jueves, 2 de febrero de 2017

LA VENGANZA DE UN HOMBRE: CAPITULO 21




El primer mes de matrimonio, pasó rápidamente para Pedro.


Paula tenía que reconocer que apenas podía apartar sus manos de Pedro y a él tampoco parecía desagradarle acariciarla. Había estado algo preocupada después de la primera noche, temiendo que él tratara de controlarse y se contuviera, pero parecía haber decidido que el daño ya estaba hecho.


No tenía motivo para protestar. Ahora que había descubierto lo que había detrás del tópico del sexo, se daba cuenta de que el haber esperado años no le había restado placer. De hecho le había despertado la curiosidad, deseando aprender más.


Excepto en las ocasiones en que permanecía callado y retraído, era mucho más fácil vivir con Pedro de lo que había imaginado. La máscara de hombre duro que presentaba frente al mundo, se convertía en una cálida sensación de proteccionismo cuando estaba a solas con él. Si no fuera por las continuas advertencias de que tenía que permanecer en alerta porque el extorsionador no había sido detenido, su vida habría sido idílica.


Y, siendo honesta consigo misma, la otra cosa que la incomodaba era cuando Pedro permanecía en silencio. Esos momentos le hacían recordar que el verdadero motivo de que fuera su esposa era su deseo de venganza.


Y además, estaba el hecho de tener que decirle que no estaba embarazada. El que le diera un abrazo, la había hecho sentirse incluso peor.


—No te preocupes, el bebé llegará a su debido tiempo.


—¿Y si no me quedo embarazada?


Él se encogió de hombros.


—Dale tiempo. Llegará pronto.


—Pareces muy seguro.


Aquel abrazo había sido una manera de reconfortarla. Pero Paula tan sólo había sentido lástima.


—Lo estoy. Tu cuerpo necesita tiempo para olvidar el ciclo de la píldora.


—Nunca he tomado la píldora —dijo ella—. Nunca he tenido necesidad de hacerlo.


—Oh —exclamó y su mirada se volvió oscura, haciendo que Paula sintiera que su pulso se acelerara—. No sé cómo he podido olvidarlo.


La sonrisa de Pedro la tranquilizó.


—Tan sólo hemos de seguir intentándolo, tenemos que practicar más.


Pedro la llevó al dormitorio y allí había acabado la conversación.


Pero en los momentos más inesperados, las dudas continuaron asaltándola, como en una comida de trabajo que había compartido con Pedro y con una mujer embarazada. 


Ese día, al llegar a casa, Pedro y ella habían hecho el amor intensamente, porque Paula sabía que su felicidad era efímera y que en algún momento desaparecería. Y entonces, tan sólo tendría recuerdos.





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