martes, 21 de junio de 2016

TU ME HACES FALTA: CAPITULO 22







Una mano en su trasero la despertó. Gruñendo levantó la cara abriendo un ojo. Al ver la cara divertida de Pedro se dio la vuelta dándole la espalda- Nunca he visto a alguien que le cueste tanto levantarse como a ti.- dijo divertido.- Venga pesada, que son las ocho.


Se abrazó a la almohada –No me cuesta levantarme –farfulló –en casa me levantaba a las seis.


-Entonces no lo entiendo.- la cogió por el hombro y la tumbó de espaldas. Paula suspirando vio que llevaba una camisa azul y unos vaqueros.- Nena, tu padre va a bajar a desayunar enseguida.


Hizo una mueca y suspiró- Está bien. –se sentó sobre la cama apartando su larga melena rubia.- Dios, como se puede estar tan cansada.


-Te cuesta un poco levantarte.- Pedro le apartó un rizo de la frente- Se te pasará.


Sacó las piernas de la cama sintiendo que le pesaban como plomos. Gimió yendo hacia el baño y únicamente cuando se duchó con agua fría se sintió mejor.


Al salir del baño Pedro no estaba y decidió qué se pondría.- Unos vaqueros cortos y una camiseta de tirantes azul- dijo para sí yendo hacia el armario pensando que a partir de ahora sería como su uniforme, porque los vestidos seguramente no saldrían del armario.


Cuando estuvo vestida, decidió recogerse el cabello en una cola de caballo pues hacía bastante calor. Se puso las botas y bajó a desayunar. Pedro estaba sentado en la mesa tomando su café y alzó una ceja al verle las piernas- Ni hablar.


-¿Qué? – confundida se acercó hasta él.


Apartó el periódico y la cogió por la cintura- No vas a llevar estos pantalones, si se les puede llamar así, porque le falta lo que es el pantalón.


-Muy gracioso- dijo intentando apartarse para sentarse en su silla.


-Pau, hablo en serio. El de ayer era exagerado, pero ese es indecente. Sube a cambiarte.


-¿Estás de coña?


-¡Se te ve hasta la nalga! ¡Sube a cambiarte!


-¡Mientes! Se dio la vuelta y el pantalón quedaba justo al borde de la separación del muslo con el trasero.- ¿Ves? ¡Esta es la línea y no se ve nada!


Un carraspeo en la puerta de la cocina hizo que levantara la vista sorprendida. Gimió al ver a su padre mirándolos con los ojos entrecerrados.- ¡Papá! Buenos días- dijo disimulando.


-No sabía que un jefe indicaba lo que alguien se tenía que poner.- dijo desconfiado acercándose a la mesa.


-Si tuviera sesenta vaqueros que la rodearan, lo indicaría se lo aseguro- respondió Pedro muy serio- Pau, vete a cambiarte si vas a salir de la casa.


Paula se sentó en su silla –Pues no saldré de casa.


Él la miró como si quisiera matarla- ¿No vas a ir a ver a Rufus?


-Llama al veterinario- dijo dulcemente- Ese matasanos que te gusta tanto.


-No me fastidies, Pau. ¡Tú lo has empezado y tú lo terminas!


-No.- cogió una tostada y empezó a untar mantequilla con una sonrisa en los labios- Además tengo mucho que hacer en el despacho. Por cierto, mi lista está hecha y he incluido algunas cosillas personales que puedo necesitar. No te importa ¿verdad?


-Discúlpeme señor Chaves- dijo levantándose y cogiendo a Pau del brazo para levantarla. Sorprendida le siguió con la tostada en la mano mientras su padre sonreía encantado.


Pedro la subió por la escalera metiéndola en la habitación y cerrando la puerta de golpe. – ¡Pau, estás colmando mi paciencia! ¿Ves que alguna de las mujeres de la casa vista así?


Ella dio un mordisco a su tostada- No tienen mi edad.


-¡Ponte unos pantalones largos!


-No.


-Esto es el colmo –se pasó una mano por su pelo negro mirando a su alrededor como si buscara qué hacer. 


