viernes, 17 de marzo de 2017

PROBLEMAS: CAPITULO 2




Paula supo por su expresión que estaba realmente enfadado. 


Había un frío fuego en sus profundos ojos azules y una tensión contenida en su forma de moverse.


Su pelo rubio estaba ligeramente revuelto, como si el viento se hubiera atrevido a despeinarlo. Mirando a la agente Wanda Simple, Paula sonrió, irguió los hombros y se dispuso a aguantar la reprimenda. Aunque Pedro Alfonso era normalmente un hombre calmado y fácil de tratar, Paula sabía que ella poseía el poder necesario para desestabilizar su fachada de caballero del sur.


Pedro dejó su maletín de cuero sobre la mesa con evidente brusquedad. Inclinándose ligeramente hacia delante, apoyó sus grandes manos en los bordes del maletín y miró a Paula.


-Ya has hecho algunas estupideces antes, Paula Chaves, pero esta es...


Oh, estaba realmente enfadado. ¡La había llamado Paula Chaves!


-Le advertí que se detuviera, Pedro. Te prometo que lo hice -Paula dio unos pasos adelante. Tenía las manos esposadas a la espalda-. Estaba pegando a Richie. No podía quedarme cruzada de brazos y permitir que hiciera daño al niño, ¿no?


-De acuerdo. Tenías que hacer algo para detener a Nolan, ¿pero era necesario que le dispararas una perdigonada?


-¿Qué podía hacer? -Paula se acercó poco a poco a Pedro, mirándole con lo que esperaba fuera una expresión de remordimiento en el rostro.


-Tenías a Solomon contigo, ¿no? -Pedro extendió los brazos y cogió a Paula por los hombros, zarandeándola con suavidad. Un estremecimiento de conciencia recorrió su cuerpo, recordándole por qué no debería tocar a Paula. A pesar de la involuntaria atracción que sentía por aquella mujer persistía el hecho de que sólo le traía problemas-. ¿Por qué no dejaste que tu gran danés Solomon se hiciera cargo de Cliff Nolan?


-¡Por todos los diablos, Pepe! Si hubiera dejado que Solomon atacara a Cliff estaría aquí acusada de asesinato, no de agresión.


-Podrá sacarla, ¿no, señor Alfonso? -preguntó Wanda Simple-. Toda la ciudad sabe que Cliff Nolan es un mal elemento y que se pasa el día maltratando a Loretta y a sus hijos. Paula sólo ha hecho lo que le ha parecido correcto.


-Espero que el juez también lo vea así -Pedro soltó los hombros de Paula moviendo la cabeza. ¿Por qué habría caído sobre él la responsabilidad de Paula Chaves?-. He venido directamente desde Jackson, así que no he podido hablar con Clayburn sobre la fianza. Pero he hablado con Lorenzo y puedes agradecerle que los cargos no sean de agresión con intento de homicidio.


-Ya le he dado las gracias.


Paula comprendió que nada de lo que dijera o hiciera suavizaría la actitud de Pedro, y no podía culparle por ello. 


Desde que sus hermanos se fueron de Crooked Oak para buscar su camino en la vida, Pedro había actuado como su sustituto tratando de cuidar a la hermana pequeña de sus amigos; una hermana pequeña que a los veintiséis años ya era lo suficientemente mayor como para saber que no debía
disparar contra un hombre.


-Voy a tratar de que Clayburn no siga y establezca una fianza para poder sacarte de aquí hoy mismo -Pedro miró los brazos de Paula, arqueados tras las espalda para adaptarse a las esposas-. Wanda, llévate a esta pequeña anarquista a la celda hasta que pueda llegar a un acuerdo con el juez Proctor -señalando con el dedo índice a Paula, añadió-: Sería una buena lección dejarte aquí toda la noche.


Paula adelantó la barbilla con gesto altanero.


-Haz lo que debas hacer, Pedro Alfonso. Disparé una perdigonada contra Cliff Nolan para evitar que hiciera daño a su hijo y al perrito. Siento haberle disparado y puede que lo que hice estuviera mal, pero si no puedes ver más allá de la ley en el corazón humano, entonces dudo...


-¡Maldita sea! ¿Quieres callarte ya?


Paula se puso tensa, tragó con esfuerzo y miró el severo rostro de Pedro.


-Dile al juez Proctor que si hubiera encontrado otra forma de manejar la situación no le hubiera disparado a Cliff, pero en ese momento no vi otra alternativa.


-Se lo diré y puede que esté dispuesto a establecer una fianza.


-¿Sabes a cuánto ascenderá la fianza? -Paula no tenía mucho dinero en efectivo, pero su garaje y el negocio de las grúas iban bastante bien, de manera que supuso que no tendría problema para pagar.


