domingo, 19 de junio de 2016
TU ME HACES FALTA: CAPITULO 16
Cuando le administró la medicación a Rufus, le acarició el cuello y después se levantó para tirar la jeringuilla al cubo que seguía allí.
Después de tirar los guantes de látex, pasó a su lado ignorándolo.- ¡Está bien! Haz lo que quieras…
-Vaya, muchas gracias- respondió irónica sin volverse.
-Pero entonces no te sorprendas cuando te prohíba acercarte a los animales.
Ella se giró lentamente- ¿Qué has dicho?
Él sonreía divertido- Los animales son míos y si quiero no te acercarás a ellos.
-¡Eres un desagradecido!- le gritó furiosa- ¿Después de que he salvado a tu caballo tienes el descaro de decirme eso? Aunque no sé de que me sorprende después de haberte salvado la vida.
-¿Te ha salvado la vida?
-Es una exagerada.
-Corté la hemorragia- gritó ella- ¡No tenía por qué haberte atendido! ¡Y alejé al canguro!
-¿Alejó a un canguro?
-Es una exagerada- volvió a repetir sin perder la sonrisa.- Y algo gafe, así que ten cuidado.
Abrió los ojos como platos de la indignación- ¡Idiota!
-Y cuando no sabe que decir siempre dice eso.
Alvaro se echó a reír y Paula furiosa enfiló el camino hasta la salida murmurando lo idiota que era.- Va, está cansada. En cuanto descanse un poco recapacitará- le oyó decir.
Furiosa se subió en el quad y arrancó sin esperarlo. Que fuera caminando, así se despejaría un poco.
Cuando dejó el quad en el garaje fue hasta su habitación y se desvistió para ducharse. Fue hasta el baño y comprobó que lo tuviera todo quitándose después las braguitas. Cogió el asa de la mampara de la ducha cuando se abrió la puerta de golpe haciéndola gritar del susto. Pedro estaba allí mirándola furioso- ¿Estás loco?- gritó histérica mirando a su alrededor para buscar con qué cubrirse.
Iba a agarrar una toalla del colgador cuando la cogió por la cintura pegándola a él.- ¿Qué haces?
-Escúchame bien- dijo con la voz muy suave indicándole que estaba realmente furioso.-En mi rancho se hace lo que yo digo.-Paula intentó apartarle empujando sus hombros- Y si yo digo que no conducirás el quad como una loca, no lo harás ¿me has entendido?
Ella le miró a los ojos – ¡Entendido! ¡Ahora sal de aquí!
Pedro entrecerró los ojos y bajó la vista hasta sus pechos que presionaban su torso.- ¿Estás excitada?
Paula se puso de todos los colores- ¡Suéltame!
La mano de Pedro que estaba en su cintura subió hasta su pecho y ella jadeó con los ojos como platos al sentir su caricia. –Nena, estás excitada- susurró ronco apretando su endurecido pezón entre sus dedos.
-Tienes que soltarme- dijo arqueando su espalda sin darse cuenta.-Eres mi jefe.
-¿De veras?- él se agachó sin dejar de mirarla y Pau tembló cuando le besó el pecho justo por encima de su mano. –Dios, eres preciosa.- dijo antes de mover la mano y meterse el pezón en la boca.
Ella gritó sujetándose en sus hombros cerrando los ojos por el placer que la traspasó. Sintió los dientes de Pedro rozándola antes de que su otra mano acariciara el otro pecho-¡Dios!- gritó ella muerta de deseo.
Pedro se incorporó y atrapó su boca, devorándola. Paula sólo pudo abrazar su cuello y dejarse llevar mientras sentía sus manos por todo su cuerpo. Metió las manos por el cuello de su camisa intentando tocarle pero no llegaba, así que llevó sus manos a la pechera tirando con fuerza abriendo la camisa en dos provocando que los botones salieran disparados. El gemido de Pedro cuando se pegó a su pecho la excitó más si eso era posible y se apretó a él que la cogió por el trasero levantándola. Ni se dio cuenta de que rodeó sus caderas con sus piernas ni que la sacaba del baño.
Cuando la tumbó en la cama, él separó su boca de la suya para mirar sus ojos verdes-Me faltabas tú- dijo antes de entrar en ella haciéndola gritar de placer. –Dios, eres maravillosa- susurró moviendo su cadera en una lenta cadencia que la volvió loca, hasta hacerla estallar en un millón de estrellas. Nunca había sentido algo así, tan maravilloso que no quería volver a la realidad.
Pero lo hizo y se dio cuenta de lo que había hecho o mejor dicho de lo que habían hecho. Abrió los ojos y miró al techo.
Pedro seguía sobre ella y se levantó levemente para mirarla a la cara. Se sonrojó intensamente y le miró brevemente antes de desviar la vista al techo mordiéndose el labio inferir- Bueno…Pues…
Pedro se echó a reír y la besó liberando su labio.-No te agobies – le susurró.
-¿No?
-No.- se alejó de ella moviendo la cadera y haciéndola gemir.-Cielo, volvería a empezar pero vamos a llegar tarde a la cena- dijo mirándola intensamente.
-¿La cena?- preguntó distraída volviendo a sentir cosas maravillosas. – ¡Por Dios, muévete ya!- le exigió aferrándose a sus hombros.
-Entonces ¿pasamos de la cena?
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