Entonces levantó la mirada triunfante y sonrió- O te pones los pantalones o no te traeré el ordenador.


-Peor para ti- dijo encogiéndose de hombros antes de dar otro mordisco a la tostada.


-No te traeré más el refresco de cola.


Ella entrecerró los ojos porque eso la fastidiaría un poco, pero no iba a ceder por eso- Vale, pues eso que te ahorras.


-Prohibiré que uses el ordenador de Cris para hablar con esa amiga tuya.- dijo levantando la voz.


Eso sí que la fastidió- ¡No puedes hacer eso!


Aliviado porque la había hecho reaccionar sonrió de oreja a oreja- Pruébame…


-Eres…


Satisfecho fue hasta la puerta- Si necesitas más pantalones largos ponlos en la lista- dijo irónico antes de salir.


Furiosa gruñó yendo hacia el armario.


Cuando entró en el comedor su padre levantó ambas cejas- Increíble.


Pedro parecía muy satisfecho de sí mismo-Señor Chaves ¿le gustaría ver la finca?


-Sí, por supuesto. Estaré encantado de ver cómo funcionan las cosas por aquí. Su tierra es muy hermosa. Y llámeme Jeronimo, por favor.


-Espero que me corresponda llamándome Pedro.- su jefe la miró sonriendo de oreja a oreja mientras masticaba los huevos enfadada.- Por cierto Pau, esta tarde tienes tu primera lección de equitación.


Ella se atragantó con un ataque de tos muy virulento. Pedro se levantó y le dio palmaditas en la espalda mientras ella intentaba reponerse. Cuando lo miró tenía sus ojos verdes llorosos- ¿Qué?


-Lo que has oído. ¿Has terminado, Jeronimo? Tengo que ir a hablar con los peones.


-Sí, por supuesto-respondió su padre mirándola de reojo- Que tengas un buen día, hija.


-Pásalo bien, papá.- dijo atónita. No podía llevarla a montar. 


¡Hacía años que no se subía a un caballo!- ¿Pedro?


-Y haz la lista de los medicamentos que puedas necesitar y encarga un armario para que las medicinas estén bajo llave.- su jefe fue hacia la puerta ignorándola- esto te mantendrá ocupada sin meterte en líos.


-¿Se ha metido en líos?- preguntó su padre en tono conspirador.


-Uff, no ha parado. ¿Usted ha pensado alguna vez que es gafe?


Asombrada los vio salir por la puerta principal hablando de ella sin contarse.- Ignóralos- dijo Gwen divertida.


-¡Se han aliado contra mí!


La mujer se echó a reír recogiendo los platos.- Pues cuando vuelvan por la tarde no dudes que Pedro ya sabrá toda tu vida.


Gimió levantándose y ayudándola a recoger. Después de lavar los platos fue hasta el establo. Se pasó un rato con el potro, que ya se acercaba a la puerta del box cuando la oía cerca. En unos días intentaría entrar. No sabía si llegaría a poder montarse, pero al menos no estaría aterrorizado del ser humano.


Se pasó media mañana allí para hacer una lista concienzuda de todo lo que se necesitaba. Cuando volvió a casa se metió en el despacho, empezando a colocar cada montón por fechas para introducirlas en el ordenador en cuanto llegara.


Los hombres no se presentaron para comer y comió con Cris y Gwen algo inquieta por lo que él llamaba clases de equitación. Era muy capaz de amarrarla a la silla del caballo hasta que el equino se estuviera quieto.


Dos horas después gimió al oír el ruido del motor de la ranchera.- Bueno, ha llegado la hora.- susurró sin levantarse del suelo donde siguió trabajando.


Las voces de su padre y de Pedro llegaron hasta ella desde el hall.- ¡Pau!


Hizo una mueca antes de responder- Estoy aquí.


Pedro se acercó a la puerta que estaba abierta- Vamos nena, sólo tengo dos horas antes de ir a por unas reses.


-Oh, pues entonces vete- dijo con una dulce sonrisa- No te preocupes por mí.


-No, sino es molestia- la risa de su padre en el hall la indignó.-Lo hago encantado.


