sábado, 24 de diciembre de 2016

TE QUIERO: CAPITULO 39





Después de deambular como un zombie por las calles de Madrid, perdida por completo en sus pensamientos, Paula decidió regresar a casa. A pesar de las horas que habían transcurrido desde que el lujoso vehículo de Antonio de Zúñiga se detuvo a varias manzanas de distancia de su piso y él la había invitado a bajarse sin la menor amabilidad, seguía teniendo la mente embotada y notaba un dolor sordo en su pecho cada vez que respiraba.


Durante todo aquel tiempo no había sido capaz de tomar ninguna decisión. En vez de concentrarse en qué era lo que iba a hacer a partir de ese momento, su mente parecía más interesada en revivir los días y las noches, llenas de risas y de pasión, que había pasado en compañía de Pedro.


Lo único que quería era acurrucarse en cualquier rincón oscuro y dar rienda suelta a su dolor; sin embargo, sabía que debía ser fuerte. Por Sol, por la Tata, por ella misma, no podía darse el lujo de derrumbarse.


Entró en el elegante vestíbulo de la finca en la que vivían ahora y subió en el ascensor hasta el último piso, el maravilloso ático-dúplex al que se habían mudado. Giró la llave en la cerradura y, al entrar, aspiró el agradable aroma del que había sido su hogar en los últimos meses y en el que había pasado algunos de los momentos más felices de su vida.





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