domingo, 9 de septiembre de 2018

PERSUASIÓN : CAPITULO 39




¡A la mañana siguiente Paula era libre! Y con cada kilómetro que su Datsun iba devorando, la cabaña quedaba cada vez más lejos. ¿Por qué, entonces, no se sentía mejor? Había logrado lo que quería. Tenía su automóvil, casi todo su orgullo, y estaba lejos del tremendo poder de la influencia de Pedro. ¿Por qué persistía esa sensación de desazón?


Con una decidida sacudida de su oscura cabeza, Paula entrecerró los ojos para protegerlos del brillo del sol que salía y pisó aún con más fuerzas el acelerador. Estaba libre. 


Libre de volver a reanudar su vida donde se había interrumpido, libre de ir y venir por donde y cuando quisiera y de marcharse cuando le diera la gana.


Sólo que la libertad física es mucho más fácil de conquistar que la libertad emocional, hecho que Paula aprendería por el camino más duro en los días siguientes.


Deliberadamente se mantuvo alejada de la agencia pues no quería tener que explicarle a Marcia la razón de que hubiera regresado tan pronto, y los días parecieron alargarse eternamente. Después, el lunes, en un trabajo que hubiera debido resultarle extremadamente interesante y estimulante, estuvo extrañamente aletargada.


Durante las dos semanas siguientes su vida fue como un viaje en una gigantesca montaña rusa; sólo que las subidas no fueron muy altas y las caídas fueron espantosas.


¡No podía sacarse a Pedro de la mente! Y era peor, mucho peor de cuando lo vio por primera vez. No importaba lo que hiciera, adonde fuera o con quién estuviese, sus pensamientos estaban constantemente dirigidos a él, a su aspecto, a la sensación de tenerlo cerca, al sonido de su voz. 


Todo lo que había sucedido en la cabaña pasaba por su mente una y otra vez. ¡Hasta se sorprendió echando de menos a Príncipe!


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