-¡Muy gracioso!- se levantó furiosa- ¡No quiero ir!


-No puedes vivir aquí y no montar a caballo. Hay sitios a los que el quad no llega y necesitas montura.


-¿Y para que quiero ir yo a esos sitios? –preguntó como si fuera idiota.


-¡Porque lo digo yo!-Se miraron retándose y Pedro añadió- ¿Quieres que te recuerde quien ganó esta mañana?


Después de la amenaza de no dejarla hablar con Sara se enderezó.- Como me haga daño por tu culpa me largo.


-¿Por qué te ibas a hacer daño? ¡No seas ridícula y mueve el culo hasta la camioneta!


Con grandes zancadas pasó ante él y ante su padre que estaba detrás escuchando descaradamente. Escuchó decir asombrado a su padre- Increíble.


Se subió a la camioneta y cerró de un portazo. Pedro muy satisfecho bajó los escalones seguido de su padre que seguramente no se quería perder el espectáculo. Entrecerró los ojos al ver que llevaba la cámara digital en la mano- Estupendo- dijo entre dientes. Encima la iba a grabar.


Tuvo que sentarse entre Pedro y su padre pero no abrió la boca hasta llegar al establo- Vamos, Pau. No pongas esa cara- dijo Pedro mientras su padre la miraba de reojo.-No es para tanto.


Tenía unas ganas de pegarle una paliza que tuvo que apretarse las manos para reprimirse. ¿Quién se creía que era para tratarla así? Furiosa bajó de la camioneta y se sorprendió al ver a tres caballos preparados. Muerta de miedo dio un paso atrás pero se chocó con Pedro que la sujetó de los hombros.- No puedo montar sin que esté cercado- dijo entrando en pánico.


-Claro que sí- la empujó hasta los caballos mientras su padre encendía la cámara. La acercó hasta un viejo caballo que no era demasiado brioso, pero ella no se fiaba después de lo de la última vez.- Venga, sube. Yo sujeto las riendas.


Le miró sobre su hombro. En sus ojos se veía que estaba asustada y Pedro apretó las mandíbulas- ¿No las soltarás?


-No las voy a soltar. Tú sube.


Asintió y se acercó a estribo, colocando el pie en él mientras se sujetaba al pomo de la silla. Les miró a ambos tomando aire. Pedro parecía confiado y su padre levantó un dedo en señal de victoria. Se subió al caballo ágilmente. Aquello era fácil. Lo difícil venía ahora. Pedro sonrió sujetando las riendas ante ella- ¿Ves? Está muy relajado.


-¡Muy bien, hija!


Paula sonrió tímidamente sujeta a las riendas sin tensarlas, pues temía la reacción del caballo. Pedro caminó un rato con ella encima para que se acostumbrara a la montura.- Ahora te voy a soltar para subirme al caballo.


-No lo sueltes, Pedro- dijo aterrorizada. –En cuanto lo hagas…


La miró a los ojos –No va a pasar nada. Déjate de tonterías. Tú quédate quieta mientras me subo al caballo.


Sin hacerle caso soltó las riendas y se dio la vuelta ignorándola. El caballo en ese momento empezó a andar de lado sin que ella se moviera y Paula miró a su padre que perdió la sonrisa- ¿Paula?


El caballo de repente giró y ella para evitar caer apretó los flancos con las piernas mientras gritaba. Aterrorizada vio que el caballo relinchaba y se preparó para morir. El caballo empezó a pegar saltos, mientras Pedro intentaba acercarse gritando pero ella no entendía nada pues lo único que podía hacer era aferrarse para no caer. Pedro tuvo que apartarse para que el caballo no le coceara mientras dos hombres salían del establo corriendo. Paula lloraba y casi la desmonta cuando el caballo saltó sobre sus cuartos traseros. 


Chilló histérica llamando a Pedro cuando el caballo salió en estampida. Paula aferrada a su cuello cerró los ojos fuertemente. Mientras suplicaba que se detuviera. El caballo tropezó haciéndola gritar pues sentía que caían los dos y después sólo sintió dolor hasta que ya no sintió nada.







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