viernes, 16 de septiembre de 2016
EL ANONIMATO: CAPITULO 29
—Entonces, ¿arreglasteis Paula y tú las cosas anoche? —preguntó Esteban, cuando Pedro y él salieron a la mañana siguiente para inspeccionar las vallas.
—Se podría decir eso —respondió él, pensando en la pasión que los había mantenido despiertos casi toda la noche.
—Supongo que eso será después de que tú accedieras a no vender a Medianoche.
—Sí, ella me convenció de que era una mala idea.
—Ya me lo imaginaba.
—En realidad, me hizo un par de concesiones —protestó él—. Solo trabajará con ese caballo cuando yo esté delante y si algo parece peligroso, se detendrá cuando yo se lo pida.
—¿De verdad accedió a eso?
—Sí, aunque me imagino que no tardará más de un par de días en olvidarse de su promesa.
—Ya veo que conoces bien a Paula. ¿Hablabas en serio cuando dijiste que estabas enamorado de ella? —quiso saber Esteban, mirándolo muy fijamente—. Si estabas de broma, Karen va a hacerte pedacitos.
—No era un juego. Ninguna mujer me ha llegado al corazón del modo en que lo ha hecho Paula.
—¿Estás pensando en el matrimonio?
—¿En el matrimonio? —repitió.
Aquel tema no había salido la noche anterior. Si lo hubiera hecho, habría descartado la idea. De eso estaba seguro.
—Bueno, ese suele ser el siguiente paso, a menos que, después de todo, estuvieras jugando.
—No. Es que nunca he pensado tan adelante. ¿Qué puedo yo ofrecerle a una mujer?
—Tienes un buen trabajo, un lugar para vivir… Tienes planes para el futuro, y por lo que acabas de decir, tienes lo más importante de todo: amas a Paula.
—¿Y basta con eso?
Pensó en sus planes para el futuro. Gracias a los ánimos de Esteban, había empezado a soñar con tener su propio negocio de cría de caballos. No podía creer que aquello pudiera estar a su alcance. Hasta llegar al rancho Blackhawk, había ido a la deriva de un lugar para otro.
—Supongo que la única persona que puede responderte si es suficiente o no, es Paula. Hace unos meses, tal vez nunca lo hubiera creído, pero he visto muchos cambios en ella. Estar aquí, estar contigo, la ha ayudado a poner los pies en el suelo. Algo me dice que pensará que es más que suficiente.
Casarse con Paula. Se la imaginó vestida de raso blanco y un velo de encaje y el corazón empezó a latirle a toda velocidad. ¿Saber que ella sería suya para siempre?
Deseaba que así fuera. Lo deseaba más que nada.
¿De verdad estaría a su alcance? Hacía unas pocas semanas ni siquiera se habría imaginado diciéndole a una mujer que la amaba y oír que ella le dedicaba las mismas palabras… Se lo habían dicho mutuamente y se lo habían demostrado, pero el matrimonio era algo permanente. Para siempre cuando él casi nunca pensaba en el futuro. Nunca había visto un buen ejemplo de matrimonio. Su madre no se había casado nunca después de lo ocurrido con el padre de Pedro y se había conformado con aventuras pasajeras.
Su padre sí se había estado casado, aunque no con su madre, y se pasaba la vida persiguiendo faldas. Con aquellos dos ejemplos, ¿cómo podía resultar extraño que fuera escéptico con respecto a aquel vínculo? Sin embargo, de una cosa estaba seguro. Si se casaba, quería el matrimonio que Karen y Esteban tenían. Incluso él se daba cuenta de que lo de ellos era duradero…
—¿Sabes la suerte que tienes? —le preguntó a Esteban—. Es evidente que Karen y tú estabais destinados a estar juntos.
—¿Es eso lo que te parece?
—Claro. ¿Me equivoco?
—Espero que no, pero no fue siempre así. No pasa ni un solo día en el que no le de las gracias a Dios por lo que hemos encontrado. ¿Sabías que Karen era viuda cuando nos conocimos?
—No.
—Pues así era. Y yo había sido el peor enemigo de su marido. Tuvimos que solucionar muchos temas antes de que ella comenzara a confiar en mí. Te aseguro que cualquier cosa que surja entre Paula y tú será algo sin importancia en comparación. Sin embargo, tienes razón en una cosa. Mereció la pena y no pienso dejar que Karen se lamente de la decisión que tomó. Nunca.
Cuando llegara el momento, Pedro quería tener el mismo compromiso con Paula. Le quitaría la vida saber que ella lamentara haberse relacionado con él.
A pesar de las protestas de Esteban, Karen insistió en realizar sus tareas en el rancho.
—Le dije que si trataba de convertirme en una inválida durante nueve meses, terminaría estrangulándolo —le explicó a Paula, mientras tomaban una taza de café.
—Bueno, pues entonces es mejor que empieces a trabajar —replicó Paula ansiosa por que su amiga se marchara de la casa para poder empezar a llamar a las demás.
Necesitaba poder estar sola si iba a tratar de organizar un almuerzo sorpresa para celebrar la noticia del bebé.
—Pero me gustaría hacerte unas preguntas —protestó Karen, negándose a levantarse de la mesa—. Quiero saber lo que ocurrió entre vosotros cuando os marchasteis de aquí anoche.
—De hecho, bastantes cosas, pero puedes esperar a escuchar todos los detalles —replicó—. Por favor, ¿te quieres marchar? —añadió, al ver que su amiga no mostraba intención de marcharse.
—¿Es que estás tratando de librarte de mí?
—Sí.
—De acuerdo —comentó Karen, riendo—. Entonces, me marcho. Pero asegúrate de que alguien traiga chocolate. Tengo un antojo —dijo antes de salir.
—Te garantizo que habrá mucho chocolate.
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Hermosos los 3 caps, pero ya quiero que Pau le diga toda la verdad a Pedro.
ResponderBorrarMuy buenos capítulos! Yo también quiero que se entere! Seguro que vamos a sufrio varios capítulos!!!
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