lunes, 6 de agosto de 2018
¿PRÍNCIPE AZUL? : CAPITULO 33
El jueves amaneció gris y lluvioso, a juego con el sombrío humor de Pedro. Paula bien podía haber desaparecido de la faz de la tierra. La había llamado a todas partes, dos veces a la casa de Georgina, pero ella le había dicho que no había sabido nada de Paula. No sabía si creerla o no. Había estado a punto de confesarle sus planes, pero al final no lo había hecho.
Ya tenía que salir para el estadio. Contemplando el teléfono, cedió a un último impulso y llamó una vez más a Georgina.
—¿Diga?
—Georgina, soy Pedro otra vez. Mira, no voy a preguntarte si sabes algo de Paula. Pero si es así, simplemente dile que la necesito.
—¿Para el segmento del certamen de bandas de música?
—Sí —respondió con tono áspero.
Siguió un momento de silencio.
—Pareces cansado.
—No he dormido en toda la noche.
—No has dormido en toda la noche —repitió Georgina.
—¡Y me gustaría que mi productora estuviera aquí para producir! —le espetó Pedro, y de inmediato pidió disculpas—. Perdona.
—No te preocupes; lo comprendo. Dependías de Paula y ella te ha dejado colgado.
—No es eso. Ella grabó alguna...
—No es propio de ella abandonar antes de dar por terminado un trabajo. Es algo muy poco profesional.
—Me doy cuenta de que su prioridad es el especial de San Valentín —Pedro cerró los ojos y continuó con tono suave—: Sólo quiero asegurarme de que se encuentra bien.
—Estoy segura de que se encuentra bien. Le transmitiré tu mensaje cuando la vea.
—Gracias, Georgina —colgó el teléfono y se lo quedó mirando, cuando de pronto sonó otra vez—. ¿Diga? —contestó, pensando que tenía que ser Paula.
—¿Señor Alfonso?
—¿Sí?
—Llamo de la imprenta Kwik. ¿Va a recoger las tarjetas que ha encargado, o debo entregárselas en el estadio?
Eran los tarjetones color rosa de su petición de matrimonio a Paula. Ya no los necesitaba y por un momento pensó en cancelar todo aquello.
Pero la gente se había esforzado por ayudarlo.
Sería mejor seguir adelante y decirles más tarde que la cosa no había funcionado.
—Envíe las tarjetas al estadio. Gracias.
Al mediodía, justo a las doce, le pediría a Paula que se casara con él. Pero ella no lo vería.
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