viernes, 27 de mayo de 2016

DURO DE AMAR: CAPITULO 21




Tener el cuerpo dispuesto de Paula así de cerca, casi me envió al borde. Ver su pequeña mano alrededor de mi eje envió un torrente de sangre a mi polla. ¿Estaba lo suficientemente loco como para creer que algo vendría de esto, algo que no sea una amistad en torno a Lily y los beneficios secundarios de adorar su dulce cuerpo una vez que baje el sol?


Seguramente ella se había dado cuenta que yo no encajaba en su vida, no a largo plazo. Pero tomaría lo que podía conseguir, por tanto tiempo como pudiera tenerlo.


Esa noche me quedé dormido con el recuerdo de la gentil voz de Paula leyendo el libro favorito de Lily y la manera en que animaba las voces de cada personaje distinto para hacerla reír. Con una somnolienta sonrisa plantada en mis labios, me di la vuelta y me dormí.


El sábado, Paula me llamó y me pregunto si podía pasar a recoger a Lily para un día de chicas. Después de que me recuperé de mi silencio estupefacto, estuve de acuerdo. Esta chica continuaba volviendo mí. Es como si conociera el camino a mi endurecido corazón —a través de Lily. Quizá nunca antes consideré una relación seria porque nadie parecía interesada en desarrollar una relación seria con Lily también. Una vez que se enteraban de ella, desaparecían.


Una hora después, Lily canturreó el nombre de Pau mientras miraba el pequeño SUV de BMW deteniéndose junto a la acera. —Así que, ¿cuáles son los planes para hoy, chicas?


—Bueno, pensaba dejárselo a la Señorita Lily. Podríamos tener un lindo día de spa, o podríamos ir a esta tienda donde eliges una figura de cerámica para pintar.


—¡Sí! —El rostro de Lily se iluminó.


—¿Cuál quieres, muñequita? Tienes que elegir. —La generosidad de Paula era demasiada.



El rostro de Lily se arrugó en concentración por un momento antes de que levantara la mirada. —¿Podemos hacer ambas?


Paula sonrió de esa manera torcida a la que le había agarrado cariño y asintió. —Claro que podemos, bomboncito.


Abroché a Lily en el asiento de atrás y puse su andador en el espacio de carga trasero, luego me reuní con Paula en la puerta del conductor. —¿Estás segura de que estás bien con esto?


—Absolutamente. Ve a disfrutar tu sábado. Sólo mantén la línea erótica al mínimo. —Me dio un golpe en el pecho.


—Lo haré.


Las vi alejarse. La pequeña niña a la que le pertenecía mi corazón y la hermosa Paula que lo empujaba en una dirección completamente nueva.


Aproveché la oportunidad poco común para una sesión de gimnasio extra con Ian, pero llegar a una casa vacía se sentía muy raro. Después de una hora de dar vueltas y matar el tiempo, decidí llamar a Paula y comprobar cómo estaban. Tal vez se estaba volviendo loca. 


Definitivamente era tiempo de comprobarla. Marqué su número y respondió en el primer timbre.


—Hola, Pedro. —Sonaba sin aliento—. Terminamos en el lugar de cerámica y tomamos un almuerzo. ¿Qué sucede?


Escuché fuertes risas de fondo. —¿Dónde están chicas?


—En el spa calle abajo. ¿Está bien si Lily se corta el cabello? Sólo será un corte.


—Ah, seguro. —Mi vecina usualmente se lo corta, pero qué diablos—. ¿Dónde están? Podría pasarme y ver a Lily.


—Claro. Le encantaría, estoy segura. —Me dio la dirección y salí en mi camioneta, necesitando salir de mi muy silenciosa casa.


Cuando entré al spa, fui recibido por los sonidos de la música de la Nueva Era mezclados con el canto de pájaros, el bullido del agua y el aroma de lavanda que era tan fuerte que me golpeó en la cara.


Giré una esquina y encontré a Paula y a Lily sentadas en largas sillas, sus pies apoyados frente a ellas.


—¡Pedro! —gritó Lily una vez que me vio.


Movieron sus rosadas uñas hacia mí. No estaba seguro de si se suponía que debía decir un cumplido. —Mira eso. Dos muy hermosas chicas.


Sonrieron ante mi cumplido, así que asumí que dije la cosa correcta e hicimos nuestros caminos hacia el frente.


—Aquí. —Paula me tendió su tarjeta de crédito—. ¿Puedes hacerte cargo? Quiero correr a la panadería de al lado. Sólo será un minuto.


