jueves, 23 de marzo de 2017

PROBLEMAS: CAPITULO 21





Pedro descansaba contra el cabezal de la cama apoyado sobre dos almohadas.


Paula estaba junto a él, dormida. Había estado contemplándola una rato en silencio, maravillado de su belleza e inocencia, embargado por emociones que desconocía poseer. Ahora ella le pertenecía tanto como él a ella. No había vuelta atrás. Paula Chaves formaba parte de su vida. Y no sólo parte de su vida, sino de sí mismo.


¿La amaba? No lo sabía. Ni siquiera estaba seguro de ser capaz de amar con la clase de amor que una mujer como Paula necesitaba y merecía. Había pasado la mayor parte de su vida centrado en lo que pensaba que se esperaba de él, tratando de decidir cuál era el mejor camino a seguir para obtener sus metas.


Llevaba años pensando en un cargo político y esa necesidad estaba tan entroncada en él como su deseo por Paula. 


¿Podría tener ambas cosas? ¿Podría continuar su aventura con Paula y aceptar la nominación de su partido para presentarse a gobernador?


Paula entreabrió los ojos y vio que Pedro la estaba mirando con una cálida sonrisa en el rostro. Se irguió y lo rodeó por el cuello con los brazos, buscando con sus labios los de él. Se besaron con dulzura.


-¿Sin arrepentimientos? -preguntó Pedro.


-Sin arrepentimientos. Nunca. Anoche y está mañana... -Paula se ruborizó y movió la cabeza, agitando su corta melena-... todo ha sido perfecto. Más perfecto de lo que nunca soñé que pudiera ser hacer el amor.


-He estado pensando.


-Eso es algo peligroso para un abogado -riendo, Paula empezó a besar a Pedro en el hombro.


-Tenemos que hablar. Hablar en serio -Pedro la apartó de sí con suavidad, colocándola a varios centímetros de su cuerpo.


Paula parpadeó al mirarlo. ¿Qué iba a decirle? ¿Que había sido maravilloso pero que todo había terminado, que no tenían futuro juntos?


-Uy-uy-uyyy. Tal vez debería ser yo la que te preguntara si te arrepientes de algo.


-De lo único que me arrepiento es de haber esperado tanto para hacer el amor contigo.


Paula alargó una mano para tocarle, pero Pedro la cogió entre las suyas.


-Antes tenemos que hablar en serio.


Paula apoyó las manos en su regazo y asintió.


-Te escucho.


-Ya hemos hablado de lo poco que nos convenimos mutuamente, así que no es necesario volver a mencionar todas nuestras diferencias.


-De acuerdo. Pero sospecho que tenemos más en común de lo que nos habíamos imaginado -dijo Paula, sonriendo.


-No cambies de tema -Pedro le devolvió la sonrisa-. El hecho es que yo soy un abogado de buena posición que está haciendo planes para presentarse a gobernador. Eso es lo que soy, Paula.


-Nunca te pediría que renunciaras a tu sueño -una espiral de miedo recorrió el estómago de Paula.


-El problema es que soy un egoísta. Siempre lo he sido -al ver que Paula iba a protestar, Pedro alzó la mano para impedírselo-. No quiero renunciar a los planes para mi carrera política pero tampoco quiero renunciar a ti.


-Oh -Paula entendía demasiado bien el dilema de Pedro. Ella y la política se mezclarían tan mal como el agua y el aceite.


-No quiero hacer ninguna promesa ni ofrecerte nada, pero creo que nos debemos a nosotros mismos y a nuestra relación una oportunidad para ver si podemos hacer que funcione.


-¿Qué sugieres?


-Quiero que empecemos a citarnos, a salir juntos y a ser vistos como pareja - Pedro observó el rostro de Paula para ver cómo reaccionaba, pero no percibió nada-. Haré una declaración a la prensa para anunciar que estamos... saliendo.


-Puede que no sea buena idea decir que somos amantes. La gente sacaría conclusiones equivocadas.


-Paula, sé que no te gusta fingir, ni las apariencias, ni...


-Ni mentir.


-De acuerdo, ni mentir. No te estoy pidiendo que cambies de personalidad para facilitarme las cosas. Este periodo de prueba no funcionará a menos que sigamos siendo nosotros mismos, pero yo estoy dispuesto a transigir en ciertos aspectos si tú también lo estás.


-¿Periodo de prueba? -Paula tiró de la sábana para cubrir sus senos desnudos.


Pedro tiró de la sábana.


-No te pongas a la defensiva. Este es un periodo de prueba tanto para ti como para mí. Es un periodo de prueba para nuestra relación, para saber si podemos tener un futuro juntos.


