lunes, 2 de mayo de 2016

MI CANCION: CAPITULO 26





Sin darse cuenta, Pedro había cerrado los puños. Trataba de contener la furia, pero cada vez le costaba más.


Avergonzada y sonrojada, Paula avanzó hacia el borde del escenario.


–Estábamos ensayando, Pedro. He tenido un problema con una de las canciones y Raul me estaba ayudando.


–¿Ah, sí? ¿Desde cuándo Raul es el masajista del grupo? Es evidente que me he perdido algo.


–¡Por favor, la chica está cansada! Cansada y tensa… Solo la estaba ayudando a soltar la tensión antes de seguir con el ensayo. Los chicos han salido fuera un rato. Creo que voy a buscarles.


–No. Quédate ahí donde estás.


Pedro se dirigió hacia el escenario. Sus botas golpeaban el suelo sin piedad.


–No vamos a hacer nada más hasta que llegue al fondo de todo esto.


Paula metió las manos en los bolsillos de los vaqueros y respiró profundamente. ¿Acaso estaba celoso? ¿Era por eso que estaba tan enfadado?


El corazón se le aceleró. No podía evitar fijarse en lo guapo que estaba ese día. Llevaba unos vaqueros negros combinados con una camisa marrón y una chaqueta oscura de raya diplomática que le sentaba como un guante. Le recordaba a uno de esos modelos italianos que aparecían en las portadas de las revistas.


–¿De qué estás hablando, Pedro? –Raul bajó del escenario y se paró frente a él–. Será mejor que te expliques.


–¡Te estoy hablando de que te he visto besarla! –Pedro le fulminó con la mirada.


Raul estaba perplejo.


–Solo le estaba dando un masaje y me dio por coquetear un poco. Ya me conoces… Nunca he podido resistirme a una cara bonita.


–Esa no es excusa para ponerse a flirtear con mi…


–Sigue… ¿Tu qué, Pedro?


Pedro se dio cuenta de lo que había estado a punto de decir y guardó silencio.


–Te estás acostando con ella, ¿no, Pedro?


Paula montó en cólera. De repente parecía haberse vuelto invisible. Pedro levantó la vista en ese momento y la miró un instante.


–Simplemente no fuiste capaz de dejarla en paz, ¿no? –el tono de Raul era corrosivo.


–Bueno, ¿no se supone que ese es mi estilo?


–¡No te pongas así conmigo, Pedro! Contesta a la maldita pregunta y ya está.


Pedro se encogió de hombros y cruzó los brazos.


–Sí. Paula y yo tenemos una relación, pero no saques conclusiones precipitadas. Eso no significa que vaya a repercutir negativamente en la banda.


–¿Ah, no? Entonces, ¿cómo es que hemos llegado a este punto? Contéstame a eso. ¿Cuánto tiempo llevamos trabajando juntos? En todo ese tiempo no hemos discutido ni una sola vez, y eso es algo extraordinario en este negocio. Es una pena que tenga que pasar ahora. ¡Y todo por una mujer!


–¿Y qué significa eso? –bajando del escenario, Paula se frotó las manos y se las limpió en los vaqueros–. Por si no te habías dado cuenta, soy una persona, igual que tú. ¿Pero a ti qué te pasa con las mujeres, Raul? Te gustamos mucho cuando te conviene, pero algo me dice que desconfías mucho de nosotras. Solo para que te quede claro, te diré que yo no tengo ningún propósito oculto. No me traigo nada entre manos y no tengo intención de dejar el grupo. Por todo eso, no tienes motivos para dudar de mí. Cuando doy mi palabra, la mantengo.


–Ahora mismo, cielo, no es tu palabra lo que más me preocupa.


–Muy bien, Raul… Si quieres seguir discutiendo este tema, será mejor que nos reunamos en el hotel cuando terminemos aquí. No tengo ganas de perder tiempo de ensayo peleándome contigo. La banda tiene un concierto esta noche y esa es la prioridad.


Pedro miró el reloj y se volvió hacia Paula.


–Quiero que esta noche lo des todo, por favor. No te lo había dicho, pero esta noche va a venir un A&R de uno de los sellos más importantes. No te puedo prometer nada, pero, si le impresionáis, a lo mejor conseguimos un buen contrato discográfico. Kenny Swan sabe que yo no llevo a perdedores y hemos captado su interés gracias al material audiovisual que ya está circulando por las redes sociales. Cuento contigo, así que no me defraudes.


Paula asintió sin pensar. La posibilidad de conseguir un contrato discográfico de esa magnitud tan pronto era algo increíble. Sin embargo, en ese momento lo que más le importaba era volver a estar en los brazos de Pedro. No podía evitarlo.


Pedro sonrió.


–Trabajad duro, por favor. Os veo luego. Tengo un par de llamadas muy importantes que hacer.


–¿Pedro?


Paula le hizo detenerse un instante. Su mirada ansiosa se desvió hacia Raul un momento.


–No quiero que te pelees con Raul por todo esto. Mi compromiso fundamental es el de esta banda. Yo sé que eso ya lo sabes, pero solo quería recordártelo.


La expresión de Pedro fue tan implacable como siempre.


–Me alegra oírlo. Simplemente concéntrate en dar lo mejor de ti esta noche y, con un poco de suerte, las cosas despegarán a partir de ahora –dijo, y se alejó sin más.



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