martes, 25 de octubre de 2016

AMANTE EN PRIVADO: CAPITULO 25




Era prueba de que había estado asimilando la información que le había proporcionado el investigador privado. El día anterior de volar a Mónaco, había descubierto que había malinterpretado a Paula tremendamente y que no tenía posibilidad de ganarse su perdón. No sólo eso, sino que tras haberle exigido a su padre que le contara la verdad, sabía que la había malinterpretado dos veces; la primera, cuatro años antes. La culpa que sentía había sido difícil de manejar; no sabía cómo acercarse a ella o dónde comenzar a rogarle otra oportunidad. Sus remordimientos habían hecho que se mantuviera frío y distante. Cuatro años atrás, se había negado a escucharla, y no podía culparla por querer castigarlo duramente.


—Si quieres pruebas del modo en que me siento, aquí las tienes —dijo mientras se acercaba a ella y la tomaba entre sus brazos para besarla—. Ésta es la única prueba que necesitamos —insistió cuando Paula dejó de resistirse y se apoyó contra su pecho, pero las lágrimas en sus ojos advirtieron a Pedro de que la batalla no estaba ganada.


—Que tenemos buen sexo nunca ha estado en duda —dijo ella—. Pero quiero más que eso, me merezco más que eso. No quiero tener miedo a abrir el periódico porque pueda aparecer otra foto u otro artículo sobre mí. Ni siquiera me defendiste, Pedro, no te importó quién estuviera detrás de todo el asunto del espionaje en Venecia. Como tu amante, soy propiedad pública, y he decidido renunciar.


—Ya sé quién avisó a los paparazzi —dijo él al ver que agarraba la maleta y se dirigía hacia la puerta—. Y ya he tomado medidas para asegurarme de que nada así vuelva a ocurrir. Te protegería con mi vida, y nunca volverán a hacerte daño. Te lo prometo.


Paula lo observó durante un rato, como si se hubiera quitado la venda y estuviera viéndolo por primera vez y, a juzgar por su expresión, Pedro imaginó que no le gustó lo que vio.


—No te creo —contestó Paula—. Quiero irme a casa.



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