-Ya veo -Paula no estaba segura de que le gustara aquella idea. Después de todo, ella estaba enamorada. No necesitaba ningún periodo de prueba. Pero Pedro sí. Tenía mucho más que perder que ella; todo lo que ella tenía que perder era su corazón.


-Empezaremos este viernes por la noche. Tengo que asistir a una pequeña reunión que organiza uno de los seguidores más ricos e importantes de nuestro partido. Quiero que vengas conmigo.


-¿Qué? No puedo. No sé nada sobre...


El teléfono se puso a sonar en ese momento. Paula saltó de la cama, cogió del suelo la camisa de Pedro, se la puso y salió corriendo de la habitación.


Pedro se levantó, se puso los pantalones y la siguió hasta el cuarto de estar.


-Es Octavio -dijo Paula, alcanzándole el auricular.


-¿Qué sucede? -preguntó Pedro-. ¿Cómo has sabido dónde encontrarme


-No has visto el periódico de la mañana, ¿no?


-No, ¿por qué?


-Si lo hubieras visto no me habrías preguntado cómo sé dónde estabas.


-Dímelo con suavidad -Pedro se sentó en el sofá.


Paula se sentó junto a él.


-¿Qué sucede, Pedro?


-Sal a coger el periódico de la mañana, por favor -dijo Pedro.


Paula se levantó e hizo lo que le pedía.


-Paula ha ido por el periódico. Nos vamos a enterar enseguida, así que ya puedes ir contándomelo -Pedro se apoyó contra el respaldo del sofá y cruzó las piernas.


-Alguien decidió compartir vuestra pequeña aventura de ayer en los bosques de Kingsley con un periodista del Marshallton News. No sales en la primera página, pero sí en la página número uno de las noticias regionales.


Paula volvió con el periódico abierto en las manos. Leyó en voz alta.


-«¿Trata Pedro Alfonso de probar a los votantes de Tennessee que es un anticuado caballero en su brillante armadura, dedicado a rescatar continuamente a la joven y bella conductora de grúas de Crooked Oak? Aunque el señor Alfonso asegura que él y la señorita Chaves son sólo conocidos...


-¡Suficiente! -dijo Pedro, interrumpiéndola-. Gracias por llamar, Octavio.Hablaremos más tarde.


-¿Qué crees que pasará si declaras que estamos saliendo? -Paula dejó caer el periódico al suelo.


-He cambiado de idea. No voy a declarar nada.


-Supongo que sólo estábamos soñando...


-En la fiesta del viernes habrá periodistas, tanto dentro como fuera, esperándonos a la salida. Nos verán llegar juntos y querrán hacernos preguntas. Responderemos sus preguntas sinceramente -Pedro cogió a Paula por la muñeca, sentándola en su regazo.


-¿Sinceramente? -Paula apoyó la mano en el pecho de Pedro-. ¿Vas a decirles que somos amantes?


-Vamos a decirles que somos buenos amigos, que estamos saliendo juntos, que estamos seriamente comprometidos.


-¿Seriamente comprometidos? Pensaran que eso significa que...


-Que estamos seriamente comprometidos.


-¿Estamos...? -el sonido del teléfono interrumpió a Paula-. ¿Qué pasará ahora?


-Yo lo cogeré -Pedro alargó un brazo para contestar.


Paula denegó con la cabeza.


-No, contesto yo -al ver que Pedro la miraba con gesto confundido, añadió-: ¿Cómo ibas a explicarle a alguien qué haces en mi casa tan temprano un domingo por la mañana?


-Le diría que he pasado aquí toda la noche haciéndote el amor apasionadamente.


Paula sonrió mientras cogía el teléfono.


-Hola.


-Hola, soy Lorenzo Redman. Sólo quería decirte que Lobo Smothers está en libertad bajo fianza. No creo que haya nada de lo que preocuparse, pero he pensado que deberías saberlo. Lo tendremos vigilado.


-Gracias por llamar -Paula sabía que Pedro estaba mirándola y escuchando, que querría saber quién había llamado.


-He tratado de ponerme en contacto con Pedro esta mañana, pero sólo me responde su contestador automático. Si le ves, dile que me llame.


-Sí, bien... si le veo se lo diré.


Pedro la rodeó con un brazo y colocó la mano sobre el auricular.


-¿Quién es? ¿Es alguien que me busca?


Paula trató de apartar la mano pero Pedro le quitó el teléfono.


-Pedro Alfonso al habla.


-Ah... sí, ¿eres tú? -tartamudeó Lowell.


-¿Qué sucede? ¿Hay algún problema? -Pedro vio que Paula apoyaba las manos sobre las caderas mientras lo observaba.


