domingo, 19 de junio de 2016

TU ME HACES FALTA: CAPITULO 15





Paula no contestó mientras cogía una camiseta. Se limpió las mejillas, furiosa. Se iban a enterar. Se iban a tragar todos esas palabras, se dijo tirando la ropa sobre la cama. 


Se miró el vestido y gimió. Le daba la sensación que allí no se pondría mucho sus vestidos. Se encogió de hombros poniéndose a la tarea.


Cuando bajó por las escaleras, le sacó la lengua al antepasado de Pedro- Te he visto.- dijo divertido mirándola desde el hall.


Ya no pensaba cortarse puesto que él no se cortaba en absoluto con ella- Es un cuadro horrible y pone los pelos de punta.


-Vaya, gracias.


-De nada.


Pedro la miró de arriba abajo y entrecerró mirándole el pecho- Nena, ¿dónde está tu sujetador?


-En la maleta- dijo saliendo al exterior.


Él gruñó tras ella pero decidió ignorarlo. No tenía derecho a decirle lo que se tenía que poner.- ¿Dónde está el coche?


-Ven- siguieron un camino hacia el lateral izquierdo de la casa y vio allí un garaje. En él había de todo desde motos y quads, hasta un Mercedes último modelo. Le llamó la atención un cuatro por cuatro negro.- Vaya, ¿de quién es este?


Pedro sonrió- Es el mío.


-Es precioso.


-Es un BMW. Si te portas bien, te lo dejaré.


-Nunca he conducido por la izquierda.


-Aprenderás. –dijo convencido. Pedro se acercó a un quad rojo- Sube.


Ella sonrió emocionada- ¿Vamos en eso?


-Para ir por la finca es lo mejor- dijo él dándole un casco- Aunque tienes que tener cuidado. En las curvas a mucha velocidad pueden ser peligrosos.


-¿Puedo utilizarlo cuando quiera?- dijo poniéndose el casco.


Él la miró y le ajustó la correa. – ¿Tendrás cuidado?


-Sí.


-Vale, pero no te salgas de los caminos. Y de momento sólo podrás ir hasta el establo.


-¿Por qué?


Pedro la cogió por las correas del casco acercándola a su cara- Porque lo digo yo.- al ver su cara de indignación sonrió- Porque no quiero que te pierdas. La finca es muy grande y no la conoces.- La besó ligeramente en los labios y se apartó.


-¿Por qué haces eso?


-Porque quiero. – se subió en el quad sin ponerse el casco.


-¿Por qué tengo que ponerme esto y tú no?-Pedro suspiró mirándola sobre su hombro cuando levantó una ceja, se respondió ella misma – ¿Por qué lo dices tú?


-Exacto. –Arrancó el quad –Súbete de una vez.


Se subió tras él y agradeció que no la viera porque se sonrojó ligeramente. Ir pegada a su espalda era muy erótico. 


Al menos para ella.-Agárrate- dijo él cogiendo su mano y haciendo que rodeara su cintura.


-Lo que quieres es que te toque.


-Sí, eso también- dijo divertido mientras ella se abrazaba a él. Ahí sí que se arrepintió de no haberse puesto el sujetador. Cerró los ojos al sentir como se le endurecían los pezones por su contacto y sólo esperaba que él no se diera cuenta.


Pedro sacó el quad del garaje y aceleró pasando ante la casa. Bajó una senda y ella vio los establos –Vaya, no me había dado cuenta de que estaban tan cerca.


-En realidad son dos quilómetros – dijo él mirándola divertido sobre su hombro.- Nena…


-¿Sí?


-Me vas a ahogar.


Ella le miró indignada- Me dijiste que me agarrara.


-Sí, pero no hasta cortarme la respiración.


-Serás….-dijo soltándose de golpe.


Él cogió su mano con su brazo sano- No te sueltes.


-¡Aclárate!


Tiró de su brazo hasta recostarla sobre su espalda y llevó su mano a su torso. A Paula se le cortó el aliento cuando se la dejó bajo su pectoral. Se mordió el labio inferior pues era una tentación. Afortunadamente llegaron a su destino y Paula prácticamente saltó de aquel chisme para alejarse de él. Pedro la miró divertido mientras se quitaba el casco, pero ella decidió ignorarlo pues lo que quería era reírse de ella. 


Después de dejarlo colgado del manillar se volvió al establo sin esperarlo. Allí vio a Alvaro- ¿Cómo está nuestro campeón?


El hombre sonrió – Algo mejor.


-Eso es bueno.- se acercó alargando la mano- Soy Paula Chaves, pero todo el mundo me llama Pau.


El hombre sonrió y le apretó la mano- Yo soy Alvaro Baker, el capataz de la finca. ¿Es americana?


-Sí, de Boston.


Estuvieron hablando mientras iban hasta el box de Rufus y cuando llegaron ella miró hacia abajo. –Vaya, vaya- dijo sonriendo arrodillándose junto a la cabeza para acariciarlo. Tenía los ojos abiertos- Estás mejor ¿verdad amigo?


-¿Está mejor?- Pedro estaba tras ellos.


-Sí, respira algo mejor- dijo sin dejar de acariciarlo.- ¿Me pasas el estetoscopio?


En cuanto comprobó la respiración y el pulso, se dio cuenta que estaba mejor. –Sí, está mejorando pero todavía no está fuera de peligro. Veremos como responde a la medicación.- dijo levantándose- de todas maneras hasta dentro de unas tres horas no puedo adminístrale otra dosis.


