viernes, 24 de marzo de 2017

PROBLEMAS: CAPITULO 25




Lo primero que hizo Paula por la mañana cuando se despertó fue salir corriendo a por el periódico, esperando ver en primera plana la foto de Pedro golpeando a Noreen Ellibee. Pero no había ninguna foto y la única mención de
Pedro Alfonso y Paula Chaves estaba relacionada con su asistencia a la fiesta de los Alfonso y el breve comentario de que ahora eran «pareja».


Pedro no se puso en contacto con Paula hasta las once de la mañana, cuando esta recibió una tarjeta junto con un enorme ramo de lilas y rosas. La tarjeta decía: Quiero verte esta noche.


Paula lo llamó de inmediato, pero Pedro tenía puesto el contestador automático. Le dejó un mensaje diciendo que estaría esperándole.


El resto del día fue muy activo para Paula. Limpió la casa de arriba a abajo y luego, acompañada de Solomon, fue a comprar unos filetes y una botella de vino especial. También se compró un vestido rosa de algodón con un escote bastante descarado.


Al volver de hacer las compras dejó a Solomon fuera, en el porche. Cuando entró en casa vio que la luz del contestador parpadeaba alegremente. Pedro había llamado para decirle que iría a las siete y media.


Paula miró el reloj del cuarto de estar. Eran las siete en punto y ya estaba lista.


Se había dado un baño, se había lavado y secado el pelo y se había puesto el carísimo perfume que Claudio le había mandado por navidad. Los filetes estaban listos en la plancha, las patatas se estaban haciendo en el horno y la ensalada estaba preparada.


Tras poner su disco favorito de Ricky Van Shelton, Paula colocó dos velas en las mesa del cuarto de estar y luego se encaminó hacia la puerta para contemplar el atardecer y el camino que llevaba a su casa.


-Estás preciosa, muñeca.


Paula se quedó helada al oír aquella voz a sus espaldas. Se volvió rápidamente y se encontró frente a Eric Miller, que sostenía un brillante revolver del calibre treinta y ocho en la mano.


-¿Sorprendida de verme? -estaba muy cerca de ella, con el rostro enrojecido, los ojos inyectados en sangre y una barba de dos días-. Parece que te has preparado muy bien para el niño bonito.


-¿Cómo has entrado aquí? -Paula caminó de espaldas hacia la puerta, estirando el brazo a sus espaldas para tratar de coger el pomo.


Solomon, que había oído la voz de Eric, empezó a gruñir y arañar la puerta.


-He entrado por la puerta trasera mientras tú y tu monstruoso perro habéis ido al pueblo -dijo Eric, avanzando hacia ella.


Paula cogió la manija de la puerta, esperando poder abrirla para salir y tener la protección de Solomon. Pero cuando la puerta empezaba a abrirse Eric apoyó la mano contra ella, cerrándola de un golpe.


-¡Tranquiliza a ese maldito animal o tendré que dispararle! -pasando la mano en torno a la cintura de Paula, Eric la empujó contra su pecho y apoyó el cañón de la pistola en su estómago.


-Tranquilo, Solomon -ordenó Paula-. Quieto. Quieto.


Solomon se sentó de inmediato sobre las patas traseras. 


Continuó gruñendo unos minutos, pero cuando Paula reiteró la orden se calló, aunque no se apartó de la puerta.


-Ahora tú y yo vamos a esperar a tu cita -Eric arrojó a Paula al sofá y luego se sentó junto a ella.


-¿Cómo sabes que tengo una cita?


-¿Olvidas que he entrado mientras estabas de compras? Me he ocultado en ese armario -Eric señaló el armario que había en el vestíbulo-. Oí el mensaje de Alfonso cuando llamó.


-¿Por qué has entrado en mi casa, Eric? ¿Qué quieres?


Eric cogió el rostro de Paula en su mano grande y sudorosa, apretándole las mejillas.


-¿Qué quiero? Te quiero a ti, Paula. Pedro Alfonso no es el hombre que te conviene. Yo sí. Traté de apartarlo de tu vida antes y pensé que lo había conseguido, pero no; tenías que volver a liarte con él, ¿verdad?


-¿Qué quieres decir con que trataste de apartarlo de mi vida? -el estómago de Paula se encogió. Sus manos se humedecieron.


