sábado, 11 de marzo de 2017
HASTA EL FIN DEL MUNDO: CAPITULO 19
—Bébete esto.
—No —dijo él.
—Sí —insistió ella. Pedro protestó.
—Vete.
—No. Estoy intentando ayudarte.
—Pues pégame un tiro.
—Lo siento, pero no tengo ninguna pistola a mano. Bébete esto. Te aseguro que te ayudará. Vamos.
Pedro se volvió hacia ella sin poder fijar la vista.
—Si me lo tomó, lo vomitaré.
Ella lo estaba mirando con aquellos maravillosos ojos azules.
—No, no lo vomitarás.
Él cerró los ojos.
—Tenemos que hablar, Pedro —dijo ella con una voz suave y dulce, llena de preocupación—. Sobre lo que ocurrió anoche.
—Yo no… —no pudo explicar nada. No era el momento. Seguramente jamás lo sería
Ella tragó saliva, dudó.
—¿No hablabas en serio?
Algo en su voz lo intranquilizó. Parecía nerviosa, con un toque de aprensión.
Abrió los ojos y la miró. Su gesto era serio y expresivo. Lo que estaba a punto de oír parecía muy importante para ella.
—Sí, sí hablaba en serio.
Paula sonrió y él sintió que el sol lo iluminaba todo. Era aquella sonrisa de ángel, dulce y alegre. La había visto antes, cuando Paula tenía un bebé en brazos, cuando había ido a ver a Arturo al hospital, cuando había besado a su madre recién casada ante el altar.
Ella le acarició suavemente el pelo y le pasó los dedos sobre las mejillas calientes.
—Venga, Pedro, tómate esto. Te sentirás mejor —le ofreció el vaso.
Él lo aceptó y se lo bebió como pudo. Luego se lo devolvió y se tumbó de nuevo.
—¿Satisfecha? —le preguntó.
Paula sonrió.
—¿Satisfecha? —repitió en otro tono interrogativo—. Pues no, todavía no.
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