lunes, 22 de octubre de 2018

BUSCANDO EL AMANTE PERFECTO: CAPITULO 1




Sexo como segunda lengua. Un blog sobre las hazañas sexuales de una chica estadounidense en Europa.


¿Podrías afeitarte el trasero? (o Por qué tuve que salir de Grecia a mayor velocidad que la de los trenes locales)




Tenía las piernas fuertes y musculosas de un jugador de fútbol y la oscura mirada de un 
hombre poseído de un profundo anhelo. Y yo tenía que saber si lo que estaba anhelando era otra copa de ouzo a la salud del triunfo de Grecia en el Mundial de fútbol… o a mí.


Debí habérmelo imaginado. Después de haber roto con mi novio, me sentía despechada, y el despecho no suele ser un buen criterio a la hora de juzgar a alguien. Además, los amantes perfectos no te caen de repente del cielo y se sientan en tus rodillas. Porque eso fue lo que él hizo literalmente: sentarse en mis rodillas una noche, en el bullicioso bar en el que trabajaba.


No, en el mundo real a los grandes amantes cuesta encontrarlos. Exigen además un largo tanteo, un cultivo prolongado de la relación. 


Extremadamente raro es el hombre que
conoce todos los pasos adecuados que hay que dar en una primera cita.


Y no hay peor sorpresa que descubrir que el tipo con quien estás dispuesta a perder la vergüenza tiene el trasero peludo. Estoy hablando de una manta de pelos que le cubría ambas nalgas. Jamás había visto nada parecido, y espero no volver a verlo nunca.


No sabía cómo escapar de la situación. Mi primer pensamiento fue fingir un retortijón de estómago y salir de allí antes de que me partiera de risa, pero el tipo estaba tan bien dispuesto, tenía tantas ganas, estaba tan… duro. A esas alturas, interrumpir aquello habría sido una crueldad.


Así que decidí evitar tocarlo o mirarle el trasero. Con eso habría salido del mal paso, ¿verdad? Pues no. Resultó que el tipo tenía un espejo encima de la cama.


Y lo que en circunstancias normales habría añadido un toque de diversión a nuestra proeza sexual, en mi caso fue como ver un documental sobre la sexualidad de los gorilas.


Quizá no sea una descripción muy inspirada, pero lo cierto es que me faltan las palabras.


Digamos que se imponía un cambio de postura, para no tener que mirar aquel espejo más ni un segundo más de lo necesario.


Os ahorraré los detalles más escabrosos. Sólo quería mencionar este episodio para explicaros por qué tuve que abandonar Grecia, un país donde he pasado cerca de un año y donde he tenido seis amantes… todos ellos demasiado peludos.


Comentarios:
1. Juno dice: ¡ajjj! ¡Pelo en las nalgas!

2. Mariana dice: pobrecita. Espero que en Italia te diviertas más.


3. Calidude dice: ¿tienes alguna foto que colgar?


4. Eurogirl dice: no, lo siento, no se permiten fotos. Debo respetar la intimidad de los implicados. Es por cosas como ésta por lo que no tengo ganas de instalar una cámara en mi dormitorio.


5. Anónimo dice: conozco la verdadera razón por la que abandonaste Grecia, y no tiene nada que ver con ese tipo.





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