jueves, 23 de marzo de 2017

PROBLEMAS: CAPITULO 22





El jueves por la tarde, Paula esperaba impaciente en la sala de profesores de la universidad de Marshallton. Susana y Solange, con quienes había pasado las últimas noches, pensaban que se había vuelto loca por llamar a Donna Fields para pedirle ayuda.


-Es como pedirle consejo al enemigo sobre cómo ganar la batalla -había dicho Solange.


-Donna Fields no es mi enemigo -le aseguró Paula a su amiga-. No quiero que Pedro se avergüence de mí cuando me lleve a esa fiesta el viernes por la noche. Donna es la persona adecuada para indicarme cómo vestirme, cómo actuar y qué esperar.


La pasada semana había sido una de las mejores de la vida de Paula. Estaba totalmente enamorada de Pedro y ya no tenía que simular que no lo estaba. Él la había llamado dos o tres veces al día y la había llevado a cenar todas las noches.


-¿Paula? -Donna Fields estaba en el umbral de la puerta con una cálida sonrisa en el rostro.


-Te agradezco mucho que hagas esto por mí, Donna -dijo Paula, acercándose a ella-. Supongo que la mayoría de la gente no comprendería por qué te pido ayuda, teniendo en cuenta que tú y Pepe... bueno, que tú y Pepe formabais pareja hasta hace poco.


-¿Te apetece un té? -preguntó Donna mientras llenaba una taza de agua.


-No, gracias.


Donna metió la taza en el microondas.


-Pepe y yo éramos y somos buenos amigos, pero nunca hemos sido una verdadera pareja, excepto en los periódicos.


-La noche que te conocí, Patricia me dijo que no eras competencia para mí.


-Tenía razón -Donna sacó una bolsa de té de una caja que había en un estante sobre el microondas-. Yo ya sabía antes de conocerte que Pedro estaba enamorado de ti.


-Oh, pero él no está... quiero decir que no me ha dicho que... -Paula hizo un gesto con la mano-. Creo que estoy hablando demasiado.


Donna sonrió.


-Dale más tiempo, Paula. En cuanto lo deduzca por sí mismo te dirá que está enamorado de ti. Pedro es un hombre muy listo, pero no sabe nada sobre el amor. Creció en una casa sin amor, en una familia que tenía otras prioridades. Si va a
llevarte a la fiesta de Harold y Betty Glover quiere decir que él sí tiene claras sus prioridades. Harold es un hombre con suficiente dinero y poder como para entregar Pedro la nominación de su partido para gobernador.


Cuando el microondas sonó, Donna sacó la taza y metió en ella la bolsa de té.


-¿Estás diciendo que si meto la pata Pedro podría perder sus nominación? - Paula se frotó la sudorosa palma de las manos en los vaqueros.


-No estoy diciendo eso -Donna cogió su taza de té y se encaminó con Paula hacia un pequeño sofá que había en un rincón de la habitación-. Vamos a sentarnos. Tengo libre la próxima hora.


-Pedro y yo hemos acordado poner a prueba nuestra relación, comprobar si podemos hacer que funcione, si tenemos alguna oportunidad cara al futuro -Paula se sentó junto a Donna.


-Ya veo -Donna dio un sorbo a su té y dejó la taza en una mesita junto a ella-. ¿Y ese periodo de prueba fue idea de Pedro?


-En cierto modo sí, pero fue una decisión mutua. Si logro que todo vaya bien el viernes, pensaré que tengo una oportunidad real con él. Por eso he venido a pedirte ayuda.


-¿Qué quieres que haga?


-Sé que esto puede parecer una tontería, ¿pero qué me pongo?


Donna rió.


-A mí no me parece ninguna tontería. Es una pregunta típicamente femenina.


-¿Y bien?


-El acontecimiento será bastante formal, así que necesitarás algo bastante elegante -Donna miró a Paula de pies a cabeza-. Dime alguna clase de vestido con el que te sientas cómoda, algo que responda estrictamente al estilo de Paula Chaves.


-Me sienta bien el negro -dijo Paula-. Y tengo una figura bastante decente, así que supongo que podría llevar algo ceñido pero con clase.


-Parece perfecto. ¿Tienes algún vestido así?


-No, pero podría ir a Jackson más tarde para ver si encuentro algo que pueda permitirme.


-Vete a Justine's. Te daré las señas luego. Dile que yo te he enviado. Ella te ayudará a encontrar el vestido perfecto al precio adecuado -Donna volvió a coger la taza de la mesita-. ¿En qué más puedo ayudarte para el acontecimiento de mañana?


-Tengo fama de hablar antes de pensar, de actuar antes de medir las consecuencias. No querría avergonzar a Pedro haciendo o diciendo algo inadecuado.


-No puedes ir a esa fiesta y simular que no eres quien eres, Paula. Eres una persona cariñosa y sensible y creo que serás un gran apoyo para Pedro cuando se presente a gobernador.


-¿Cómo puedes decir eso? ¿De verdad puedes imaginarme como la primera dama de Tennessee?


-Sí puedo -dijo Donna, dejando la taza sobre la mesa tras dar un sorbo a su té-. Pedro tiene todo a su favor. Salud, crianza, éxito como abogado, un pasado familiar en la política y empuje y decisión para luchar contra todas las contrariedades hasta que gane. Pero le asusta convertirse en una réplica de su padre, llegar a ser tan duro y egoísta como lo fue Mariano Alfonso.


-Conoces bien a Pedro, ¿verdad? -Paula se odió por sentir celos de Donna, por el hecho de que supiera lo que atormentaba el alma de Pedro.


-No hay duda de que Pedro es hijo de su padre -dijo Donna-. Él será el primero en admitirlo. Lo único que podría impedirle presentarse a gobernador y ganar las elecciones sería su propio temor.


-No entiendo qué tiene eso que ver con el hecho de que pienses que yo podría ser la primera dama del estado.


-¿No te das cuenta? -Donna cogió una mano de Paula entre las suyas-. Con tu honestidad, tu integridad y tu verdadera preocupación por los otros podrías ser la salvación de Pedro.


-No estoy segura de entender lo que quieres decir.


-Teniéndote a su lado Pedro no tendrá por qué temer convertirse en la clase de persona y político que fue su padre. Tendrá que responder a lo que esperas de él. Verá el mundo a través de tus ojos.


Paula asintió, emocionada.


-Tu amor por Pedro no es malo para él -continuó Donna-. Lo comprendes ahora, ¿no? Puedes ir a la fiesta de mañana sabiendo que todo lo que tienes que hacer para consolidar la carrera de Pedro es ser tú misma.


Paula parpadeó para alejar las lágrimas de sus ojos.


-Espero que Pedro sepa lo afortunado que es por tener una amiga como tú - dijo.


-Y yo espero que sepa lo afortunado que es por tener una mujer que le ama lo suficiente como para salvarle de sí mismo -dijo Donna.




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