martes, 21 de junio de 2016

TU ME HACES FALTA: CAPITULO 21





Cuando por fin llegó a su dormitorio, su padre y Pedro seguían hablando en el salón. Volvió a cerrar con llave y cuando estaba acostándose después de ducharse escuchó que intentaban abrir. Entrecerró los ojos y furiosa fue hasta la puerta abriendo de golpe. Se quedó de piedra al ver a Cristina que la miraba sorprendida- ¿Te molesto?


-¡No! Que va… ¿Necesitas algo?


-Me duele algo la cabeza y me he quedado sin analgésicos. No tendrás ¿verdad?


- Pues sí- sonrió yendo hacia el baño y después de encontrarlos en el armarito, salió con el bote en la mano-Estos son bastante buenos…


Se quedó de piedra al ver a Pedro quitándose la camisa ante ella.- ¿Dónde está tu tía?


-Se ha ido a su habitación supongo- se sentó en la cama para quitarse las botas.


-Perdona ¿pero qué haces?


-Acostarme.-tiró una bota antes de quitarse la otra.


-¿Y por qué no lo haces en tu habitación?- Se cruzó de brazos indignada- ¿Acaso te he invitado a la mía?


Él se levantó y se desabrochó los vaqueros dejándolo caer.


 Al ver su excitación Paula tragó saliva- Ven aquí.


-No me apetece.


-Mentirosa. No sé a qué vino cerrar la puerta pero si era una insinuación de que no nos vamos a acostar, estás equivocada. Ahora ven aquí.


-¡No!- hubiera quedado muy bien si después no le hubiera mirado la entrepierna.


-Nena…-dio un paso hacia ella y Paula gimió.- Lo estás deseando.


Lo miró a los ojos reaccionando- No es cierto.


La cogió por el brazo y la pegó a él – ¿No?


Al tenerlo pegado, Paula tembló sin darse cuenta- No- la poca convicción de su voz le hizo sonreír y le acarició la espalda levantándole el camisón. Sus manos bajaron a su trasero y la empujó contra él- No.-volvió a decir sin voz. Sin dejar de mirarla a los ojos le apretó las nalgas con ambas manos-Venga, vale.


Pedro rió entre dientes y la soltó dejándola confusa. Se tumbó sobre la cama colocando las manos debajo de la cabeza. Realmente era un espectáculo digno de ver.-Desnúdate y ven aquí- le dijo sin perder la sonrisa.


Paula entrecerró los ojos, pero ahora que la había excitado de esa manera la iba a satisfacer. Por supuesto que sí. Se quitó el camisón y se bajó las braguitas. Se subió a la cama y de pie camino hasta donde estaba él, pasando una pierna por encima de su cuerpo y sentándose sobre su regazo haciéndolo gruñir. Pedro la cogió por la cintura para detenerla cuando se rozó contra su sexo impaciente. –Eres muy mala.


-¿De veras?- preguntó entre dientes cuando Pedro se sentó apretándola a su torso.


Él la miró a los ojos mientras Paula abrazaba su cuello. Sus manos recorrían la espalda de Paula de arriba abajo.-No me vuelvas a cerrar la puerta, nena.- susurró mirando sus ojos.-No nos niegues esto.-dijo antes de besarla abrazándola a él, provocando que ya no pudiera pensar en nada que no fuera sentirle a él. Pedro la cogió por las caderas y Paula gritó en su boca al sentir como entraba en ella suavemente. Él se tumbó de espaldas llevándola con él y empezó a mover la cadera con una cadencia enloquecedoramente lenta. Sin dejar de besarla la mantenía inmóvil con las manos en sus caderas, mientras la torturaba sabiendo que quería más. 


Fuera de sí ella apartó su boca y escondió la cara en su cuello suplicando pero él no le hizo caso. Pensando que moriría de placer apretó las uñas sobre su torso y Pedro dio un fuerte empellón catapultándola a un orgasmo increíble que la hizo gritar de placer.


Agotada y con la respiración agitada sobre su torso ni se dio cuenta de que se quedaba dormida.







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