viernes, 16 de marzo de 2018

EN LA NOCHE: CAPITULO 45





Sintió que algo se rompía en su interior. Puertas que habían permanecido selladas. Puertas que ya había desistido de abrir. Todo en él se abrió, provocándole un estallido de placer que nunca había sentido. Nunca había llegado más allá de los sentidos.



Pensaba que las cosas serían distintas cuando volvieran a la ciudad. Daba por supuesto que era el aislamiento de la cabaña lo que lo había empujado a romper los hábitos de toda una vida. 


Pero estaba equivocado.


Aquélla no era una relación provisional. No era una farsa, ni un trabajo, ni una de las excusas con las que se aislaba de la verdad. No tenía intención de alejarse de ella aquel día. Ni al día siguiente. Ni nunca.


Se preguntó si aquello era el amor, si era aquélla la palabra adecuada para definir el sentimiento que lo había inundado.


Se besaron apasionadamente mientras de dejaban llevar, juntos, por el placer. Pero no se desvaneció con el éxtasis. A pesar de que su pulso se redujo y su respiración se hizo más regular, el placer permanecía en ellos.


Apoyándose en los codos, se irguió para contemplar el rostro de Paula.


Ella lo miraba sonriente, con los labios aún húmedos por los besos y las mejillas sonrojadas.


Le había hecho daño, pero ella lo había perdonado.


Se sentía un canalla, no creía merecerla, pero ella lo amaba. Lo consideraba decente y honrado. Junto a ella, casi creía que lo era.


Pedro sonrió.


-Esto del amor es aún nuevo para mí. Creo que vas a tener que seguir enseñándome.




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