Su madre estaba despierta.
Emilia debía de haber descorrido las cortinas y, a la luz de los primeros rayos de sol, Paula vio que su madre estaba mucho peor que cuando se había ido.
-Paula -murmuró-. Oh, Paula. Emilia me ha dicho que habías vuelto, pero no me lo podía creer -añadió tendiéndole una mano temblorosa-. Ven, cariño, por favor. Siento mucho que te fueras.
Paula se acercó a la cama de su madre intentando saber qué sentía exactamente por ella. Ira, rencor y decepción.
-¿Cómo te encuentras? -le preguntó sin tomarle la mano.
-¿A ti qué te parece? -preguntó la anciana con algo de arrogancia-. Todo lo bien que cabe esperar teniendo en cuenta que mi propia hija me abandonó cuando más la necesitaba.
Paula sacudió la cabeza.
-Nunca cambiarás, ¿eh, mamá? Te crees que el mundo gira a tu alrededor.
Lady Elena la miró con su viejo porte aristocrático, pero se derrumbó.
-¿Así me ves tú? Sé que me porté mal, pero lo hice por tu bien.
-¿Por mi bien? Sabías que no quería a Pablo Mallory sino a Pedro, pero no podías soportar la idea de que hubiera tomado una decisión por mí misma.
-Eso no es cierto.
-Sí lo es -dijo Paula dándose cuenta de que se estaba enfadando y decidiendo que debía controlarse-. Mamá, por una vez en tu vida, reconoce lo que has hecho. Querías controlar mi vida.
-Quería que te casaras con alguien que tuviera el dinero suficiente para... cuidar de ti.
-Querrás decir, para cuidar de Mattingley -dijo Paula con acritud-. Pues sí que te salió bien.
-Sí...
-Cuando te dije que estaba embarazada, no tuviste el valor de contarme la verdad, no admitiste que habías conspirado con Pablo para engañar a Pedro. Preferiste hacer todo lo posible para que siguiéramos separados. Así, jamás me enteraría de lo mala madre que eres.
-Si tú lo dices -suspiró lady Elena.
-¿No es cierto acaso?
-Sí, muy bien, muy bien. Lo hice mal, pero también pagué por ello.
-¿Ah, sí?
-¿Por qué crees que la finca ha ido menguando en estos años?
-¿No me dijiste que fue para pagar los derechos de sucesión del abuelo y de mi padre?
-Sí, también por eso, pero... Pablo se ha llevado buena parte. No creerás que ha mantenido la boca cerrada a cambio de nada.
Paula la miró horrorizada.
-¿Te ha estado chantajeando?
-No, no ha sido chantaje. Los Mallory siempre quisieron nuestras tierras, así que les he vendido varias parcelas a muy bajo precio.
Paula miró a su madre con pena y se acercó a ella.
-¿Por eso le pedías dinero a Pedro? ¿No tenías para mantener la casa?
-Más o menos -contestó lady Elena mirándola con angustia-. ¿Podrás perdonarme algún día?
Paula apretó los labios.
-Me parece que no voy a tener más remedio. Estoy empezando a entender lo que te ha hecho Pablo todos estos años.
-Lo quiere todo y, al final, veo que se va a salir con la suya cuando yo falte. He intentado cambiar el testamento para dejarle la casa a Pedro, pero no ha querido.
-¿Es que no lo entiendes?
Paula miró hacia la puerta y vio a su marido.
-No quería que nada más pudiera interponerse entre nosotros. Esta casa puede ser tuya, Pau, si quieres -le aseguró-. No te preocupes por eso. Yo pagaré la hipoteca y todo lo que haga falta.
-Oh, Pedro...
-Deja que lo haga -imploró su madre agarrándole la mano-. Por ti y por Emilia. No dejes que Pablo se salga con la suya.
-Mamá...
-Ya veremos -dijo Pedro acercándose a su mujer-. Si Paula lo quiere así, así será. ¿Por qué no dejas que sea ella quien decida?
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