viernes, 14 de septiembre de 2018

AÑOS ROBADOS: CAPITULO 12





Pedro se quedó de pie en el aparcamiento, respirando entrecortadamente y no se movió hasta que no dejó de ver las luces traseras del coche de Paula, hasta que logró respirar con normalidad.


Había estado a punto de levantarle esa falda negra, de bajarle la ropa interior y de poseerla por detrás.


¿Pero qué demonios estaba haciendo?


Se cubrió la cara con las manos. ¿No se había recordado antes que tenía dos hijas pequeñas que confiaban en que no cometiera idioteces?


Hacerlo con Paula en el aparcamiento no habría sido la mejor elección.


Caminó hacia su coche sintiéndose frustrado consigo mismo, frustrado en general porque aún la deseaba.


Paula le había sorprendido. Sin duda, era la mujer más sexy que había visto nunca. Abrió la puerta del coche y metió la llave en el contacto. Al instante, volvió a pensar en lo que había estado a punto de hacer… ¡Maldita sea!


Estaba actuando como un insensato y eso lo odiaba porque había estado luchando contra ello toda su vida. Su padre le había dicho que nació siendo malo y casi había empezado a creerlo hasta que conoció a Paula.


Siempre había sospechado que había una ardiente atracción entre los dos y se había mantenido alejado después… después de aquella noche. Se pasó la mano por la cara. 


Después de que ella le hubiera salvado la vida, él le había prometido al padre de Paula que jamás volvería a relacionarse con ella. Había mantenido esa promesa, a pesar de haber visto dolor en sus ojos cuando, tras volver a casa para cursar su último año en el instituto, apenas le dirigió la palabra a su amiga.


Pero ahora eran adultos y él ya no era ese adolescente rebelde. Las promesas podían tener fecha de caducidad, pero de todos modos, no tenía nada que ofrecerle a Paula. Él la conocía. A pesar de lo que ella había dicho en el programa, sabía que querría una relación, un hombre que pudiera ofrecerle más que un buen rato entre las sábanas. Lo merecía. Merecía todas esas cosas que él también había deseado un día. Pero, ¿qué obtendría Paula estando a su lado? Nada más que unos momentos robados en un aparcamiento.


Con una gran fuerza de voluntad, dejó de pensar en Paula y en cuánto la deseaba.




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