lunes, 13 de febrero de 2017

FUTURO: CAPITULO 6




Cuando Pau llegó al hospital cuarenta y cinco minutos más tarde, ya habían trasladado a su abuela de la cama a la camilla. Al ver entrar a su nieta, Maggie sonrió.


—Me siento como si hubiera salido de la Edad de Piedra —murmuró, levantando la mano un momento y dejándola caer al instante.


Pau se rio, pero no pudo evitar preocuparse. Su abuela, siempre tan energética y vital, estaba pálida, exhausta. 


Probablemente estaba sedada y por lo menos había sonreído un poco, pero Pau no estaba muy positiva. No obstante, decidió poner una buena banda sonora a la situación para animarse un poco. Whistle a Happy Tune empezó a sonar en su cabeza.


—La próxima vez que haya un musical, puedes presentarte al casting —le dijo Pau, gastándole una broma con los musicales que tanto le gustaban.


Le agarró la mano. Estaba mucho más fría que de costumbre y su piel parecía de papel de cebolla.


La anciana sonrió y le tocó la mejilla con suavidad. Después sacudió la cabeza.


—Creo que este año no voy a poder cantar el número principal —dijo con tristeza. Miró hacia la puerta—. ¿Dónde está Adrian?


—¿Adrian? —Pau parpadeó, sorprendida y miró por encima del hombro como si fuera a verlo en cualquier momento.


Adrian no le caía especialmente bien a la abuela… Pero Pau no sabía por qué.


—En el trabajo, supongo.


—¿No vino?


—¿Querías que viniera? —le preguntó, sorprendida.


—Claro que no —contestó Maggie—. Pero pensé que tú sí querrías que viniera.


—Yo… Bueno, por supuesto. Me hubiera gustado mucho que hubiera venido, pero no puede irse así como así.


El trabajo de Adrian era muy exigente y su jornada era muy larga.


—Además, no sabía cuándo volvería. Le dije que llamaría y que le mantendría informado, lo cual me recuerda… —dijo, mirando fijamente a su abuela—. Cuando hablamos ayer, no mencionaste a Hernan.


—Ah —dijo la abuela, cerrando los ojos—. Hernan —una sonrisa se asomó en sus labios.


Al ver esa sonrisa, Pau no pudo mantener la boca cerrada.


—¡No puedo creer que dejaras que Mariana te lo dejara aquí!


La abuela no abrió los ojos.


—Va a hablar con Dario.


—Eso he oído. Pero no es excusa.


—¿En serio? —exclamó Maggie, arqueando las cejas sin abrir los ojos—. Yo pensaba que era bastante buena.


Pau apretó los dientes. Sabía que su abuela dejaba que Mariana se saliera con la suya, pero no podía creer que aprobara su comportamiento en el fondo.


—Se aprovecha.


—Bueno, sí, pero es que…


—Ella es así —dijo Pau, terminándole la frase, todavía molesta.


Eso le decía siempre su abuela.


—Pero no significa que esté bien.


—Espero que no la pagues con Hernan.


—Claro que no.


—O con Pedro —Maggie abrió los ojos, claros, azules y penetrantes.


Pedro está bien. Hernan y él son uña y carne.


La abuela sonrió.


—Lo sabía —cruzó las manos justo por debajo del pecho y cerró los ojos.


—Para —dijo Pau—. Pareces un cadáver.


Maggie se echó a reír.


—Todavía no he llegado a eso.


—Bien —Pau tomó las dos manos de su abuela y las apretó con fuerza—. Tienes que ponerte bien. Eres todo lo que tengo —las emociones que intentaba suprimir, afloraban de repente con toda su fuerza.


—Pensaba que habías pillado bien a Arian —dijo la abuela de repente—. ¿Dónde está Hernan ahora? —añadió, sin darle tiempo a replicar.


—Con Pedro —dijo Pau en un tono tenso.


—Ah —Maggie cerró los ojos. Su voz se volvió suave y adormilada de nuevo. Sonrió, satisfecha y serena—. Deberías casarte con un hombre como él.


Pedro no está interesado en casarse con nadie —dijo Pau con contundencia.


La abuela abrió los ojos de golpe.


—¿Habéis hablado de ello?


Pau se encogió de hombros.


—Me lo mencionó de pasada.


La abuela sabía que habían salido un par de veces, pero ella nunca había compartido sus esperanzas y sueños con ella. 


Además, después de llevar años viviendo en el apartamento del garaje, debería haber sabido que él había salido un par de veces prácticamente con todas las mujeres del sur de California y que no estaba interesado en una relación seria.


—A lo mejor deberíais volver a hablar de ello.


O a lo mejor no…


—Te veo en la sala de recuperación —le dijo, inclinándose para darle un beso—. Te quiero. Y cantaré una canción alegre para ti.


Pero no iba a hablar de matrimonio con Pedro. Había ciertas conversaciones que no podían ir mejor la segunda vez.






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