martes, 3 de enero de 2017

CHANTAJE: CAPITULO 23




Pedro se quedó mirándola en silencio.


-¿Quién te dio el recado de que te quería ver? -le preguntó.


-Tomas -contestó Paula.


Pedro apretó los dientes.


-Quiero que me digas exactamente lo que me oíste decir desde la ducha.


-No sé, no me acuerdo.


-¡Haz memoria!


-Creo que... estabas diciendo algo de una lista de invitados -contestó Paula sin comprender por qué era importante aquel detalle-. Sí, le dijiste que la dejara sobre la mesa.


-¿Y luego qué pasó?


-Dejé de oír la ducha, miré a Marina y ella... sonrió. Obviamente, quería que os pillara juntos.


-Pero no estábamos juntos. ¡Yo estaba en la ducha y ella, en mi despacho!


-¿Y qué? ¡Estaba desnuda!


-¿De verdad?


-Lo sabes perfectamente.


-No, yo no sé nada. Recuerdo que aquella noche vino a mi despacho e intentó seducirme, como tantas otras veces. A mí cada vez aquello me ponía más y más violento. No me metí en la ducha hasta haberme asegurado de que estaba solo. Desde luego, no sabía que tú estuvieras allí.


Paula se quedó helada.


-¿Intentó seducirte?


-Deja que te cuente mi versión de aquella noche -suspiró Pedro-. Cuando salí de la ducha, el despacho estaba vacío. Me estaba vistiendo cuando recibí una llamada de Marina diciéndome que te había visto muy afectada por algo en compañía de Tomas. Por supuesto, fui a buscarte.


-¿Por supuesto? ¿Te importaba que estuviera mal?


-Claro -le aseguró Pedro-. Aunque no sé para qué porque, cuando te encontré, estabas besando a Farrer.


-No sé qué le pasó aquella noche -recordó Paula-. Estaba medio borracho. Llevaba todo el día comportándose de manera extraña y, para rematarlo, se abalanzó sobre mí. Cuando te vi en la puerta, estaba tan dolida que quise demostrarte que no me importabas.


Pedro se quedó mirándola a los ojos en silencio.


-Me parece que estoy empezando a comprender lo que sucedió. Besaste a Farrer para darme celos porque creías que te había traicionado con Marina. ¿Te das cuenta de lo arriesgado de tu acción? ¡Podría haberlo matado por estar contigo!


-Le pusiste un ojo morado y le partiste la nariz -recordó Paula-. En cualquier caso, no estaba con él.


-Pero eso era lo que querías que creyera y yo lo creí -contestó Pedro paseándose por el salón de la villa-. Si no hubiéramos sido tan cabezotas, no habríamos explotado de manera tan bestial.


-Nos manipularon, Pedro --contestó Paula-. A los dos. Y, para colmo, me despediste. Me dijiste «vete de aquí, no quiero volver a verte nunca».


-Admito que me equivoqué... pero es que verte en la cama con otro hombre ... estaba celoso.


- Yo también.


-Sin embargo, en realidad, ninguno de los dos teníamos razones para estarlo. Si en vez de enfadarnos, hubiéramos hablado, todo habría quedado claro. ¿,Por qué no me preguntaste por Marina?


-Porque, al encontrarla desnuda en tu despacho, di por hecho que estabas con ella.


-¿Tan poca confianza tenías en mí?


-Supongo que sí.


-¿Por qué?


Paula tragó saliva.


-Supongo que porque, en el fondo, no me podía creer la suerte que había tenido. Las mujeres de medio mundo corrían detrás de ti y tú me habías elegido a mí. Esperaba que sucediera algo así, pero me pilló de sorpresa. Era demasiado pronto...


-¿Qué quieres decir?


-Sabía que no eras un hombre de compromisos a largo plazo. No lo eras entonces y no lo eres ahora. Las mujeres te asediaban. Con tantas tentaciones a tu alrededor, yo tenía asumido que, tarde o temprano, te irías con una de ellas.


-¿Y te casaste conmigo a pesar de todo?


Paula apartó la mirada.


-Fue un arrebato...


-Así que pensaste lo peor de mí.


-Exactamente igual que tú de mí.


Pedro se pasó los dedos por el pelo.


-El problema es que somos los dos muy cabezotas. Tú no querías que me enterara de que te había hecho sufrir y yo estaba demasiado celoso como para hablar contigo y preguntarte qué estaba sucediendo.


-¿De verdad no tenías una aventura con Marina?


-No -contestó Pedro yendo hacia ella y tomándola de las manos.


-Madre mía... -suspiró Paula cerrando los ojos.


¿Qué habían hecho?


-Marina quería romper nuestro matrimonio -le dijo Pedro acariciándole el pelo.


-Ahora entiendo todo.


-Estaba enamorada de mí y tu repentina aparición en mi vida debió de llenarla de rabia. Tú eras joven, inteligente, impresionantemente guapa y yo estaba completamente cautivado por ti. Todo el mundo sabía que me había entregado a ti por completo.


Paula lo miró anonadada.


-En los dos meses que llevaba contigo, no me podía concentrar en el trabajo -le explicó Pedro-. Mis empleados estaban alucinados.


-Entonces, ¿tú crees que Marina... ?


-Intentó deshacerse de ti de la única manera que se le ocurrió. Sabía que yo jamás soportaría encontrarte con otro hombre.


-¿Y cómo supo que iba a refugiarme en brazos de Tomas?


-Porque erais muy amigos.


-Ahora me doy cuenta de que yo también actué con demasiadas prisas -dijo Paula besándole la boca.


-No tenemos que dejamos llevar por los arrebatos, tenemos que pensar las cosas con tranquilidad -dijo Pedro tomándola en brazos y conduciéndola al dormitorio.


-¿Qué haces?


-Esta vez, quiero hacerte el amor en la cama -sonrió Pedro-. El suelo de mármol nos va a matar.


Y aquella vez le hizo el amor con tanta ternura que a Paula se escaparon las lágrimas.


-No llores -le dijo Pedro abrazándola hasta que se durmió.







1 comentario: