miércoles, 11 de octubre de 2017

PLACER: CAPITULO 12





Pedro no había podido callarse la boca.


Las palabras se le habían escapado. No había debido interferir en los planes de Paula de llevar al niño a la guardería. Lo último que quería era encariñase de aquel chaval.


Cuando se quiso dar cuenta, casi había llegado a casa de sus padres. Agitó la cabeza con el objetivo de aclarar su mente. Paula era venenosa y tenía que dejar de pensar en ella, dejar de desearla. En casa de sus padres tendría que mantenerse en guardia, eran demasiado inquisitivos y lo que resultaba más peligroso era su intuición.


A ellos nunca les había gustado Paula y lo habían dejado claro. Sin embargo a Pedro nunca le había importado. A él sí que le había gustado Paula. La había amado y se habría casado con ella si no lo hubiera abandonado.


Pedro sintió cómo se le envenenaba la sangre. Se forzó en concentrarse en la conducción. Estaba en la rotonda que estaba frente a la calle de sus padres y en aquel momento justamente su padre se estaba asomando al porche.


El padre de Olivia, Marcos Blackburn, también salió. Pedro aparcó la furgoneta y apagó el motor.


Pedro no tenía nada en contra de los Blackburn, salvo que se pensaban que eran los mejores. No obstante, aquélla era una característica común a todas las familias pudientes de la ciudad.


—Hola, hijo, ¡qué puntualidad! —dijo Ramon Alfonso.


Era un hombre de unos sesenta años que todavía conservaba un buen porte. Tenía el pelo canoso y unos ojos azules que habían conquistado a más de una mujer. Pero, por lo que sabía Pedro, él siempre había sido fiel a su esposa. Parecían adorarse el uno al otro.


—¿Qué tal, papá? —preguntó PedroDespués miró al padre de Olivia. Tenía más de sesenta años y en él sí se notaba el paso del tiempo. Tenía barriga y unas profundas arrugas marcaban su rostro. Sin embargo, lo más desagradable de aquel hombre era que siempre tenía cara de pocos amigos.


—Hola, chaval. Tu padre y yo estamos llegando a un acuerdo que te concierne —dijo el hombre. Aunque estaba sonriendo, no era una sonrisa sincera. Pedro le tendió la mano y después le dio una palmada en la espalda a su padre.


—¿De qué estáis hablando? —preguntó.


Ramon sonrió y cuando fue a abrir la boca, Marcos lo interrumpió.


—No, deja que sea yo quien se lo diga.


—Adelante —dijo Ramon.


—¿Que me digas el qué? —preguntó Pedro.


—He decidido dar un paso adelante y cederle a Olivia esa parcela de tierra que linda con la tuya.


Pedro estuvo a punto de decir que se alegraba mucho por Olivia, pero se mordió la lengua.


—Estupendo, pero ¿qué relación tiene eso conmigo?


Ramon y Marcos se miraron desconcertados y después miraron a Pedro.


—¿Qué pasa? —preguntó Pedro. La presión que sentía le inquietó.


—Tiene toda la relación del mundo contigo, hijo, porque te vas a casar con Olivia.


Pedro se quedó boquiabierto.




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