jueves, 2 de agosto de 2018

¿PRÍNCIPE AZUL? : CAPITULO 18




Hartson Flowers era probablemente lo mejor que le había sucedido a Roperville, Texas, pensaba Paula mientras esperaba la seña de Julian. Se encontraban en la marina del pueblo, donde Pedro estaba gestionando los permisos y Paula se disponía a hacer su presentación. Julian le hizo una seña para que comenzara.


—Estamos aquí, en el este de Texas, para nuestra tercera petición de matrimonio —esbozó una mueca—. Lo siento. No sabemos en qué orden las vamos a mostrar. Empezaré de nuevo —se irguió, miró a la cámara y volvió a sonreír—. Estamos aquí, en el precioso pueblo de Roperville, al este de Texas, famoso por tener uno de los mejores lagos de pesca de todo el estado. Detrás de mí pueden ver el lago Roper, donde nuestro futuro novio, Leonardo Baker, pretende declararse a Debbie Silsby a bordo de un velero.


Paula continuó presentando a la pareja, hasta que le dijo a Julian que cortara.


—¡Me estoy helando! —miró el cielo oscuro y las aguas agitadas del lago—. Deberíamos repetir esta introducción cuando el tiempo mejore —tuvo que levantar la voz para hacerse oír por encima del fuerte viento.


Corrió hacia el refugio de la marina, encontrándose con Pedro cuando éste salía.


—¿Está todo listo? —le preguntó ella.


—Sí —levantó la mirada al cielo, pero no dijo nada. Tampoco tenía necesidad.


—Vámonos al hotel. Llevamos horas aquí y me estoy muriendo de hambre —y corrió hacia el coche.


—También tienes frío. ¿Por qué no te has puesto un impermeable? —le preguntó Pedro mientras le abría la puerta del vehículo.


—Porque no queda bien frente a la cámara —Paula se acomodó en el interior, abrazándose.


Pedro cerró la puerta, y se detuvo a hablar con el equipo antes de reunirse con ella en el coche.


—No vamos a quedarnos en el mismo lugar. El hotel estaba lleno, pero he encontrado una pensión bastante apropiada.


—Me conformo con cualquier lugar donde pueda tomar un buen baño caliente —se frotó los brazos.


Pedro sonrió y ella le devolvió la sonrisa antes de ponerse a mirar por la ventanilla. El día anterior habían trabajado durante horas para definir su tercera petición de matrimonio. Y la mañana siguiente se la habían pasado conduciendo, de manera que habían llegado a Roperville por la tarde. Habían trabajado de manera eficaz y profesional, colaborando sin ningún problema.


Pero era como si el beso de aquella noche nunca hubiera existido.


Paula intentó decirse que eso era lo que había querido, pero tenía que admitir que estaba disgustada. Quizá más que disgustada. El hecho de haberla besado... ¿tan poco significaba para Pedro? ¿Acaso no estaba nada afectado? 


Y... ¿volvería a besarla otra vez?




No hay comentarios.:

Publicar un comentario