domingo, 31 de julio de 2016

¿LO DESCUBRIRA?: CAPITULO FINAL





Había luz en los antiguos establos, pero el dormitorio de los chicos estaba apagado.


—En cuanto a Dario…


—Hablaremos dentro —aseguró él acompañándola hasta su antigua habitación—. Pensé que preferirías esta y que te sentirías más cómoda.


—Oh, sí —al parecer había llegado a conclusiones equivocadas.


Él puso la bolsa sobre la cama.


—Hay que darle tiempo a Dario para que se acostumbre…


—¿Que se acostumbre a qué?


—A ti y a mí —se volvió hacia Paula y ella lo miró intrigada. ¿Qué tenía en mente?—. A que nos vamos a casar —aclaró él. Ella lo miró y se rio—. Si tú aceptas, claro.


El corazón de Paula dio un vuelco.


—¿Es una proposición? —quería asegurarse.


Él asintió.


—No tengo una alianza, pero si quieres que me arrodille…


—No, gracias —la situación era surrealista.


—¿Quieres decir, «No, gracias» al matrimonio o a que me arrodille?


—Decían que la caballerosidad había desaparecido…


—¿Qué?


—Por eso quieres casarte conmigo, ¿verdad? Para convertirme en una mujer honrada y darle a Dario tú nombre.


Pedro se rio. Era una idea tan absurda…


La abrazó y le dio un dulce beso en los labios antes de decirle:
—¿Y no podría ser porque te adoro? ¿Porque quiero dormirme todas las noches abrazado a ti? —la miraba fijamente—. En cuanto a Dario, no necesita nada mío para que sea un chico estupendo. Es a ti a quien quiero darle mi nombre, Paula. Es a ti a quien quiero tener y abrazar. Debes saberlo.


—¿Paula Alfonso?


—¿Quieres decir…? —preguntó anhelante y ella asintió—. ¿Te casarás conmigo? —ella volvió a asentir—. Entonces dilo.


Pero Paula escogió algo más importante que decir.


—Te amo. Te amo tanto que me duele el corazón. ¿Es eso lo que querías oír?


—Desde hace meses —confirmó Pedro—. Solo que tú parecías preferir que sufriera un infierno.


—Solo tenía miedo —admitió ella—. Pensaba… Bueno, ya no importa.


—Nunca quise causarte dolor, y te compensaré aunque haga falta una vida entera.


Era una promesa muy tierna y Paula correspondió entregándole el corazón para que latiera a su cuidado y diciéndole:
—Solo quiero que me ames. Que me ames para siempre.


—Para siempre y un día más —juró él tomándole la mano.




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