viernes, 5 de enero de 2018

EN LA RIQUEZA Y EN LA POBREZA: CAPITULO 9




Las palabras de Charlie siguieron dándole vueltas en la cabeza. Nunca antes lo había visto tan ilusionado. Tenía que decírselo, cuanto antes, mejor.


Pensó que se lo diría esa misma noche. Cuando estuvieran a solas. Cuando la llevara a su casa.


Pero más tarde, cuando estaba sentada a su lado en el Mustang de Pedro, pensó que no era el momento. Se lo diría cuando llegaran a la casa. Cuando se pudieran mirar y hablar.


Y, tal vez se lo hubiera dicho entonces… si Pedro no la hubiera besado. Si no se hubiera encontrado perdida en toda esa intoxicante dulzura, en esas sensaciones eróticas que le nublaron la mente.


Si no hubiera notado su ansia y no lo hubiera oído decir:
—Me estoy enamorando de ti, Paula Chaves.


—Yo también de ti —susurró ella.


Entonces lo oyó reírse.


—Es una locura, ¿verdad? No quiero enamorarme. Pero parece que no lo puedo evitar.


—Yo tampoco.


—¿Tú también lo sientes?


Ella asintió sin apartar la cabeza de su hombro.


—¿Sientes también esta necesidad de estar siempre conmigo? ¿Esa sensación de vacío cuando no estamos juntos?


—Sí.


—Da miedo, Pau. Nunca antes he sentido nada parecido. Demonios, me entra el pánico cada vez que te traigo a casa y te veo desaparecer ahí dentro y cerrar la puerta. Tengo la sensación de que nunca más te voy a volver a ver. ¿Qué me pasa? ¿Por qué me siento como si no debiera dejarte ir nunca? ¿Por qué siento que eres mi vida, mi amor? ¿Mi único amor?


—Yo también siento lo mismo.


Pedro sonrió.


—Entonces, mi pequeño eco, ¿qué vamos a hacer al respecto?


—No lo sé —dijo ella.


Lo único que sabía era que no iba a destruir ese momento perfecto con unas complicadas explicaciones.



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