-Acabo de decirle a Paula que Lobo Smothers ha salido en libertad bajo fianza. Lo que no le he contado es que anda diciendo por ahí que ella y Susana iban a arrepentirse de lo que le han hecho. Le he advertido que si se acerca a ellas volverá a la cárcel tan rápido que la cabeza le dará vueltas.


-¡Maldito hombre! Me gustaría verle tras las rejas y alejado de Paula -Pedro frunció el ceño, mirándola.


-Hay más -dijo Lowell-. No quería preocupar a Paula, pero será mejor que tú lo sepas. Cliff Nolan apareció anoche en la ciudad. Estaba borracho, tuvo un pequeño accidente con su coche y pasó la noche en el hospital. Podemos tenerlo en la cárcel unos días, pero eso es todo.


-Veo que estás lleno de buenas noticias esta mañana -Pedro no quería pensar en las amenazas que aquellos dos hombres habían lanzado contra Paula, pero comprendió que no podía permitir que ella descartara el peligro, cosa que
probablemente haría-. Gracias, Lowell. Haz lo que puedas por tu parte y yo me haré cargo de todo aquí.


Pedro colgó el teléfono.


-Haz tu maleta. Te vienes a Jackson conmigo.


-¿Qué?


-Ya me has oído. Vas a quedarte conmigo hasta que estemos seguros de que el peligro ha pasado.


-Un momento. Espera un minuto -Paula se acercó a Pedro y le señaló el rostro con un dedo-. No puedo irme a tu casa. Sólo estamos saliendo, ¿recuerdas? Yo puedo manejar a Lobo Smothers si viene por aquí. Aún hace suficiente calor como para que Solomon duerma en el porche. Es un perro guardián.


-De acuerdo. Si no quieres venir a mi casa, me quedo yo en la tuya -Pedro cogió el dedo de Paula y le mordió juguetonamente la punta.


-No, no vas a quedarte -Paula apartó la mano-. Sólo estamos empezando nuestro periodo de prueba, tanteando cómo nos irá entre nosotros y... y con el público, con la gente que tiene el poder de hacer que tu carrera política prospere o no.


-Si vivimos juntos podemos hacer que el proceso se acelere un poco.


-Pepe, vas a tener que acostumbrarte al hecho de que yo tengo mi propia mente y tomo mis propias decisiones.


Pedro soltó una carcajada.


-¿Crees que no lo sé?


-No permitiré que dirijas mi vida, que tomes mis decisiones. Por mucho que te quiera no voy a dejar que me digas lo que puedo y no puedo hacer. ¿Comprendido? - Paula estaba frente a él, con el dedo alzado de nuevo frente a su rostro.


-Aparta ese maldito de dedo de mi cara o te lo como, Paula.


Paula bajó la mano, mirándolo con gesto decidido.


-Le diré a Susana que venga a pasar unos días conmigo. Ya viste lo bien que manejamos las cosas ayer.


Pedro gruñó, sabiendo muy bien cuándo había sido derrotado.


-Oh, sí, Susana y tú podéis conquistar el mundo.


Paula rodeó el cuello de Pedro con sus brazos.


-Susana y yo pasaremos las próximas cinco noches en casa de Solange. Me llevaré la escopeta y a Solomon.


-Tres mujeres juntas solas.


-Tendré mi escopeta. Solange tendrá la suya. Solomon puede dormir fuera. Y la caravana de Mike está muy cerca -poniéndose de puntillas, Paula acarició la barbilla de Pedro con la punta de su nariz-. Acepta mis condiciones e iré a esa reunión política contigo el viernes.


-Eso es chantaje, cariño.


-¿Cómo puedes decir eso? Sólo estoy haciéndote una oferta que no puedes rechazar.


-Aceptaré tu oferta porque no tengo otra opción -Pedro la cogió entre sus brazos y acarició sus labios con los suyos-. Quiero que me digas que eres consciente de lo peligrosos que pueden ser Lobo Smothers y Cliff Nolan.


-No soy estúpida, Pepe -Paula lo besó tentadoramente- No voy a correr ningún riesgo. Prometo que me mantendré alejada de problemas.


-Vendré aquí esta noche a verte. Si no dejas que me quede, iré a Marshallton con Octavio y Patricia.


-Después de la fiesta del viernes, si todo marcha bien y todo el mundo sabe que estamos seriamente comprometidos, podríamos...


-¿Estás diciendo que podemos volver a pasar la noche juntos otra vez?


-Estoy diciendo que si después de que tus amigos políticos me conozcan en una reunión social y de que sepan que estamos... saliendo... bueno, si después de eso sigues queriéndome y piensas que nosotros...


Pedro no le dio la oportunidad de terminar, besándola en los labios con toda la pasión y el deseo que era capaz de sentir.




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