuvo en seco. Pedro lo había limpiado en mitad de la noche, y luego había tirado guijarros a su ventana y había escalado el balcón para hacerle el amor hasta el amanecer.
Se sentó al volante y se frotó contra el asiento de cuero. ¿Cómo podía seguir adelante como si nada hubiera sucedido? Le gustara admitirlo o no, Pedro la había afectado profundamente. Y le hacía recordar lo mucho que ella lo había querido... aunque sólo fuera como amiga.
Tras unos momentos de duda tomó una decisión: buscaría la verdad y nada más que la verdad. No le ofrecería a Malena ningún arma para usar contra Pedro, a menos que la verdad en sí misma pudiera ser un arma. De ser así, Pedro se habría buscado los problemas él sólo.
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