jueves, 26 de enero de 2017

UN SECRETO: CAPITULO 35





Los días previos a la exposición «Algo antiguo, algo nuevo» pasaron muy deprisa. El viernes por la tarde Paula se dio cuenta de que, milagrosamente, todo estaba preparado. 


Cada detalle estaba bajo control y ella ya no tenía nada más que hacer.


Se marchó a la peluquería para que la peinaran y le hicieran la manicura. Después se dirigió a su apartamento para darse una ducha fría. Tras hacerlo se vistió con un veraniego vestido rojo. Se miró en el espejo y supo que todos iban a saber que estaba embarazada. Tenía los pechos muy hinchados y aquel vestido le marcaba la tripa, a diferencia de las amplias camisas que había llevado al trabajo.


Cuando el timbre de la puerta sonó, frunció el ceño y pensó en no contestar. Pero entonces el timbre volvió a sonar y se dirigió a abrir la puerta. Al hacerlo se le quedó la boca seca al ver a Pedro vestido con un esmoquin negro. Estaba completamente arrebatador.


—¿Qué haces aquí?


—He venido para llevarte al acontecimiento del año.


—Pensé que nos veríamos allí.


—Yo también, pero entonces me di cuenta de que tienes que venir conmigo.


—¿Por qué? —preguntó ella, curiosa.


—Para que mañana no haya nadie en Sidney que tenga ninguna duda de lo que siento por ti. Siempre has insinuado que te escondo y yo he jurado que jamás volverás a ser mi amante secreta. Después de esta noche todos sabrán que somos pareja y lo mucho que significas para mí. Ahora, termina de arreglarte y marchémonos.


Paula se apresuró a abrocharse la gargantilla de perlas que había elegido para aquel evento y se puso una pulsera de oro y unas sandalias plateadas. Tras aplicarse un poco de perfume, así como brillo de labios, estuvo preparada para salir.


Llegaron de los primeros. Ella subió a la planta de arriba para comprobar que todo estuviera en orden con las modelos, con los estilistas y con los diseñadores de joyas. 


Satisfecha con los resultados que encontró, volvió a bajar con Pedro.


La élite de Sidney estaba allí esperando para presenciar la exposición. Algunos estaban ya sentados y charlando entre ellos. Había camareros que llevaban bandejas con deliciosos manjares y champán.


—Se van a ocupar todas las localidades —le comentó a Pedro—. Todo tiene muy buen aspecto.


—Desde luego que sí —concedió él, sonriendo—. Hemos trabajado todos muy duro para conseguirlo.


—Paula… Pedro —dijo Briana, mirando con detenimiento lo cerca que estaban el uno del otro.


—¿Estás preparada? —le preguntó Paula a su amiga, dándole un abrazo.


—Tengo que ir a cambiarme de inmediato. En realidad no debería estar aquí abajo. Sólo quería asegurarme de que Jake no se sentía perdido.


—¿Jake Vanee? —Paula comenzó a sonreír—. ¿Ha venido contigo esta noche?


Briana negó con la cabeza.


—Ya te lo dije, Pau, no es nada serio —contestó antes de marcharse.


Pedro guió a Paula a la primera fila, donde había unos sitios reservados para ellos. Ella vio en la distancia a Dani Hammond, que llevaba puesto un elegante vestido negro. A su lado estaba su madre, Sonya. Paula saludó a ambas con la mano y pudo observar sus caras de asombro al ver lo cerca que estaba Pedro de ella.


Cuando por fin Pedro subió al pequeño escenario que habían montado, todo el mundo se quedó callado y escucharon con atención mientras él hablaba de Janderra, de los diamantes y de los diseñadores que iban a exponer sus colecciones aquella noche. Había una gran pantalla detrás del escenario en la que se proyectaban imágenes.


Presentó a Dani Hammond como la diseñadora estrella de aquel año. Paula la miró y vio cómo la muchacha se ruborizaba y cómo Sonya sonreía orgullosa.


Entonces Pau oyó su propio nombre y vio una fotografía suya reflejada en la gran pantalla. Pedro la presentó como la excelente gerente de la tienda de Sidney. Ella se ruborizó y se preguntó cómo iba a ser capaz de renunciar a su puesto de trabajo. Quizá pudieran acordar un horario que le permitiera trabajar menos horas una vez nacieran los gemelos.


Cuando él terminó de hablar, una de las cantantes de pop más famosas de Australia apareció en el escenario y cantó el exitoso tema de los setenta Diamonds Are Forever.


El espectáculo había comenzado. Se iban a presentar las nuevas colecciones de diamantes de la casa Alfonso.



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