lunes, 6 de noviembre de 2017
HEREDERO DEL DESTINO: CAPITULO 5
Paula abrió la puerta para recoger el periódico y no se pudo creer lo que veían sus ojos. En los escalones del porche debía haber unas veinte bolsas de supermercado y una pequeña bolsa de regalo. Fue a ver de qué se trataba llena de sorpresa.
Las bolsas estaban llenas sólo a medias. Como si alguien lo hubiera hecho adrede para que ella no cargara demasiado peso. Aquello significaba que quien quiera que las hubiera dejado allí sabía lo del bebé. No podían ser ni Izaak ni Margarita, ni nadie de la comunidad de Amish. Ellos llevaban la comida en cestas y nunca las hubieran dejado ahí fuera.
¡Tenía que haber sido Pedro!
Pedro.
¿Es que no había entendido lo que le había dicho?
Pensó dejarlo todo allí para que se pudriera al sol. Después, vio que de la bolsa de regalo salía algo marrón y no pudo resistir la tentación. Los peluches eran una de sus debilidades.
Sacó el peluche de la bolsa. Quizá podía ignorar la mirada en los ojos grises de Pedro; pero no la de los ojos dorados del osito.
Intentó convencerse de que al meter la compra en la cocina sólo había sido práctica. Después de todo, no podía dejar que aquella comida se estropeara en el porche. Además, hacer la compra implicaba mucho trabajo y ella estaba muy ocupada poniendo en marcha el negocio.
Ahora, sentada en la mesa de la cocina, reparando un libro antiguo de decoración, tuvo que admitir que aquel gesto le había conmovido. Sin embargo, no podía pensar en otra cosa y, al final, acabó sintiéndose molesta.
—Un leopardo no cambia en unas cuantas horas. A mí no me vas a engañar, Pedro Alfonso —declaró y fue a buscar el oso para meterlo de nuevo en la bolsa. Pero entonces, dentro de la bolsa vio un sobre que no había visto antes.
—Querida Paula —leyó en voz alta—. Te vuelvo a pedir disculpas por las cosas que te dije. No quiero entrometerme en tu vida, pero, como el hijo que llevas es de mi hermano, no puedo apartarme por completo. Volveré el próximo fin de semana para continuar con nuestra conversación. Por favor, cuídate. P.P.A.
—¿Qué significa la «P»? ¿Patético? Si vuelve a aparecer por aquí le diré a Antonio que lo eche del condado —murmuró ella apretando los dientes.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario