viernes, 20 de mayo de 2016

SEDUCIENDO A MI EX: CAPITULO 16








Pedro siguió besándola. El deseo mutuo era tan fuerte, que ambos se rindieron a los sentidos, pero no fue algo salvaje como en la posada sino un encuentro más pausado.


Aquella vez, no había vergüenzas ni arrepentimientos.


Paula nunca había dejado de querer a Pedro y estaba empezando a darse cuenta de que, quizás, él a ella tampoco.


Sentía el rápido latir de su corazón. Le metió las manos por la camiseta y le acarició la espalda haciéndolo estremecer.


-Te deseo -dijo Pedro mordiéndole el cuello-. Creo que nunca he dejado de desearte.


-Yo también te deseo -confesó Paula besándole la barbilla-. Mucho.


Pedro la tomó de las nalgas y la apretó contra su cuerpo. Sus bocas volvieron a encontrarse y durante unos minutos se concentraron única y exclusivamente el uno en el otro, sin importarles que la señora Edwards pudiera aparecer en cualquier momento para hacer el desayuno.


Paula cerró los ojos y sintió las manos de Pedro desabrochándole los vaqueros.


-¿Sabes cuánto te quiero? -sonrió.


Paula abrió los ojos, lo miró encantada y, justo en ese momento, vio por el rabillo del ojo qúe la puerta de la cocina se estaba abriendo.


-¿Con quién hablas, papá? -dijo Emilia entrando en pijama.


Al ver a su madre, corrió hacia ella.


-¡Mamá, mamá! ¡Has vuelto! -gritó mientras Paula la abrazaba.


-Hola, cariño -le dijo.


-¿Dónde has estado? -le reprochó-. Te hemos echado mucho de menos, ¿verdad, papá?


-¿Eh? Sí, claro -contestó Pedro resignado-. No te puedes imaginar cuánto.


-Me hago una idea -bromeó Paula mirándole la bragueta.


Pedro fue hacia ella y le pasó el brazo por los hombros. 


Luego, miró a Emilia e hizo lo mismo con ella.


-Mis dos amores -murmuró satisfecho-.¿Queréis que nos vayamos a desayunar fuera? Me parece que estaría bien para celebrarlo,¿no, Emi? Mamá ha vuelto y, a partir de ahora, vamos a ser una familia.


-¿De verdad? ¿Es verdad, mamá? ¿Papá se va a quedar a vivir con nosotras? -dijo la niña emocionada.


-Eso parece -contestó Paula mirando a Pedro-. ¿Estás contenta?


-Por supuesto. ¡Estoy encantada! -contestó Emilia extasiada-. Oh, mamá, ¿por qué has estado fuera tanto tiempo?


-Porque necesitaba tiempo para perdonarme -contestó Pedro cargándose la culpa-. Todo esto no tenía nada que ver contigo, Emi. Era algo entre tu madre y yo.


-¿Y ahora todo está bien?


-Sí, todo está bien -contestó Pedro abrazando a Paula-. Ya lo entenderás cuando seas mayor. A veces, los hombres somos unos completos idiotas.


-¿Cómo el señor Mallory?


-Exacto, como el señor Mallory -contestó Pedro-, pero ese ya no va a volver por aquí, ¿verdad, Emi?


-¿Qué le dijo a mi madre? -preguntó Paula preocupada.


-No le gustó cómo lo trataste y la amenazó con contarte todo. Tu madre no podía permitirlo.


-¿Por eso me lo contó ella? -preguntó Paula con amargura.


-No la juzgues con demasiada dureza, Pau -dijo Pedro-. Es mayor y está enferma. Se ha pasado la vida aferrada a un montón de ladrillos. Aunque sabe que nos ha destrozado la vida durante años por algo que, en el fondo, no merecía la pena, jamás lo admitirá. 


Paula suspiró.


-Supongo que tengo que subir a saludarla.


-Le va a hacer ilusión verte -le aseguró Pedro.


-¿Te crees que le importo?


-Sí, le importas, pero no le digas que te lo he dicho yo.


-¿Dónde has estado, mamá? -preguntó Emilia sintiendo que los mayores la dejaban de lado.


-Ya te lo contará durante el desayuno -contestó Pedro-. ¿Por qué no vas a cambiarte? No creo que en McDonalds estén equipados para hacer fiestas de pijama.


-¡McDonalds! ¡Yupi! -exclamó Emilia encantada saliendo de la cocina.


-No he terminado contigo -dijo Pedro al quedarse de nuevo a solas con su mujer-. Cuando volvamos de desayunar, ya me encargaré de celebrar tu regreso a mi manera.


-Promesas, promesas -bromeó Paula saliendo de la cocina también.




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