jueves, 27 de septiembre de 2018
A TU MERCED: CAPITULO 21
¿Fría y profesional? Oh, por favor. Menuda broma. Dejando escapar un suspiro, Paula se miró al espejo. El pálido rostro y el pelo aplastado eran horribles, pero mucho peor era el recuerdo de la criatura lasciva que se había apretado contra Pedro unos minutos antes.
Estaba avergonzada, pero no podía negar el placer que había sentido. El placer prohibido y delicioso de besarlo, de sentir el duro cuerpo masculino contra el suyo.
Y el absurdo de creer por un momento que era una situación normal: un hombre y una mujer que se atraían el uno al otro.
Cerrando los ojos, apoyó la cabeza en la pared un momento antes de abrir el grifo del lavabo para mojarse la cara. Pedro estaba jugando con ella. La había llevado a San Silvana decidido a demostrar que no era más que una niña miniada sin una onza de talento, pero quizá empezaba a temer estar equivocado.
Y eso no podía ser, claro. Pedro Alfonso moriría antes de reconocer que había cometido un error.
Prefería seducirla. Aunque había dejado claro que no la encontraba atractiva, prefería besarla sólo para minar su profesionalidad y hacer que fracasara en la presentación.
Y casi lo había logrado.
Después de secarse con la toalla miró alrededor, buscando algo que pudiera ponerse… y encontró una preciosa bata azul de seda que colgaba de una percha. Al ponérsela se quedó sorprendida. Era mucho más que una bata, era una prenda delicada y elegante que hacía que sus ojos pareciesen casi de color aguamarina.
Aunque eso no ayudaba mucho porque el pelo corto caía empapado sobre su cara y su rostro, en protesta después del baño de agua fría, brillaba como un desastre nuclear.
Genial, pensó, atándose el cinturón antes de abrir la puerta. Era una diseñadora de moda a punto de hacer una presentación y estaba hecha un desastre. Un día, pensó, recordaría aquello y se echaría a reír.
Pero no creía que eso pudiera pasar en mucho tiempo.
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