martes, 3 de enero de 2017

CHANTAJE: CAPITULO 22




-¿Quiere verme ahora? -había preguntado Paula dejando la lista de medios de comunicación que estaba confeccionando y sonriendo abiertamente.


-Parece ser que tu marido no puede estar separado de ti mucho tiempo -contestó Tomas.


-Creía que estaba trabajando -contestó Paula poniéndose en pie.


-Desde hace dos meses, desde que conseguiste cazarlo, el jefe no piensa demasiado en el trabajo -comentó Tomas con sarcasmo.


Paula frunció el ceño. Tomas y ella eran muy amigos, pero algo en su relación había cambiado desde que se había casado con Pedro.


-Bueno, voy a ir a ver qué quiere. Si alguien me necesita...


-Le diré que estás con el jefe -contestó Tomas encaminándose al bar.


Mientras iba hacia el despacho de su marido, Paula pensó que tendría que hablar con su amigo seriamente más tarde porque estaba bebiendo demasiado últimamente.


Encantada de que no pudiera estar unas horas sin verla, se soltó el pelo porque sabía que a Pedro le gustaba así y se encaminó hacia la habitación donde tenía su despacho.


Al llegar a la zona en la que normalmente estaban las secretarias, le extrañó ver que no había nadie.


Llamó a la puerta y entró. Al principio, creyó que tampoco había nadie allí, pero, entonces, la vio.


Marina vestía tan sólo un albornoz, llevaba el pelo recogido y sonreía encantada.


-¿Marina? -exclamó Paula.


-Paula -contestó su jefa mirando hacia la puerta del baño.


En ese momento, Paula oyó el ruido del agua de la ducha y, acto seguido, la voz de Pedro indicándole a Marina que dejara unos documentos sobre la mesa.


Paula sintió náuseas.


-¿Cómo has podido?


-No creerías que iba a ser sólo para ti, ¿verdad? -sonrió su jefa-. En cuanto he querido, ha vuelto conmIgo.


El agua dejó de correr y Paula se dio cuenta de que, en breves momentos, tendría que enfrentarse a Pedro.


No podía hacerlo, así que salió corriendo por el pasillo, donde se encontró con Tomas.


-Paula, ¿qué te pasa?


Paula temblaba tanto que Tomas le pasó un brazo por los hombros.


-Vamos a mi habitación -le indicó.


Paula no podía ni pensar, así que lo siguió sin decir palabra.


Una vez en su habitación, no pudo parar de llorar en un buen rato, aferrada a él. De repente, Tomas la llevó a la cama, se tumbó sobre ella y comenzó a darle besos que olían a whisky por el cuello.


Paula intentó quitárselo de encima, pero no pudo.


-Olvídate de él, Paula, no merece la pena.


-¡Tomas!


-Eres preciosa y te deseo hace mucho tiempo. Lo sabes, ¿verdad?


No, no lo sabía y aquello no le estaba gustando nada.


En ese momento, se abrió la puerta y apareció Pedro completamente furioso.


Al recordar su traición, Paula abrazó a Tomas y lo besó.



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