miércoles, 25 de julio de 2018
CONVIVENCIA: CAPITULO 34
Pedro intentó seguirla, pero se enganchó con la sábana.
—¡Maldita sea!
Entonces, empezó a proferir juramentos mientras se soltaba. Se puso de pie sintiéndose furioso, a la deriva y muy avergonzado. ¿Qué diablos estaba haciendo persiguiendo a una mujer que quería escaparse de él? Había estado a punto de seducir a una mujer que era empleada suya… ¿Seducirla? Era ella la que le había seducido a él. Ella había iniciado el masaje, ¡y le había pedido que se desnudara!
Todo había sido muy profesional, hasta que sus caricias… Aquellas manos, tan suaves… Había pensado que… Bueno, le había parecido que ella deseaba lo mismo que él. Había respondido con una pasión que… Ninguna otra mujer le había hecho perder el control de aquella manera. Si ella no se hubiera escapado…
¿Por qué lo habría hecho? No eran extraños, tenían una buena relación. «A veces, aunque no sienta algo tan fuerte como yo por ella, me había parecido que me tenía algo de afecto», pensó él.
Además, había estado seguro de que quería a los niños y que refutaría enseguida la opinión de Catalina.
Enseguida se dio cuenta de que sería injusto que una mujer con el talento de Paula asumiera permanentemente el papel de ama de llaves.
No de ama de llaves. De esposa y madre. Era muy diferente. Él nunca hubiera interferido con su profesión si ella hubiera querido continuar.
Quería que fuera feliz… Y la quería, aunque ella no quisiera a los niños.
«¡Mujeres! ¿Cómo iba uno a entenderlas?». Pedro se preguntó si Paula sentiría algo por él. Si pudiera conseguir que volvieran a ser amigos, volver a empezar…
Devolvió las sábanas al cuarto de la colada, recogió sus ropas y fue a darse una ducha fría.
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