Los hombres asintieron y ella sonrió divertida. De no hacerle ni caso, habían pasado a comportarse como corderitos.-Bueno, ya que estoy aquí y tengo que esperar ¿hay algún otro animal enfermo?


Pedro sonrió y miró a Alvaro de reojo que parecía que acababa de ver un ángel.- ¿Qué?- preguntó sorprendida.


Se pasó las siguientes tres horas poniendo vacunas, curando un par de heridas en las patas de los caballos y haciendo una revisión al resto. Al pasar seguida de los dos que no le quitaban ojo por uno de los box, se detuvo en seco al ver un potro totalmente blanco. – ¡Vaya!


-Nena, no te acerques- dijo Pedro cogiéndola del brazo para detenerla.


-¿Por qué?


-Ese potro no deja que se acerque nadie. Ha sido así desde que nació. Sólo se acercaba a su madre.


Ella frunció el ceño-Eso no puede ser. Tiene que haber una razón.


-Sólo le dejamos la comida y el agua. No podemos ni sacarlo de ahí sin que monte un espectáculo.- añadió Alvaro muy serio- Además le dio una coz a Jose, que por poco lo envía a Brisbane.


-Hasta hemos pensado en sacrificarlo


-¿Estáis hablando en serio?- miró al potro que parecía de lo más pacífico y extendió una mano sobre la puerta. El potro miró la mano.


-Nena…


-Shuss- dijo sin dejar de observar su comportamiento. Dio un paso hacia ella y Paula sonrió. Después de unos minutos sin presionarle dio otro paso hacia ella. Paula observó su pata trasera y frunció el ceño. Tenía una ligera cojera. Era algo muy leve pero había que revisarlo. Cuando el potro dio otro paso hacia ella estuvo atenta a su morro por si intentaba morderla.


-Paula, ten cuidado- susurró Pedro justo detrás de ella.


El potro levantó la cabeza y le dio con el morro en la mano suavemente.- Eso es- susurró ella –Ven tú.


Volvió a tocar su mano y ella ligeramente le acarició por encima del morro. Entonces él se acercó más a ella y pudo acariciarle el cuello ligeramente.-Buen chico.


-Increíble- susurró Alvaro sin salir de su asombro.


Ella le acarició el cuello sin presionarlo y se dejó hacer. – ¿Tenéis un terrón de azúcar?


Alvaro se alejó rápidamente y el caballo se sobresaltó alejándose algo de ellos.- No tengas miedo – susurró ella para que se familiarizada con su voz.- es Alvaro que es un torpe.


El potro se acercó lentamente a ella y Paula volvió a acariciarlo- Te gusta ¿eh? Eres un mimoso.


Sintió que Pedro se giraba haciendo un gesto y luego sintió en la espalda que la presionaba con algo. Llevándose la mano libre a la espalda tocó su mano y cogió el terrón de azúcar. Lentamente para no asustar al potro metió la otra mano cerrada dentro de box mostrándole el terrón. Miró la mano con desconfianza pero al final se acercó a ella. 


Entonces llevó el hocico a la mano para alegría de Paula que abrió lentamente la mano. El terrón no duró mucho en la mano –Muy bien. Hasta mañana, precioso.


Sacó lentamente las manos y se volvió. Pedro sonreía con las manos en las presillas de su vaquero- Bien doctora ¿cuál es el veredicto?


-El veredicto es que tiene una lesión en la pata trasera y que alguien lo forzó a correr. Se hizo daño y ahora se niega a hacernos caso.


-¿Estás de broma?


-Tengo que revisarlo. Pero no me va a dejar, si no lo dejo grogui. ¿Tenéis una pistola tranquilizante?


-Sí.


-Deberías hacernos una lista con todo lo que puedas necesitar, Pau- dijo Alvaro algo más alejado.


Ella los miró fijamente y se cruzó de brazos- Yo no soy la veterinaria de esta finca.


-No, eso es cierto- dijo Pedro tensándose- es la secretaria. Aunque todavía no has tocado un papel.


-Cuidado Pau, está sacando el morro.


Ella no se movió mirando los ojos de Pedro que estaba alerta. El hocico del potro la hociqueó en la espalda y ella sonrió girándose lentamente- Precioso ¿qué quieres?- levantó las manos suavemente y le acarició entre los ojos.- ¿Más azúcar?


Pedro le dio otro terrón y ella se lo tendió sonriendo- Ya no más. Al menos por hoy.- Le acarició la quijada y se volvió. –Voy a ponerle la medicación a Rufus. Por hoy ya está bien.


-Sobre la lista…


Fulminó con la mirada a Pedro- ¿Ya empiezas?


-No te estoy presionando- dijo molesto.


-Que te quede una cosa clara- dijo muy seria- haré lo que quiera y cuando me dé la gana. No tienes derecho a pedirme nada porque no soy la veterinaria de esta finca.


-¿Te has visto?


-Pedro- el tono de advertencia de Alvaro fue totalmente ignorado.


-Eres la mejor veterinaria que he visto. ¡No puedes desperdiciar tu talento de esa manera!


-Pedro


-¡Yo decido lo que quiero hacer con mi vida y si decido que no quiero oler a estiércol, ni meter la mano en el trasero de una vaca, es asunto mío!


Se volvió hacia el box de Rufus cogiendo los guantes de látex que ya tenía allí preparados. Pedro no la entendía. 


Había partes de ese trabajo que le gustaban, pero había otros que le repugnaban y no iba a dejar que él la convenciera. Era su secretaria. Si quería aceptarlo bien, si no se iba a llevar una sorpresa. No había ido hasta Australia para volver a hacer lo mismo que hacía en los Estados Unidos. ¡No señor!





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