-Planeé cómo lo haría. Parecería que habían sido Lobo o Cliff Nolan -Eric deslizó la mano por el cuello de Paula, rodeando su garganta-. Robé una camioneta y tuve tanta suerte que encontré una pistola nueva en la guantera.


-¿Tú... tú disparaste contra Pedro? ¿No fue Lobo Smothers, ni Cliff Nolan?


-No disparo muy bien, pero pensé que podría malherirle o incluso matarle si tenía un poco de suerte -Eric bajó la mano hasta dejarla apoyada sobre los senos de Paula, que sobresalían por el escote de su vestido-. No sabía lo difícil que sería conducir la camioneta y disparar a la vez.


-Estabas borracho, Eric. No sabías lo que hacías. La gente lo entenderá.


-Nadie va a saberlo -Eric deslizó su pulgar en el interior del vestido de Paula, deslizándolo arriba y abajo entre sus senos.


Ella trató de apartarse, pero Eric la sujetó con su manaza por la nuca.


-Cuando me libre de Alfonso esta noche, tú y yo vamos a hacer un viajecito. Una especie de luna de miel.


Paula no tenía idea de cómo escapar de Eric, pero estaba segura de una cosa: no iba a permitirle matar a Pedro Alfonso.


-No... no tenemos por qué esperar a Pepe.


-Por supuesto que sí. No quiero que nadie se interponga entre nosotros -Eric deslizó la mano por la mejilla de Paula.


-Podemos irnos ahora tú y yo solos. Irnos lejos. Sólo nosotros. No tenemos por qué esperar.


El sonido del motor del jaguar alertó a Eric y a Paula de la llegada de Pedro.


Solomon dejó escapar un gemido sin abandonar su posición en el porche.


Eric obligó a Paula a levantarse, retorciéndole el brazo tras la espalda.


-Vamos a recibir a tu muchachito -dijo, apuntándole con la pistola.


Empujándola, Eric colocó a Paula a un lado de la puerta, donde Pedro no pudiera verla desde el porche.


-Cuando llame dile que entre -ordenó Eric.


Paula miró la pistola. Eric la apartó de ella y apuntó hacia la puerta.


-¡Corre Pepe! -gritó de inmediato-. ¡Sal de aquí! ¡Va a dispararte!


Arrojando a Paula a un lado, Eric abrió la puerta y salió lanzado al porche.


Paula se levantó del suelo y salió directamente tras él.


Cuando oyó los gritos de Paula, Pedro tuvo tiempo de apartarse a un lado antes de que Eric saliera por la puerta. 


Al verlo, alzó el pie derecho la justo para que Miller tropezara en él y cayera. La fuerza de la caída hizo que Eric aflojara la mano en la que sostenía el revolver. Pedro le dio una patada en la mano para que lo soltara. El arma se deslizó por el suelo del porche y cayó al patio.


Atontado pero no inconsciente, Eric se levantó con los puños en alto, dispuesto a pelear.


-Voy a matarte con mis manos, niño bonito. Habría sido más rápido con la pistola, pero así voy a disfrutar mucho más.


Pedro vio de reojo a Paula junto a Solomon. Eric se lanzó contra él pero Pedro se apartó y le lanzó un directo a la mandíbula. Eric se tambaleó pero enseguida lanzó otro golpe. Al cabo de unos minutos los dos hombres habían intercambiado varios golpes. Aunque no era tan pesado como Eric, Pedro logró finalmente darle un puñetazo que lo lanzó a tierra.


En ese momento, Paula ordenó a Solomon que atacara y ella fue a recoger la pistola donde había caído. Solomon cayó sobre Eric, lanzándose directamente hacia su garganta.


Sosteniendo la pistola en una mano, Paula ordenó a Solomon que se detuviera cuando este ya había desgarrado la piel del cuello de Eric. El gran danés detuvo su ataque pero permaneció en guardia sobre su presa.


-Eric fue el que te disparó -las lágrimas enturbiaban la visión de Paula. No fueron Cliff Nolan ni Lobo. Eric quería quitarte de en medio para quedarse conmigo.


-Será mejor que me des eso, cariño -Pedro cogió la pistola de manos de Paula-. Ahora vete a llamar a Lorenzo.





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