-Yo me haré cargo de la fianza -dijo Pedro-. Puedo fiarme de que no abandonarás el país, ¿no? -una ligera sonrisa jugueteó en la comisura de sus labios.


¡Y cómo le gustaba a Paula su boca! Había pasado muchas horas imaginando lo que habría sentido besándola.


Paula respiró hondo sin molestarse en disimular la sensación de alivio que sentía al saber que el enfado de Pedro empezaba a remitir. Le sonrió.


-Ni siquiera me iré del estado.


-Me alegra saberlo.


Pedro cogió su cartera y se dirigió a la puerta sin dejar de recriminarse interiormente por ser un completo idiota. Por muchos problemas que le causara Paula, nunca podía permanecer mucho rato enfadado con ella. A pesar de su actitud independiente y feminista, de su corte de pelo a lo chico y su irritante actitud de hacerse cargo de todo, tenía un corazón muy tierno y era una mujer vulnerable.


-¿Te importaría pasar por el refugio a recoger a Solomon, Pepe? -preguntó Paula-. Le pedí a Wanda que llamara a Susan para que viniera a recogerlo y lo cuidara hasta que yo pudiera salir de este lío.


-Recogeremos a Solomon cuando estés fuera -Pedro se detuvo justo antes de salir, se volvió y miró a Paula de pies a cabeza-. ¿Cómo es posible que una mujer tan pequeña se meta en tantos líos y me cree tantos problemas?


Pedro se fue antes de que Paula pudiera responder. Esta supuso que debería estar agradecida porque hubiera acudido a su llamada. Después de todo, Pedro no le debía nada. El mero hecho de que el padre de Pepe, el viejo senador Alfonso, hubiera sido compañero de caza y pesca de su abuelo y el hecho de que sus hermanos hubieran sido amigos de Pedro, a pesar de las diferencias sociales existentes entre ellos, no significaba que fuera responsable de sacarla de los líos en los que se metía.


-Vamos, Paula. Voy a meterte en una celda hasta que vuelva el señor Alfonso a recogerte.


Wanda Simple, una mujer alta y delgada de treinta años, que llevaba gafas, había sido compañera de estudios de Joaquin, uno de los hermanos de Paula.


-¿Crees que el juez Proctor fijara una fianza para que pueda salir de aquí hoy? - preguntó Paula.


-Ya sabes lo bien que le caes al juez Proctor, Paula. Desde que salvaste la vida de su nieto después de que estuviera a punto de perecer ahogado piensa maravillas de ti -Wanda apoyó la mano en la espalda de Paula y la empujó con suavidad por el pasillo hacia una hilera de celdas-. Además, Pedro Alfonso podría camelar a cualquiera.


Paula permaneció quieta mientras Wanda le soltaba las esposas.


-Sí, tienes razón. Pedro tiene la lengua de plata de su padre. Es un político nato.


-No entiendo por qué no le lanzas el anzuelo, Paula. Es evidente que estás loca por él y todo el condado sabe que él se comporta como si fuera tu caballero andante.


-Pepe se siente responsable de mí, eso es todo -Paula entró en su celda-. Mis hermanos le hicieron prometer que me cuidaría.


Wanda cerró la puerta de la celda.


-Pues parece que se ha tomado muy en serio el encargo.


-Pedro sólo me considera una carga. Además, no soy la clase de mujer que quiere un hombre como Pedro, y, desde luego, no soy la que necesita -Paula se alejó de los barrotes de la celda, extendió los brazos y giró sobre sí misma-. Mírame. Soy una chica de campo. Lo que necesito es un hombre con callos en las manos y suciedad en las botas, no un abogado rico que quiere llegar a ser gobernador.


-Tienes un aspecto estupendo -dijo Wanda, mirando a Paula de pies a cabeza-. Podrías arreglarte un poco, desde luego, pero eso no sería difícil teniendo tu rostro y tu tipo. Y el hecho de que Pedro Alfonso y tú seáis totalmente opuestos no significa que no estéis hechos el uno para el otro. Los opuestos se atraen, ya sabes.


-No creo que un hombre que está a punto de presentarse para gobernador vaya a relacionarse sentimentalmente con una mujer que posee un garaje de grúas, que no tiene estudios universitarios y que siempre está metiéndose en líos porque no sabe mantener la nariz apartada de los asuntos de los demás.


-Pues me temo que si no haces algo pronto puedes perderle para siempre -dijo Wanda-. Ya hace tres meses que está saliendo con Donna Fields. Ya sabes que su abuelo fue gobernador y su tío es juez federal.


-Pedro y yo no encajamos, pero Donna Fields y él son un asunto diferente. Puede que ella sea la esposa perfecta para Pedro -Paula odiaba admitir que otra mujer fuera más adecuada para Pedro que ella, pero la verdad era la verdad. 


Donna Fields era la mejor elección posible como esposa de un político. Paula Chaves sería la pesadilla perfecta.






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