—Claro. —Tomé la tarjeta, pero planeaba pagar con la mía una vez que Paula se fuera. Ella ya había hecho mucho por nosotros. Pero cuando la chica en el mostrado me dijo que la cuenta era trescientos dólares, de mala gana le entregué la tarjeta de Paula. ¿Trescientos dólares por pintarse las uñas de los pies y un par de cortes de pelo? Su cabello no lucía diferente para mí. Una cosa estaba clara: Paula llevaba un estilo de vida que nunca sería capaz de permitirme. Y estaba seguro que Lily no necesitaba acostumbrarse a este tipo de
tratamientos.


Paula regresó unos pocos minutos después llevando una pequeña caja de pastel rosa, viéndose satisfecha. Firmó el recibo de la tarjeta de crédito y tomó la misma del mostrador, luego se dirigió hacia su auto con Lily a su lado. —Nos vemos de nuevo en tu casa —gritó.


Me quedé parado inútilmente hasta que se alejaron, luego pisoteé todo el camino hacia mi camioneta. Me detuve de camino a casa para recoger la cena para nosotros tres, necesitando hacer algo para mantener las cosas bajo control.


Una vez que llegué a casa, pude escuchar a Lily cantando y jugando en su habitación y encontré a Paula sentada en el sillón, esperándome. Dejé las bolsas de comida en la mesa y me giré hacia ella. —No tenías que hacerlo todo el día. —Mi voz sonó más dura de lo que pretendía.


Ella se paró y puso las manos en su cadera. —Sé eso, Pedro. Quería hacerlo. Nunca tuve una hermana pequeña. ¿Ni siquiera se te ocurrió que me gusta pasar tiempo con ella?


Mierda. Soné como un verdadero idiota. Me froté la parte trasera de mi cuello. —Lo lamento, es sólo que esto es nuevo para mí. —No se podía negar que la manera en que Paula estaba con Lily complicaba las cosas entre nosotros.


Se retorcía en mis entrañas y sacaba mis instintos protectores.


Su expresión se suavizó. —Es nuevo para mí también. —Inclinó su cadera contra el mostrador, irguiéndose inconscientemente más cerca de mí.


Levanté mi mano para acariciar su mejilla, incapaz de resistir el tocar su suave piel. Pasé mi pulgar encallecido por su mandíbula. —Oye —Sus ojos se reunieron con los míos—, lo siento. Me pongo sensible con ella.


—Sip, lo noté. Esta es la última vez que intento hacer algo lindo. —Su tono era serio, pero levantó la mirada con una traviesa sonrisa torcida. Quise besar esa suficiencia en su hermoso rostro.


—Aw, no vayas por ese lado, pastelito. Vamos. Quédate a cenar.


Comprobó su reloj. —Eso probablemente podría arreglarse.


—¿Tienes que estar en algún lado? No me digas que es otra cita caliente con ese idiota consentido.


Se echó a reír. —No, de hecho Guillermo no ha llamado. Es sólo que mi mamá me ha estado acosándome para que vaya a cenar. Déjame llamarla y ver si puedo posponerlo hasta mañana por la noche.


—Seguro. Entra cuando hayas terminado.


Lily entró por el pasillo a mostrar sus uñas de color rosa a juego y de los pies y el hada rosa de cerámica que había pintado. Fue como si una explosión de color rosa hubiera invadido mi casa—infiernos, mi vida.


—Voy a poner esto en mi habitación —anunció, ya dirigiéndose por el pasillo.


Paula volvió y se dirigió directamente hacia mí, con una sonrisa en su rostro. Tiré de ella en un abrazo. —¿Y bien? ¿Puedes quedarte?


Acarició mi cuello e inhaló. —Sí, pero tuve que hacer un trato con mi madre.


Besé sus labios entonces retrocedí para mirarla. —¿Qué es eso?


—Le dije que estaba en donde mi amigo Pedro e insistió que te unieras a nosotros para la cena. ¿Estás libre mañana?


—¿Cena? ¿Con tus padres? —La sujeté a distancia, examinándola. No podía estar hablando en serio. Pensé que sólo estábamos divirtiéndonos, pero esto... conocer a los padres era algo más, ¿verdad?


Su labio inferior sobresalió. —¿Te parece bien?


—Ah, seguro. Probablemente puedo conseguir que Sofia venga.


Su sonrisa vaciló por un momento al mencionar el nombre de Sofia. — Bien.


Paula ayudó a Lily a lavarse sus manos mientras me sentaba en la mesa.


Me había detenido en la cafetería del vecindario y sin saber qué le gustaría a Paula, pasé por una hamburguesa y una ensalada con pollo a la parrilla para ella, acompañado con mi hamburguesa normal y el sándwich de queso de Lily.


Una vez que todos estuvimos sentados alrededor de la mesa, Paula escogió la ensalada con pollo a la parrilla para la cena y Lily anunció que quería ensalada también. Paula gentilmente compartió la ensalada, dividiéndola en dos platos mientras yo abarrotaba la comida extra en el refrigerador para la cena de otra noche.


Hicimos una pequeña plática mientras comíamos, Paula y Lily rememorando su día de chicas.


Una vez que terminamos con la cena, Paula se paró de un salto de su silla. —Oh, casi lo olvidaba. Conseguí postre. —Recuperó la caja rosa de la panadería de la encimera.


Sacudí mi cabeza lentamente. —Nos consientes. ¿Qué 
conseguiste?


—Pastelitos, ¿qué más? —Sonrió.


Reí entre dientes y Lily aplaudió, completamente ignorante del apodo de Paula. Me incliné, cubriendo un brazo a través del respaldo de la silla de Paula  mientras ella sacaba un pastelito de glaseado rosa de la caja y lo colocaba enfrente de Lily, quitando la envoltura de papel. Los ojos de Lily se ampliaron y no perdió tiempo en morder el enorme premio. 


Por su entusiasmo, pensarías que nunca he alimentado a la pobre niña.Paula se rió entre dientes y limpió glaseado rosa de la punta de la nariz de Lily.


Observamos a Lily comer su pastelito en relativo silencio. —
No tenías que hacer todo esto lo sabes.


—Quería hacerlo —devolvió.


Sabía que era inútil discutir con ella, pero algo sobre esto no estaba muy bien conmigo. ¿Ella estaba aquí cuidando de Lily y frecuentándome porque se sentía mal por nosotros?


No éramos un caso de jodida caridad para que sienta lástima.


Aparentando sentir mi estado de ánimo, Paula mojó su dedo índice en el glaseado de un pastelito y lo llevó a mi boca, sus ojos brillando con desafío.


Alcancé y sujeté su muñeca, mis ojos se encerraron en los de ella mientras arremolinaba mi lengua suavemente a través de la almohadilla de su dedo.


Paula dejó salir un gemido profundo. Lily soltó una risita con nuestro espectáculo, recordándonos el hecho de que teníamos una audiencia.


Aclaré mi garganta, tratando de recuperar algo de compostura y detener el palpitante dolor abajo en mis bolas. —¿Quieres mostrarle a Paula cómo abrir el agua de la tina mientras limpio la cocina?


Lily se paró de un salto y con una mano sujetando su andadera, agarró la mano de Paula con la otra. —Ven, Pau. Te mostraré donde guardo las burbujas.


Observándolas juntas me pregunté si Lily necesitaba un modelo a seguir femenino más estable en su vida. El pensamiento era aleccionador.


Limpié la cocina con el sonido de placenteras carcajadas femeninas y salpicaduras de agua viniendo del pasillo. Una vez que terminé, me asomé en el baño, encontrando a Lily cubierta de burbujas, jugando con sus juguetes de bañera y Paula arrodillada sobre el lado de la tina, contoneando ese pequeño trasero hacia mí. Me tomé un momento para inspeccionar su bien formado culo, la forma que sus jeans abrazaban sus curvas y la manera que su camisa se había
subido, exponiendo la curva de su espalda baja. Era tan sexy y ella ni siquiera lo sabía. Y ver su lado maternal con Lily—demonios, eso sólo desencadenó todas las clases de macho alfa en mí. La deseaba.


Me atraparon mirando y Paula se enderezó, jalando su camisa abajo para cubrir la piel desnuda de su espalda.


—Pau, puedes bañarte y usar mis burbujas cuando termine, si quieres —dijo Lily.


Los ojos de Paula se ampliaron, el rubor subiendo en sus mejillas. Le dio a la pequeña niña una sonrisa temblorosa. —Oh, no gracias, amor. Estoy bien así.


—Termina. Es la hora de dormir —gruñí.


Se giraron con la brusquedad de mi voz y los ojos de Paula se detuvieron en los míos. —Ven, vamos a enjuagarte —instruyó, su voz tan temblorosa como la mía.


Paula metió a Lily en la cama y me encontró en la sala de estar. Sin decir una palabra o un momento de duda, Paula cruzó la habitación y subió a mi regazo.


Ahuequé su culo, jalándola más cerca, y la besé. Sus suaves, dulces besos estaban jugando con mi cabeza. Esto ya no se sentía como si sólo estuviéramos haciendo el tonto. 


Se sentía como algo más. Mucho más.





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